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Midgar y el templo de Tyr 2.262

—Maldición— grito Thor molesto —aun no es el momento— miró a Rosewisse y la apuntó con su mjolnir mientras el martillo emitía electricidad.

Sin embargo, por detrás de Thor se creó un portal con la imagen del interior de una biblioteca con una arquitectura rustica. Entonces se escuchó una voz anciana y profunda —regresa, no es el tiempo—

—Yo, definitivamente volveré por ti— dijo Thor con la nariz arrugada en una expresión de odio. Se dio la vuelta e introdujo en el portal.

—Viggo— grito Rosewisse corriendo a donde recuerda que él había quedado. Ella llegó al lugar con la nieve manchada de sangre, pero no estaba el cuerpo de Viggo —¿Los wulver?— se preguntó angustiada.

—Estoy aquí— dijo Viggo desde la distancia, se veían unas sombras similares a una muralla. Rosewisse camino hasta allá y fueron visibles los retazos de una muralla de piedra reclinada. Ella miró por detrás de la muralla y vio que por debajo estaba Viggo, sentado, mirando el bifrost que le había quitado a Thor. Dicho objeto era igual al que tenía Freya, una estructura metálica con una piedra luminosa en el centro. Sin embargo, en lugar de cabezas de dragones como el de Freya, tenía dos cabezas de leones con melenas.

—Él sabe de nosotros— dijo Viggo examinando el bifrost —este es un pequeño regalo—

Rosewisse tirito, sus ojos se abrieron amplios y se quedó sin palabras. Sintió que el mundo había quedado en silencio y que la ventisca y el frio no existían.

—Pero— añadió Viggo, lo cual hizo recobrar sus sentidos a Rosewisse. Él continuo —solo sabe que somos peligrosos, no entiende nuestras motivaciones ni nuestros poderes—

Rosewisse soltó un suspiro y camino por debajo del retazo de muralla. Ella se arrodillo frente a Viggo, se quitó el casco, lo tiro a la nieve y apoyo su rostro contra el pecho de Viggo —¿Cómo están tus heridas?— preguntó

—Bien— respondió Viggo mirando el bifrost y utilizando su clarividencia para absorber todo el conocimiento que dejo Odín al verter su energía —solo fueron heridas superficiales que con la ayuda de un poco de Estus se sanaron de inmediato—

—Casi me matas del susto—

Viggo apretó el bifrost y desactivo su clarividencia. Él miró a Rosewisse, ella lo miró y se dieron un pequeño beso. Después separaron sus rostros y Viggo dijo —lo siento, no fue mi intención, pero debemos vernos pequeños, simples y manejables. Nadie poderoso se atrevería a tratar de acercar a un enemigo más fuerte que él—

—Creo que este juego tuyo es muy peligroso— respondió Rosewisse

—Sí, lo sé, pero es la única forma de alcanzar a Odín. Una vez que lo conozcamos y entendamos sus pensamientos, estará a nuestro alcance—

Después de descansar durante unos minutos y beber un poco de estus, Rosewisse voló de vuelta con Viggo y para su sorpresa, la enorme serpiente del mundo había salido de las profundidades del Lago de los Nueve Reinos. Su cabeza era tan grande como la cabeza de Thamur, con una forma viperina y alargada, enormes ojos que parecían emitir un brillo ígneo. Decir que podía abarcar todo Midgar era quedarse corto.

Rosewisse se asustó al ver la mirada de la enorme serpiente posándose en ella y Viggo, así que se alejó lo más que pudo, pero la serpiente no les hizo nada.

Media hora después ellos volvieron al jardín de Freya, pero no se veían los animales que siempre pastaban en los alrededores. Viggo y Rosewisse se acercaron a la enorme tortuga y descubrieron que se había agachado y ocultado la casa de Freya bajo tierra.

Rosewisse se quitó su casco de valkiria y dijo con voz de mando —heimili—

La tortuga quedó mirando a Rosewisse con su cabello de plata y a pesar de que llevaba la aparatosa armadura de valkiria sobre sus alas blancas, la reconoció. Entonces apoyo sus cuatro patas y levanto su cuerpo dejando ver la choza de Freya.

—qué extraño— dijo Rosewisse —la maestra nunca oculta la choza por el día ¿Habrá salido en el bote?—

—No lo sé— respondió Viggo —entremos y veamos—

Rosewisse camino por delante y llego delante de la puerta de la casa, golpeo un par de veces y Freya respondió desde el interior —pasen—. Rosewisse se volteó para mirar a Viggo y lo miró confundida. Viggo le hizo el gesto con la cabeza para que avanzara y ella abrió la puerta. Era la casa de una anterior valkiria, así que las dimensiones estaban pensadas para que pudiera entrar una valkiria con las alas recogidas, como Rosewisse.

En el interior estaba Freya, en cuclillas sobre el circulo mágico en el centro de la choza. Sobre el círculo mágico estaba Hildisvíni, el jabalí mascota. Según Rosewisse era una criatura majestuosa y poderosa, pero Viggo solo podía ver a un viejo jabalí terco que se negaba a morir.

—¿Santo cielo? ¿Qué le paso?— preguntó Rosewisse y corrió al lado de Freya

—Un niño le disparo una flecha— respondió Freya sin apartar la mirada del jabalí

—¿Dónde está?— preguntó Rosewisse con enfado, dejo su casco a un lado y acaricio al jabalí —nunca he castigado a un niño, pero será un buen entrenamiento—

—Él ya se fue, no fue su culpa— dijo Freya —déjalo, ayúdame a preparar una brebaje. Antes hice uno, pero donde estaba preocupada me equivoqué en algunas cosas—

—No es necesario, maestra— dijo Rosewisse, ella se levantó y camino hasta Viggo —dame la botella de estus—

—Eeeeeh, estas bromeando ¿Verdad?— preguntó Viggo alzando una ceja en un gesto de incredulidad

—Todavía no me olvido de tu burlesco comentario, así que, si no quieres empeorar tu posición, dame el estus, ahora—

Viggo frunció el ceño, ella iba a ocupar estus para sanar a un jabalí viejo —creo…—

Rosewisse frunció el ceño y soltó un gruñido de molestia, tendió su mano y lo quedó mirando a los ojos. Viggo agacho la mirada y soltó un suspiro. Después tendió su mano izquierda con la palma hacia arriba y acerco la derecha. Al instante apareció la botella esmeralda con un brillo dorado en su interior.

—Por lo menos…— dijo Viggo, pero Rosewisse no lo dejo terminar. Ella le quito la botella, le dio la espalda y camino hasta donde estaba el viejo jabalí y Freya. Viggo levantó las manos en un gesto de indefensión y rendición. Se fue a sentar y por un momento decidió apagar su cerebro y no pensar en que estaban gastando un cuarto de botella en una mascota.

El jabalí se recuperó de inmediato y soltó algunos gruñidos. Rápidamente comenzó a dar vueltas y Rosewisse lo abrazo mientras Freya mostro una gran sonrisa de satisfacción.

—¿Freya, el nivel del agua bajo?— preguntó Viggo a medida que se levantaba de la silla. Camino hasta donde estaba Rosewisse, el jabalí y Freya.

Freya miró al muchacho alto y de cabello rojo —sí, parece que mis visitantes tenían un gran destino— dijo

—Eso es genial, ahora podemos ir por la última valkiria atrapada— dijo Viggo, miró a Rosewisse quien no soltaba al jabalí y continuo en un tono sarcástico —¿cierto? Rosewisse, la valkiria amante de los jabalí—

—Cállate estúpido Viggo— respondió Rosewisse enojada —duermo contigo, así que abrazar a un animalito indefenso y más limpio que tú no es un problema—

Viggo bufo y le dijo —no molestes mujer, acabas de ocupar algo que podría traer a los muertos a la vida. No estoy de humor—

—Yo tampoco, eres tan frio, no sé cómo me pude enamorar de alguien como tú— dijo Rosewisse mientras abrazaba al jabalí de Freya. Viggo torno los ojos al techo y soltó un suspiro de cansancio.

—Lo que sea, mujer, deja de jugar con ese animal, tenemos cosas más importantes que hacer— dijo Viggo

—Tú, vas a ver, cuando estes roncando por la noche te tapare esa bocotá con una almohada. Seguro que por el tamaño te la tragas— respondió Rosewisse, ella se apartó del jabalí y le acaricio la cabeza —no te preocupes, Hildisvíni es un niño bueno—

Viggo miró a Freya e hizo una mueca de incomodidad que lo único que hizo fue hacer reír a Freya.

—Lo siento, Viggo, pero Hildisvíni es importante para mí— dijo Freya

—Yo— dijo Viggo soltando un suspiro —no lo dije por usted, lo siento—

—Cállate, idiota Viggo— dijo Rosewisse, se puso delante de Freya y añadió —no se preocupe maestra, mi marido es desconsiderado, pero es una buena persona—

Viggo frunció el ceño al escuchar a Rosewisse y miró hacia otro lado mientras soltaba un bufido de molestia. Freya solo se rio de los dos, porque a pesar de que peleaban era por algo tonto que luego pasaría. Ya los había visto muchas veces en la misma actitud. Rosewisse miraría a Viggo como siempre y este último sonreiría, diría algo que la haría reír, después la besaría y ella se derretiría en sus brazos. En cierto sentido, Freya le tenía una gran envidia a Rosewisse porque nunca podría vivir como ella.

—Bien, Viggo Dragonroad, sígueme— dijo Rosewisse, levantó su hermoso rostro enmarcado por los cabellos de plata y dijo en un tono firme —heimili—

La tortuga escucho el comando y la casa descendió, ocultándose del mundo y limitando la luz que había en el interior.

Rosewisse miró a Freya a los ojos y le dijo —me voy maestra, puede que vuelva en unos días, yo…—

Freya mostro una pequeña sonrisa de buena voluntad y respondió —no necesitas sentirte mal, Rosewisse. Tienes una familia a la que amas y un esposo que anda detrás de ti. No necesitas quedarte aquí conmigo, no estoy tan sola como crees—

—Si la maestra fuera más amable entendería mis palabras e iría a vivir con nosotros en Orario. Entonces yo le podría mostrar un montón de lugares, a Bell, a mi familia. Si no quiere vivir con nosotros no sería problema, Viggo tiene dinero y le puede comprar un lugar. Orario sería mil veces mejor que Midgar, se lo aseguro—

Freya trago saliva y sintió que los labios le temblaban. Sus ojos se tornaron acuosos, agacho la mirada y apretó sus labios formando una línea. Ella levantó su rostro, la miró a los ojos y asintió —lo pensare— dijo en un tono de voz suave

Rosewisse tomo una profunda respiración y abrazó a Freya con todas sus fuerzas. Después se separó, le acaricio la cabeza una vez más a Hildisvíni y por último miró a Viggo. Este último al ver ese pequeño rostro con una mirada triste, mostro una pequeña sonrisa y Rosewisse recompuso algo su estado de ánimo. Ambos caminaron a la salida trasera y al abrir la puerta, se encontraron con un puente que conectaba la casa con una gruta subterránea. Antes todo estaba cubierto de agua, pero ahora había grandes retazos de tierra seca. La oscuridad era intensa, pero Freya había puesto algunas antorchas para iluminar el camino de aquellos visitantes que hablo hace unos minutos.

—Nos vemos maestra— dijo Rosewisse tratando de sonar lo más animada posible. Freya levanto la mano en señal de despedida y cerró la puerta.

Viggo y Rosewisse caminaron por el puente hasta un largo retazo de tierra húmeda en silencio. Ambos llegaron a la tierra húmeda que en realidad era gran parte roca. Rosewisse se detuvo con la cabeza gacha, ella se dio la vuelta y miró a Viggo. Este último hizo una mueca incomoda y extendió sus brazos. Rosewisse lo abrazó y sollozo en silencio, triste por el destino de su maestra. La gran diosa vanir, símbolo de estatus y poder de Vanaheim, se había convertido en una existencia efímera que solo vivía para esperar a su hijo, quien era uno de los grandes asesinos aesir.

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