Marinero: ¡Puente Blanco! ¡Puente Blanco a la vista!
Cuando miró en la dirección que apuntaba el marinero, Rand vio la construcción más hermosa que había visto hasta entonces. Lo que sus ojos veían era un enorme puente que cruzaba desde una orilla del Arindelle hasta la otra.
Pero lo verdaderamente impresionante no era su tamaño, sino que parecía hecho de cristal. Rand creía recordar que no era realmente cristal, pero decidió comprobarlo de todos modos y preguntó, a nadie en particular.
Rand: ¿Es de cristal? – quien le respondió no fue otro que el propio capitán Domon quien se había acercado a ellos.
Domon: Nadie sabe realmente de que está hecho, pero sabemos que cristal no es. Por más que llueva, nunca se vuelve resbaladizo y ni el mejor cincel ni el brazo más poderoso son capaces de hacerle una marca.
Thom: Es un vestigio de la Era de Leyendas. O es lo que siempre he pensado.
Domon y Thom habían comenzado a debatir si era o no una obra de la Era de Leyendas que aún permanecía en pie, pero Rand continuaba observando la belleza del puente. Domon finalmente se alejó de ellos y se dirigió a un miembro en particular de su tripulación.
Domon: ¡Tú! – apuntó con su dedo a Floran Gelb – ¡Esta ha sido la última vez que te duermes haciendo el turno de vigilancia en mi barco! ¡Sal ahora mismo de mi barco antes de que te eche por la borda!
Los ojos de Gelb estaban inyectados en odio, especialmente cuando miraba a Rand y sus amigos, para luego darles la espalda y marcharse. Thom les hizo una seña a los chicos y estos comenzaron a recoger sus cosas. Ya era tiempo para ellos también de abandonar el navío.
Domon al verlos listos para desembarcar se acercó a ellos y trató de convencer a Thom de continuar acompañándolos durante su viaje a Illian, pero no tuvo éxito. Con todo listo Thom y los chicos se despidieron de Domon deseándole buena fortuna en el resto del viaje.
Cuando los 3 se hubieron bajado Rand se acercó a Thom y le preguntó si tenía alguna idea de cómo podían saber si Moraine había llegado a la ciudad.
Thom: Vayamos a una posada. Un posadero adecuado podrá decirnos si han pasado por aquí. Es nuestra mejor apuesta. – los chicos asintieron ante la propuesta y le siguieron.
La ciudad de Puente Blanco era tan grande como Baerlon, aun cuando no estuviera tan atestada de gente. Por las calles circulaban algunos carros, tirados por caballos, bueyes, asnos o personas, pero no se veía ningún carruaje. Probablemente estos vehículos eran privilegio exclusivo de los mercaderes, que se encontraban ahora reunidos en el muelle.
Las callejas estaban flanqueadas por tiendas de toda clase, cuyos propietarios trabajaban en su mayoría delante de los establecimientos. Las tiendas de comestibles mostraban las mismas deplorables mercancías que Rand recordaba haber visto en Baerlon. Incluso los pescaderos ofertaban sólo pequeñas cantidades de peces escuálidos, a pesar del número de barcas que había en el río.
Cuando cruzaron el puente Thom se dirigió de inmediato a una de las posadas. En el letrero que colgaba sobre la puerta y se balanceaba con el viento mostraba el nombre del Reposo del Caminante.
La sala principal estaba vacía, a excepción del obeso posadero que trasvasaba cerveza de una barrica y de dos hombres vestidos con bastos ropajes de obreros que miraban melancólicamente sus jarras, ante una mesa situada al fondo. Sólo el propietario del establecimiento levantó la vista cuando ellos entraron.
Thom frotándose las manos debido al frío se acercó al posadero y ordenó algo de vino caliente aromatizado con especias.
Thom: ¿Tendrá libre alguna habitación donde mis amigos y yo podamos pasar la noche?
El posadero que observó detenidamente a Thom se percató de la capa de juglar.
Posadero: ¿Vais a quedaros aquí? Hace tiempo que no albergo a ningún juglar. La gente pagaría con gusto por contemplar algo que distraiga su mente. Incluso os haría un descuento en el alojamiento y las comidas.
Thom: Suena tentador, tal vez lo piense, pero por ahora solo quiero descansar un poco.
Posadero: Te traeré el vino. Piensa en mi propuesta hay buen dinero aquí juglar.
Thom se dirigió a sentarse en una mesa algo alejada del resto donde tendrían algo de privacidad. Mat y Rand lo siguieron. Cuando estuvieron sentados Thom comenzó a quejarse por la actitud del posadero.
Thom: ¿Han oído a este tipo? Nos hará un descuento. Hombre, le duplico la clientela sólo por estar sentado aquí. Cualquier posadero honesto da alojamiento y comida a un juglar y además le paga algo.
Estuvieron sentados por un buen rato en la posada, en otra ocasión el posadero volvió a aproximarse a Thom tratando de convencerlo para que actuara en la posada.
Del posadero obtuvieron algo de información respecto a los eventos más recientes y llamativos que ocurrían en el mundo. Logain, el falso Dragón, había sido capturado después de una gran batalla cerca de la frontera de Lugard, mientras intentaba trasladar su ejército de Ghealdan a Tear.
Los caminos del sur se hallaban abarrotados de gente, de la cual la más afortunada acarreaba algunas de sus pertenencias a hombros. Las había por millares y huían en todas direcciones. Las Aes Sedai habían intervenido en el apresamiento de Logain, por supuesto.
Logain sería transportado a Caemlyn y luego a Tar Valon donde lidiarían con él.
Thom: Eso constituiría un buen material para componer una historia, una historia que se relataría por espacio de mil años. Lástima que no estuviera allí.
Posadero: Lo podrías ver si te diriges a Caemlyn. Eso es todo cuanto puedo decirte sobre las noticias que han llegado a Puente Blanco. – hizo una pausa tratando de recordar algo – Casi lo olvido, los illianos están llamando a todo aquel que esté dispuesto a consagrar su vida a la cacería, para que se reúnan en Illian. ¿Os imagináis? ¿Entregar la vida bajo juramento por una leyenda? Supongo que encontrarán a algunos dementes. Siempre hay alguno que otro loco.
Thom: La Cacería del Cuerno. Toda una aventura que aún no se ha completado. Esperaba encontrarme con unos amigos 2 hombres y 3 mujeres, pueden que anden juntos o separados. Las mujeres son bastante agraciadas.
Thom procedió a describir superficialmente a cada uno de ellos. Al escuchar la descripción de Thom el hombre se quedó pensativo.
Posadero: No he visto a nadie con esa descripción, pero no eres el primero que pregunta juglar. Hace una semana 2 personas andaban preguntando por las mismas personas.
Esto alertó a todos, obviamente eran amigos siniestros los que estaban detrás de ellos, complicando su situación aún más.
Posadero: Esos solo los recuerdos porque preguntaron por las personas que coinciden con vuestra descripción, aunque parecía interesado especialmente en 3 muchachos campesinos. – el posadero le dio una mirada a Rand y Mat – El extraño fue el que llegó al día siguiente. Viste todo de negro. Lleva la capucha bien abajo para que no le vean la cara, deja una sensación escalofriante.
Inmediatamente todos entendieron que se trataba de un Myrddraal. Cuando el posadero se marchó Thom se dirigió a los chicos.
Thom: Un Myrddraal sin duda alguna y de seguro volverá. Propongo que nos escabullamos hacia el barco y aceptemos la oferta del capitán Domon. Centrarán su búsqueda en el camino de Caemlyn mientras nosotros nos dirigimos a Illian, a mil kilómetros de distancia de donde el Myrddraal cree que vamos.
Rand: No. Esperamos por todas aquí o nos dirigimos a Caemlyn para encontrarnos allí.
Thom quería tratar de convencerlo de abandonar una idea tan loca, pero al ver el rostro decidido de Rand que no admitiría una tercera opción, desistió. En ese entonces escucharon a alguien hablar sobre trollocs.
???: ¿Trollocs? ¡Ponte una capa de juglar, hombre! ¡Estás borracho! ¡Cuentos de las tierras fronterizas!
La voz de una mesa alejada de ellos, pero esto no evitó que pudieran escucharla. El problema no era el hombre que había hablado sino uno de sus compañeros. Floran Gelb estaba en el otro lado sentado a la mesa del fondo con los dos hombres que ya estaban allí al entrar ellos. Se reían de él, pero lo escuchaban.
Thom: Supongo que eso elimina la propuesta de Domon. Esta historia circulará por toda la ciudad dentro de una hora, le dé crédito la gente o no, y el Myrddraal podría escucharla en cualquier momento. Domon no zarpa hasta mañana por la mañana. Con suerte, tendrá trollocs pisándole los talones durante la totalidad del viaje hasta Illian. Entonces Caemlyn será, no podemos quedarnos en la ciudad.
Mat: Apreciaría pasar la noche en una cama, pero no quiero encontrarme ese Myrddraal. Será mejor marcharnos cuanto antes. – Rand y Thom estaban de acuerdo.
Thom le entregó a cada uno de ellos algunas monedas.
Thom: Por si acaso nos separamos. Tal vez no será así, pero si ocurriera... pues bien, vosotros dos saldréis adelante por vuestros propios medios. Son buenos chicos. Por vuestra vida, manténganse al margen de las Aes Sedai.
Mat: ¿Por qué estáis haciendo esto? Estarías más seguro si fueras por vuestra cuenta. ¿Por qué permaneces con nosotros?
Thom se quedó pensativo por unos segundos antes de hablar.
Thom: Yo tenía un sobrino, Owyn – hablaba con tristeza – El único hijo de mi hermano y el único pariente que me quedaba vivo. Se involucró en asuntos de las Aes Sedai, pero yo estaba demasiado ocupado con... otros asuntos. No sé qué hubiera estado en mi mano hacer, pero, cuando finalmente lo intenté, ya era demasiado tarde. Owyn murió pocos años después. Podría afirmarse que las Aes Sedai lo mataron. – Rand notó algunas lágrimas en sus ojos – Si consigo que vosotros dos no caigan en las garras de Tar Valon, tal vez pueda dejar de pensar en Owyn.
Con todo dicho los 3 abandonaron la posada sin llamar la atención. Estaban ya en la plaza de la ciudad cuando vieron a una figura encapuchada que vestía todo de negro dirigirse en dirección a ellos.
Rand estaba pensando cómo debería actuar, si luchaba no sabía cómo reaccionarían después los ciudadanos de Puente Blanco. Thom le interrumpió cuando se dirigió a ambos.
Thom: ¡Que la Luz los fulmine, no le miréis la cara! Nunca debí involucrarme con vosotros, chicos. Nunca debía hacerlo. – se desprendió de la capa y el resto de sus pertenencias y lo arrojó todo a Rand – Cuida de esto. Cuando os diga que corran, echad a correr y no paren hasta llegar a Caemlyn. Id a la Bendición de la Reina, una posada. Recordadlo, por si... Recordadlo.
Mat: ¿De qué hablas? – el Myrddraal ya estaba bastante cerca.
Thom: ¡Recordadlo! – gritó – La Bendición de la Reina. Ahora, ¡corred! – los empujó a ambos por la espalda para obligarlos a moverse y Rand aló a Mat por los hombros y comenzaron a correr – ¡Corred!
Thom también comenzó a correr solo que en dirección al Myrddraal. Con suma rapidez y elegancia en sus manos aparecieron varias dagas. El Myrddraal estaba sorprendido al ver tal acción, pero rápidamente tomó su negra espada. Para cuando desenvainó Thom ya estaba sobre él. El choque de metal se escuchó y las personas corrían aterradas.
Los chicos corrieron a toda velocidad y en poco tiempo habían dejado la figura de Thom atrás sin saber su destino, aunque Rand sabía que ese no sería el final del juglar. Sabiendo lo que tenían que hacer ambos chicos comenzaron a caminar en dirección a Caemlyn.