Queenie tenía una mirada trágica y heroica.
Había llevado una vida turbulenta, y la vida en la misteriosa organización no había sido mejor que la muerte.
Si no se la hubiera llevado Yvette, seguiría luchando en ese infierno.
Pensó en cómo Yvette la había presentado a todo el mundo en NTT después de liberarla de la misteriosa organización. Cómo le había dado una nueva identidad y la había tratado tan bien.
La había traído para elaborar vino y cocinar...
Incluso una vez Yvette se rió y dijo: —En el futuro, puedes hacer este plato de pasta para mi hija y decirle que así es como sabe el amor de mamá.
En ese momento estaba haciendo una broma.
Queenie replicó: —¿No puedes hacerlo tú misma?
—Todavía estaría recuperándome después de dar a luz. ¿Cómo se supone que voy a cocinar? —refutó Yvette con seguridad.
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