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¿No lo tienes claro?

Al principio, Álvaro quería que ella se quedara por la custodia de Eduardo, pero después de escuchar lo que había dicho Isaac, se sintió muy culpable. Sin mencionar que su hijo no lo reconocía. Álvaro palmeo el hombro de Isaac y dijo:

-Gracias por tus palabras.

El hombre respondió:

- ¿Quieres casarte con Catalina? -Isaac podía notar la relación especial entre ellos y no pudo evitar preguntar.

Álvaro respondió:

-Eduardo es mi hijo biológico y Catalina es su madre. Ahora ya lo sabes.

Isaac inmediatamente se quedó aturdido. Sabía que Álvaro antes había tenido un matrimonio, pero todo el mundo en Ciudad H sabía que él no amaba a Samara.

- ¿Catalina es su amante? -pregunto Isaac.

Él sabía que Álvaro no lo haría, la situación era tan complicada que no pudo entender. Isaac no tenía ni idea de que estaba pasando.

Álvaro se aturdió y entendió lo que Isaac estaba pensando. Él sonrió y dijo:

-Desde el principio fue ella, solo tengo una mujer.

Sin embargo, Isaac creía que ella debía ser una amante.

-No es de extrañar que trates a Eduardo tan diferente. Resulta que es tu hijo, me di cuenta de que Adriano y Eduardo se parecen mucho al escuchar lo que dijiste. Sin embargo, tienen personalidades distintas. Eduardo posee un carácter similar al tuyo. -dijo Isaac.

Al oír eso, Álvaro se puso atento y dijo:

-No hables mal de Adriano. Cada uno tiene sus propios méritos. Adriano es un niño común, incluso mucho mejor. No deberíamos compararlos.

-Señor, eso no es lo que quise decir, es que…

-Lo sé, siempre he sido talentoso desde pequeño. Los mayores me elogiaban y admiraban. Cuando tenía veinte años, me di cuenta de que la gente tiene su propio merito e incluso los menos listos pueden resolver problemas de manera excepcional. -contestó Álvaro.

Este hombre ya se había puesto muy emocional. Isaac no entendía sus palabras y quería conocer la razón por la que decía esto, pero Álvaro ya se había levantado y se dirigía al campo de entrenamiento para hacer sus ejercicios. Sabía que Álvaro estaba sufriendo, pero no podía hacer nada al respecto.

Por la noche, Álvaro estaba entrenando atentamente mientras Isaac lo acompañaba. Al lado, Eduardo estaba mirando a si padre desde la ventana. Al ver la figura perfecta de este, el chico juro en secreto que lo superaría.

Samara estaba dormida, sin saber lo que estaba pasando. El sol salió y Álvaro se detuvo cansado para acostarse en su silla ya que estaba agotado. Samara abrió ligeramente los ojos, sintiendo que algo andaba mal.

Se podía notar un olor familiar en la habitación frunció el ceño ligeramente y se giró para mirar a Eduardo. Al ver que estaba durmiendo profundamente, ella le tomó de las manos con mucha emoción.

La mujer rio cordialmente. Ella suavemente sacó su mano y tomó la colcha para arropar al niño. Se levantó y se estiró y vio a una persona tendida en el campo de entrenamiento. Aunque había niebla, reconoció a Álvaro. El olor que había en la habitación la hizo fruncir el ceño otra vez.

Samara se puso el abrigo y salió para ir allí. Cuando Isaac vio a la mujer se retiró en silencio. Álvaro estaba distraído y no noto que se acercaba. Samara se paró frente a él y vio que el hombre estaba sudoroso, lo que le creo muchas dudas. Era como si todavía fuera el hombre del que se había enamorado.

- ¿Por qué estás durmiendo aquí? -pregunto ella con indiferencia.

Álvaro de repente abrió los ojos y vio a Samara que parecía una ninfa.

- ¿Samara? -pregunto el e inconscientemente se sentó para sujetar su mano.

Ella quería retirarla, pero no era capaz. Álvaro se sintió emocionado al sentir el calor de la mujer y dijo:

-Hace tanto frío, ¿Por qué has salido? Tienes que cuidarte. -Álvaro reaccionó rápidamente y se sacó el abrigo para cubrirla.

Samara estaba envuelta en ese olor muy conocido. Mirando al hombre cariñoso, le surgieron muchas dudas. No entendía por qué está persona indiferente la trataba con tanto cariño.

-Señor Álvaro, ¿NO está cansado de actuar? -la voz de Samara era fría e hizo que Álvaro frunciera el ceño.

- ¿Crees que estoy fingiendo? -dijo el.

- ¿No es así? Dicen que tratabas mal a tu exmujer y no te importaba nada su vida. Pero ahora estás cuidando a una mujer que acabas de conocer. ¿Eres sincero? ¿O soy más guapa que tu esposa? Si te digo que me he hecho cirugía plástica, ¿seguirás admirándome? ¿Tendrás una actitud cariñosa y gentil? -Las palabras de Samara están llenas de burla.

El hombre respondió en voz baja:

-Eres tan hermosa cuanto mi esposa. La belleza interior es más atractiva. Nunca dije a mi esposa que la amaba, pero cuando quise decirlo ya era demasiado tarde.

-Señor Álvaro, está bromeando. -dijo la mujer, no creyendo ni una sola palabra de lo que él decía.

Sentía que estaba demasiado emocionada, pensaba que había cometido un error al salir a hablar con él. Samara se dio la vuelta con intención de irse, pero Álvaro susurro:

- ¿Qué pasó hace cinco años? ¿No es incómodo tratarme de esta manera? Samara, ¿Qué te paso? ¿Me lo puedes contar?

La mujer se detuvo repentinamente, no pensaba que el preguntaría sobre el tema tan abiertamente. Se giro con la mirada llena de odio y dijo:

- ¿No sabes lo que pasó hace cinco años? -no era una mujer maleducada, pero debido a que había sufrido mucho, cada vez que mencionaba esta experiencia, no se podía controlar. No entendía por que este hombre tenia tal actitud. Pensaba que debía sentirse culpable.

Álvaro dio un paso hacia delante, estaba medio desnudo y tenia un olor masculino muy atractivo. Samara subconscientemente se retiró para mantener la calma. Cinco años después el seguía siendo un hombre encantador.

Sin embargo, parecía que Álvaro conocía lo que estaba pasando y la detuvo directamente. Paro a Samara con el brazo y se acercó, con su atractivo cuerpo. Samara quería alejarlo, pero se dio cuenta de que tenia el pecho desnudo. Al final, dejo su mano extendida y dijo:

-Señor Álvaro, por favor, compórtese.

- ¿A caso necesito ser respetuoso con mi mujer? Samara, ¿Cuándo me dirás la verdad? -la agresividad del hombre, enfado a Samara.

- ¿Crees que estoy fingiendo? ¡Piensa en lo que has hecho tú! Hace cinco años me engañaste y ahora sigues siendo un mentiroso. ¿Crees que soy tonta y no he cambiado nada? Álvaro, cállate. No confiare en nada que me digas. -contesto la mujer.

- ¡Nunca tuve intención de hacerte daño, tampoco a nuestro hijo! ¡Deje que salieras porque quería protegerte! ¿Por qué no me crees? -pregunto el hombre, él ya había explicado esto, pero mirando el estado actual de Samara, era obvio que ella no le creía.

La mujer dijo sarcásticamente:

- ¿Creerte? Muy bien, si puedes arrancarte tu corazón y dármelo ahora, ¡te creeré!

- ¿De verdad? ¿me creerías si hago eso? -contesto el mirándola fijamente.

La mirada encantadora del hombre revelo una sinceridad profunda.

-Hay personas que nunca cumplen su palabra. Álvaro, deja de mentir. No tenemos ninguna relación después del incendio. ¡Ahora soy Catalina! ¿entiendes? ¡la diseñadora del Grupo HJ! ¡Solo tengo una relación cooperativa contigo y nada más! -dijo la mujer y después de decir eso, Samara empujo a Álvaro y se dio la vuelta para irse. Estaba muy nerviosa.

La enfermedad de Laura se recuperaría con un trasplante de órganos. Sin embargo, cuando vio al hombre herido en su mente, sintió piedad. No sabia por que no era capaz de decírselo. ¡Su hija lo necesitaba! La mujer apretó los manos con mucha fuerza, pero no sentía dolor.

Álvaro se sintió muy decepcionado al verla alejarse. Saco un cuchillo de su bolsillo y grito su nombre.

-Samara, ¿me creerás si realmente te doy mi corazón? No quería que murieras, ni quería hacerle daño a nuestro hijo. De hecho, cuando me enteré que iba a ser padre, estaba muy

emocionado. ¿Sabes? Lo que dije era verdad. ¡Samara, para! -dijo el hombre, pero sus palabras no la detuvieron e incluso la hicieron caminar más rápido.

No tenia porque ser tolerante con él. La razón por la que volvió fue por el órgano de su cuerpo y no quería escuchar estas palabras que no tenían sentido. Samara tenia mucha curiosidad, antes quería alejarse lo mas pronto posible, pero cuando escucho lo que había dicho, empezó a correr. Tenia mucho miedo y estaba muy ansiosa.

Al verla así, Álvaro sintió pena. El era el culpable y no había asumido la responsabilidad. Ahora quería recompensarla, pero ella no le había dado la oportunidad.

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