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MALAS COMPAÑÍAS

                            (***)

  

Levantarme temprano era un reto. Y no por que me costara si no que me cansaba de sólo pensar que tenía que hacer cosas desde temprano.

Si es que aún no me conoces, déjame decirte que soy una persona muy perezosa y vaga. Cualquier actividad que implique salir muy lejos, hacer esfuerzo o moverme mucho, queda totalmente descartada para mí.

No cuenten conmigo, intentaré buscar cualquier excusa ridícula con tal de no ir.

Eran aproximadamente las nueve y treinta de la mañana cuando mamá vino a despertarme.

Hoy tendría que pintar mi cuarto.

En pijama, bajé a desayunar. Realmente no me importaba mancharlo, no es el pijama más nuevo del mundo. Sería un buen momento para compar otro.

Al terminar, mamá se encontraba agarrando las llaves de su auto, iría a trabajar.

—Adiós, mamá.

—Adiós, mi vida. —Casi atraviesa la puerta cuando al parecer choca con alguien.— Oh, cariño, lo siento tanto. ¡Hola! ¿Cómo estás? Olvidé por completo que vendrías hoy.

—No se preocupe señora Andersen. Estoy muy bien, muchas gracias.

Dios, no por favor.

—Pasa, pasa.— Se hizo a un lado, dejando entrar a uno de los vecinos.  Raphael estaba en mi casa, otra vez.— Axia, bebé, olvidé decirte que ayer, Raphael se ofreció a ayudarte a pintar tu cuarto, me pareció una gran idea que tengas unas manos extras.

Y sin más, se fue.

—Buenos días, Axia. Lindo pijama.— Ahí, frente a la puerta, sin moverse, tan imponente y limpio.

No creo que venga a ayudar, más bien parece que sólo va a ver como trabajo.

—Buenos días. No necesito ayuda, no tenías por que ofrecerte. Puedo sola, gracias pero puedes irte si quieres, debes tener cosas más interesantes que hacer.— Ahí, sentada sobre el respaldo del sillón, sin ni siqueira invitarlo a pasar. Mamá me regañaría si estuviera aquí.

—Bueno, es sábado. No hago mucho los fines de semana, puedes estar segura de que quiero ayudarte... Más bien, mi madre  me lo pidió. Ahora, ¿vas a invitarme a pasar o el trabajo se hace desde afuera?.

—Sí, pasa, pasa. Lo siento, por cierto, ¿por qué te pediría eso? No me conoce.— Antes de que pudiera responder, lo interrumpí.— ¿Sabes qué?. No importa, eres alto, tal vez sirvas para las partes superiores de las paredes.

—Es bueno ser útil para algo, cual obejto. Gracias, comenzamos cuando quieras.

Ignorando lo último, lo invité a subir las escaleras. Perfectamente podría haber pintado sola aunque viniendo de la señora Kane, me alegra. Al final del día, dos pares de manos son mejor que uno, ¿no?.

—¿Así es cómo pintas cuartos?.— Rápidamente giró su cabeza, pasando su atención desde las latas de pinturas hasta llegar a mí. Con su seño fruncido y una mueca.

—¿Disculpa?.

—Digo, ¿no estás muy elegante?. Ni que fueras Francia.

Traté de no reír ante mis propias palabras... tal vez necesitaba amigos.

—¿Francia?, no entiendo. ¿No estoy usando ropa casual acaso?. Si es por las manchas, no deberías preocuparte, suelo tener mucho cuidado con este tipo de cosas.

—Lo que te acabo de decir, es cultura general, permíteme decirte. A lo que me refiero es que acá.— señalo la habitación haciendo un círculo al rededor de mí eje para explicarle— Iba a decir que podrías mancharte pero parece que no es así.

—¿Por eso tú usas tu pijama?.

—Claro.—Di una vuelta sobre mí para demostrar de alguna forma, que no me molestaba mancharlo.

—Bueno, no voy a mancharme de todas formas y si así fuera, no pasa nada. Es sólo ropa.

—Sí tu lo dices... Muy bien, comencemos.

[...]

Aproximadamente una hora después, dimos la primer mano de pintura a dos de las cuatro paredes.

Raphael fue de gran ayuda, como supuse,  pudo perfectamente llegar a las partes  altas de la habitación.

De un momento a otro, comenzó a sentirse algo tenso el aire. Pude ver como Raphael intentó decir algo varias veces, sin embargo, nada salió de su boca.

Tal vez estaba cansado, posiblemente esté saturándolo, aunque podría decírmelo. No parece ser del tipo de chico que  calle su opinión u otras cosas, más bien, parece del tipo frontal y criticón.

—¿Quieres beber algo?, ¿salir a tomar aire?. Parece que fueras a vomitar.

—Estoy muy bien, Axia. Muchas gracias. Tal vez deberías poner música, para relajarnos.

—Sí, voy a hacer eso.

Fui al cuarto de mis padres en busca de un parlante inalámbrico que tenía mi padre, es como una valija pequeña.

Hasta sus rueditas tiene.

Lo llevé hacia la puerta de mi habitación, lo conecté y antes de comenzar mi playlist le advertí a Raphael sobre mi gusto musical.

—Espero y no te moleste que yo elija la música, tengo gustos peculiares y no fluyo muy bien con música que no me gusta.

—No te preocupes, mi hermano también tiene un mal gusto músical.

—Ni siquiera sabes que es lo que escucho. No puedes sólo suponer que es malo.

—Si me adviertes, entonces supongo que es algo malo. — Dejó el rodillo en el suelo para girarse y cruzarse de brazos con la mirada fija en mí.— Dime, Axia. ¿Qué es lo que escucha una joven como tú?.

Antes de responder, puse los ojos en blanco. ¿Una joven cómo yo? ¿Qué se supone que significa eso?.

— Una joven como yo, déjame decirte,  escucha música viejita, papá me hizo conocer su gusto musical desde que era una niña, supongo que me atrajo desde ese momento. Es muy buena, ¿no lo crees?.

—Muy bien, mucha información innecesaria. Es música, está bien, no es para tanto. Entiendo lo que quieres decir.

—Dime tú. ¿Qué es lo que quiero decir con eso?, tú me preguntaste de todas formas, idiota.

—Una chica con gustos diferentes, no te gusta salir de casa ni socializar, escuchas música de la época de Moisés y los dinosaurios. Lees para escapar de tus problemas, y hasta de la realidad. Todo eso grita que necesitas amigas o un novio, deberías buscar uno. Dime si me equivoco.

—Wow... Eso no lo es lo que pedí. Voy a decirte unas cosas, Raphael. Mis gustos no gritan nada, no necesito amigas ni mucho menos un novio. ¿Es qué acaso eso necesita de alguien para ser feliz?, no lo creo. No deberías juzgar ni suponer sobre la vida de nadie, ni mucho menos opinar, nadie pidió tu opinión, nadie la quiere ni la necesita. Cada quien es como quiere o puede ser. No es de tu incumbencia, no deberías andar por ahí metiendo tus narices donde no te llaman y...

—Muy predecible todo eso, Axia. La niña revolucionaria, muy bien. Entendí.— Maldita escoria, al parecer no nos llevaremos bien como mamá esperaba.

—Eres un ridículo. ¿Sabes qué, puedo terminar esto sola, puedes irte. Muchas gracias por tu ayuda, te acompaño a la entrada.— Caminé hasta la puerta de mi habitación  pero él no me siguió. Tenía una sonrisa burlona en su rostro.

Un ridículo.

—No llegas hasta arriba, no seas infantil, Axia.

—Voy a pensar en algo, no te preocupes.

—Tan inmadura... Antes de irme dejame decirte algo que noté cuando entré a esta habitación.—Se acercó a mí, hasta quedar frente a mi rostro.—Compraste mucha pintura.

—Gracias por tu opinión, la voy a tener en cuenta para la próxima vez, tal vez cuando la pida.

Sin más, pasó frente a mí. Bajamos las  escaleras y llegamos a la sala.

Abrí la puerta, lo despedí y la cerré antes de escuchar algo de su boca.

Hombres, siempre arruinan todo.

Ahora tendría que terminar mi cuarto yo sola.

[...]

Seis horas después, entre descansos y karaokes terminé. No quedó como imaginaba pero tampoco estaba tan mal.

Hice una pila de libros para llegar lo más alto posible y cubrir toda la pared.

Pude sola y sin nadie que me moleste en el proceso.

📚¡Bienvenidos!, espero y les guste.

Gracias por tomarse el tiempo de leer, recuerden que cualquier error será corregido al terminar la historia. 💖

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