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La persecución

A pesar de ser un día tan movido recibir aquella invitación tan inesperada y casi de manera obligatoria por parte de Christian sin dudas alegro grandemente mi vida cuando en medio de aquellos pasillos encontré a la figura de la persona por la que ahora estaría dispuesto a mover cielo y tierra de ser necesario.

Su figura entallada en aquel uniforme que delimitaba con énfasis los puntos más llamativos de todo su cuerpo la hacían ver tan hermosa y tan perfectamente curvilínea, que por un momento me hacía dudar respecto a que si realmente era ella o se trataba de otra persona quien a lo lejos yo contemplaba.

La emoción que aquello me produjo me hizo caminar en su búsqueda y romper con ello su espacio personal mientras se encontraba dando la espalda hacía la dirección en la que yo me encontraba para aquel instante.

Escucharme llamar por su nombre fue sin dudas sinónimo de sorpresa para ella, su mirada perpleja y su boca semi abierta me lo dejaron bien en claro una vez que descubrí su reflejo contra el cristal de la tienda que quedaba dispuesta a su lado izquierdo.

Aquello provocó que la idea de que mi presencia allí no era precisamente lo que ella esperaba se alojara en mi cabeza, pero independientemente de ello y del malestar que en mi produjese yo la verdad no estaba dispuesto a rendirme así por así y muy ajeno a lo que la mente de Milena imaginara allí me quede mirándola a los ojos.

Ahora deduzco que sin dudas si eso era Milena, su amiga ahora hecha parte de mi entendimiento aparentemente tenía mucho más para cuestionar respecto a mi presencia allí o al menos con tal atrevimiento se presumía contar la ya mencionada, y así tras haber conversado un momento entre discusiones recibidas por parte de la persona que la acompañaba, Milena salió huyendo de aquel lugar.

Y si, como era de suponerse ahora que la había encontrado realmente yo me mantenía completamente negado a dejarla marchar, por lo cual, sin importarme que tanto mis conductas pudieran llegar a molestarle, recurrir realizar a una de mis inusuales locuras fue una de mis mejores decisiones a tomar por lo que me dispuse a seguirla como cual acosador.

Hacerlo nos llevó con prisa hasta el estacionamiento de la plaza, lugar desde el cual en la distancia Christian y yo podíamos ver como Milena por alguna razón era recriminada por aquella chica y por obra de aquello debido a que su actitud me parecía tan molesta intenté acercarme para intervenir, pero no lo conseguí.

Christian muy firme en su actuar de por medio se interpuso y aun sabiendo que era lo correcto aquel no me dejo avanzar — detente un momento, no es tiempo para que intervengas.

— No, esto está bastante mal y lo sabes y no voy a permitir que a Milena la traten de esa manera, así que aléjate — reafirmé queriendo quitar a Christian del medio, aunque era algo bastante complicado por su gran tamaño y amplia compostura, por lo que entre uno y otro forcejeo solo pude ver como ambas chicas subían a un inusual vehículo en color rojo, automóvil en el cual segundos después abandonaba ante mi vista atónita aquel edificio.

A pesar de las negativas de Christian tras llamar con fuerza su atención lo hice que reaccionara y aunque no lo convencí del todo la verdad es que prácticamente lo obligue a que junto a Harris el chofer una vez arribamos a nuestro auto la siguiéramos.

El camino mientras la noche caía nos condujo a una zona residencial localizada a unos cuantos minutos lejos de la parte central de la ciudad donde, habiendo entrado al estacionamiento de una torre de apartamentos vimos como Milena y aquella chica ingresaban y como se esperaba habiendo abandonado mi auto empecé a seguirlas.

Christian nuevamente empezó con su absurdo juego de querer detenerme, con todas sus fuerzas aquel intentaba hacer que yo desistiese de seguir con esto, pero no lo logro pues mientras aquel más insistía en hacerme volver atrás yo más me empecinaba en continuar.

Tal acción nos condujo hasta la puerta principal y el nuevo reto de por medio apareció.

Ingresar al edificio era algo complejo pues había que tener para hacerlo una llave de acceso o permiso de uno de los inquilinos y la realidad era muy distinta, ya que no contábamos con ninguna de las opciones.

Así que siendo tan pequeños en este mundo para aquel instante solo podíamos esperar a que se hiciese un milagro porque por nuestros medios no podíamos realmente hacerlo, si era realmente que el dador nos quería de alguna manera juntos a Milena y a mi sin dudas yo era consciente que de alguna manera me permitiría ingresar claro dando un evidente salto de fe.

Por algunos segundos esperamos y el milagro con ello aconteció, una señora mayor de algunos cincuenta a sesenta años de la nada apareció quien llevaba consigo a pasear un pequeño y mal humorado bulldog francés probablemente su mascota quien instantáneamente noto a Christian contra aquel busco pelea.

Hubieran visto la cara de mi tan fuerte y varonil acompañante al ver como el perro se lanzaba en contra suya y de paso lo intentaba morder por lo que el pánico podía leerse en su rostro a plenitud, pues los perros nunca han sido bien de su agrado al menos no de adulto.

Ahora, habiéndose alejado lo suficiente Christian se atrevió a gritar — señora, tenga más cuidado, no sea tan irresponsable y amarre bien a ese animal.

— Yo no tengo culpa de que estos seres tan nobles no quieran saber de ti, probablemente tengas el corazón tan negro que solo destilas veneno como para que este pequeño amor mío te quiera lejos — gritó aquella con evidente disgusto y mirando a Christian por encima del hombro con desprecio, aquella pretendió alejarse de allí dejando a aquel perplejo.

Cualquiera en su condición probablemente hubiera pensado algo parecido acerca de aquel, pero, sin dudas yo sabía que respecto a Christian aquellas palabras habían abierto una vieja herida de su niñez presente en el alma de mi tan fiel amigo no tan grata para recordar, así que preferí a pesar de ello no dirigirle la palabra y que procesara con toda la calma aquella situación.

Yo sin embargo hacía la señora me acerque, ya que ahora que la tenía en frente de verdad no podía desaprovechar la oportunidad que ella me podía llegar a brindar.

— Señora espere un momento — con amabilidad la increpe y me dispuse a seguirla.

Por algunos segundos intenté llamarla, con insistencia lo hice, mientras ella bueno, pretendía hacerse de la vista gorda e ignorarme de manera clara, hasta que ya cuando se sentía cansada de mi obstinación con rabia se giró — que es lo que quiere usted, no ve que voy con prisa.

— Perdone que la moleste solo quería hacerle una pregunta.

Aquel pequeño bulldog mirando como su dueña se detenía se acercó a mí al notar lo cerca que me encontraba de ella presumiblemente actuando como protector robándose el protagonismo de la situación y yo quien lo observaba en su actuar, quieto me quede una vez que aquel se dispuso a olfatearme.

La sorpresa se formó ante aquellos dos al notar, que muy a la diferencia de lo que este animal hizo en contra de Christian ante mí se mostró muy dulcemente, pues mientras este pretendía mover su pequeña cola inquieta también de vez en cuando saltaba todo emocionado queriendo recibir mi atención.

Producto de aquello me agache y sobre su cabeza frote por algunos segundos mis dedos debido a que aquel me lo permitió antes de que la señora dijera — tu a diferencia de aquel tienes buenas manos, mira que Tali es muy arisco y no soporta a nadie que no sea de mi familia.

— Que le puedo decir siempre me eh llevado bien con ellos y a diferencia de muchos a su lado me siento en paz — comente al tiempo que continuaba acariciando a tal animal.

— Entonces Tali es tu nombre, mucho gusto pequeño — repuse como si aquel pudiese llegar a entenderme y prácticamente dándome respuesta a ello en un simple ladrido dio su tan grata respuesta.

Habiendo hecho aquello sobre mi podía llegar a sentir como la mirada de aquella mujer se posaba, esta vez no con rudeza como anteriormente lo hizo con Christian más bien con curiosidad.

Tras ponerme de pie aquella mujer me analizo como queriendo descubrir algún desperfecto en mí y ajena a mi supuestos yo quien esperaba una negativa suya muy por el contrario aquella cuestiono.

— Y bien cuál es tu pregunta joven.

Paulatinamente tras haberme presentado di a conocer a la señora lo que me aquejaba, pregunté a ella respecto a que si conocía a Milena y si sabía quién era la chica rubia de ojos grandes que le acompañaba y muy amablemente aquella me dio respuesta.

— Emely Gonzales y ella son amigas además de que son unas dulces y serviciales jovencitas. Ellas se mudaron aquí desde hace alrededor de un año y medio.

— Sabe si entre ellas han habido problemas.

— No, por el contrario, siempre se llevan tan bien que es difícil verlas enojadas o peleadas, la verdad pareciera que entre ambas todo surge con normalidad, aunque para serte sincera Emely me parece un tanto hipócrita, tan diferente a Milena, de ella sí puedo decir que es un alma pura incluso Tali disfruta su compañía.

— En ello encaja todo menos la palabra normal — dije aquello entre dientes queriendo hacer aquella frase un pensamiento propio, pero muy por el contrario mis labios lo repitieron a totalidad

— ¿Qué acaba de decir joven? — se escuchó.

— Nada señora disculpe las molestias.

— No, habla te eh escuchado muy bien, dime que sucede.

Indicó aquella y yo resignándome a tener que decir lo sucedido pues sabía que no podía perder más tiempo dije la verdad ante ella, cosa que tal señora no podía creer, aunque era algo insignificante era más sencillo después de todo prevenir que lamentar por lo que habiéndose acercado a la puerta con llave en mano reafirmo.

— Ellas residen en el tercer nivel en el apartamento trescientos siete a cuatro puertas del ascensor a mano derecha una vez el ascensor se abre, suban y asegúrense de que todo está bien — dijo aquella con toda confianza — espero recibir buenas noticias y que todo se haya resuelto.

La sonrisa que su aprobación formo en mi rostro era indudablemente mágica y como si aquella se tratase de alguien que conociese de toda mi vida, habiéndola abrazado y no muy bien me despedí de Tali, Christian y yo arribamos tal ascensor.

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