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Recuerdos que duelen - Primera dificultad

Petrificado ante aquella me quede, era imposible y algo difícil de entender para mí el hecho de que, como si era ella no me lo dijo, como si era Ava no me puso en alerta y me obligo a contenerme, como sí era aquella niña que conocí hace tantos años atrás se dejo tomar por aquel juego en el cual yo pensaba ser el titiritero, pero sin embargo al final yo terminaba siendo el títere que era movido a su voluntad.

— Porque se quedaron callados, porque no me explicaron — aun de espaldas pregunte con la cabeza semi agachada.

— Ava quería hacerlo, pero lo que sucedió contigo y conmigo tras tu llegada no le sentó nada bien, por lo cual quiso ponerte a prueba y así ver que tanto en ti había cambiado.

— Hacía ustedes no eh cambiado, aun ciento el mismo amor y el mismo agradecimiento que sentí por ustedes en aquella ocasión.

— Pero a ella no le pareció y por ello guardo silencio.

Volviéndome salí desde detrás del escritorio y dándole la cara esta vez al abuelo Carlos con los ojos un tanto húmedos me acerque y ante aquel me arrodillé al tiempo que colocaba mi mano derecha sobre su hombro izquierdo y sin más rogué.

— En donde esta ella, necesito hablar con Milena, dígame ahora mismo donde se encuentra, no importa lo lejos o cerca que ella este, Christian y yo podemos ir ahora mismo hasta ese lugar, solo sería necesario que nos preste su vehículo.

El abuelo Carlos respiró profundamente y en donde por un momento producto de mi reacción se alojo una expresión de sorpresa que tomo de pronto su rostro de la nada se suavizo y solo una leve mirada de empatía junto a la pequeña mueca de una sonrisa algo vergonzosa apareció.

— No puedo decirte, lo lamento.

Ante aquello volví a insistir — por favor no me haga esto, dígame donde la puedo encontrar.

— De verdad Alexander, no puedo decirte.

Una vez más algo notablemente inquieto volví a cuestionar — pero porque no puede o es acaso que no quiere.

— No es que no quiera, solo no puedo decirte porque en realidad no se a donde se dirige.

— ¡Eh! Como, no lo entiendo.

— Ava no vive aquí, vive fuera del país al igual que tu, sus padres tiempo después de que te fuiste lograron llevársela hasta los Estados Unidos y con ellos estuvo viviendo en Nueva Jersy.

Escuchado aquella respuesta me atreví a interrumpir algo contento y poniéndome de pie de golpe grité — entonces allí iré Nueva Jersy, será nuestro destino — y empecé a caminar.

Pero el abuelo sosteniéndome del brazo al tiempo de que me hablaba con severidad me detuvo — no, no irás, primero déjame terminar de hablar.

Mirándole a los ojos di algunos pasos hacia atrás en tanto aquel me soltó a regañadientes.

El abuelo por un momento guardo silencio, de pronto cruzo sus manos al frente y continúo.

— Desde hace un año y medio Ava se fue de la casa de sus padres a hacer su vida fuera del ceno familiar y como por un tiempo no estuvo estable no quiso decir nada al respecto de donde se alojaba, por lo cual, no sé en donde se encuentra residiendo hoy por hoy, para ello tendrías que llamarle por teléfono y dudo que te conteste o ir directamente a hablar con sus padres pero en ello no hay total certeza ya que desconozco de que quieran recibirte con la fama que tu ostentas.

Sus palabras dieron cabida a que apareciese la desesperación en mí, así que llevándome las manos a la cabeza algo molesto tiré un poco de mi pelo — lo que me faltaba, entonces que hago, de alguna manera tengo que encontrarla.

Chris por primera vez intervino y se atrevió a tomar la palabra una vez se acercó a mi — tranquilo, tienes que calmarte.

— Chris no vez lo que sucede, no puedes pedirme que me calme.

— Claro que puedo y te lo exijo, no es el fin del mundo, el señor Carlos no te ha dicho que todo acabo, solo que no sabe dónde encontrarla y eso mi querido amigo será mi trabajo.

— De que hablas Christian.

Con seguridad y algo de arrogancia habiendo hinchado el pecho presumiblemente intentando imitarme Christian tomo la palabra.

— Pues Alexander, recuerda que yo era militar y que gracias a ello se me hace fácil rastrear personas gracias a cierta influencia, así que eso déjamelo solo a mí, siendo una simple chica como lo es Milena es muy probable que dé con ella rápidamente.

Y sin dudas él tenía razón en mi desesperación era poco lo que yo iba a poder lograr a diferencia de él que ha sido entrenado para ello, pero había algo en sus palabras que no había sido del todo mi agrado — te corrijo Christian Milena de simple no tiene nada.

Recordando cómo sus labios se fusionaron con los míos en aquel magnifico beso, como su piel reaccionaba al contacto con mis manos, en tanto sintiéndome estremecer haciéndome uno con mis pensamientos lleve mis ojos un poco en dirección al techo.

Y algo atontado deje salir de mí las palabras más puras y sinceras que podía llegar a promulgar respecto a ella en tanto gradualmente elevaba mis manos al aire las deje salir sin más.

— Milena es todo menos simple, ella es perfecta, maravillosa, tiene un corazón bastante noble y un alma tan blanca como la lana, aunque su carácter es de temer, es dulce, sincera y justa más su ser esta totalmente colmado por amor.

El silencio allí por un momento se sintió y volviendo mi cara en tierra, vi como aquellos dos hombres me observaban perplejos, a causa de aquello me percate de lo que yo hacía por lo cual enderezando mi cuerpo volví a tomar mi conducta habitual.

Christian algo avergonzado me evadió y dirigiéndose al abuelo Carlos comentó — como que está haciendo algo de hambre porque mejor no nos vamos al gran comedor y buscamos algo de comer, por lo que imagino que María y las demás deben de estar esperándonos.

Y como si yo no fuese nada o mucho menos que la nada, ambos salieron de allí dejándome solo.

Una persecución de mi hacia ellos empezó, por aquellos pasillos la tal se llevo a cabo, yo los seguía con determinación mientras que ellos intentaban evadirme jugueteando como si fueran unos viejos amigos que terminaban de reencontrarse mientras que la risa proveniente de los tres se hizo sentir.

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