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Guerra y Fortuna 2.256

Kain, el alto elfo de cabello blanco y ojos azules miraba con extremo Odio a aquella persona que le recordaba la sensación del dios antiguo, cuando él era el guardián del balance. Sus enormes ojos, sus tentáculos y su voz pretenciosa que adoctrinaba a todo el mundo de que él era la rueda del destino. Aquel monstruo terrible que sumergió Nosgoth en la completa locura, domino a las razas, maldijo a los vampiros y causo la caída de los guardianes de los pilares de Nosgoth. Ese odio que pensaba que se había extinguido, estaba muy presente en el núcleo de su alma. Afloro de forma terrible y ahora había ocasionado que, en un acto de furia ciega, convirtiera a alguien que no conocía en una carne atravesada por una decena de aceros.

—Eso parece serio— dijo alguien detrás de Kain en un tono desenfadado mientras se abanicaba —realmente odias a los de mi especie, pero tú arma, tú tienes un arma mejor ¿No?—

Kain se quedó de piedra, con un sudor frio recorriendo su espalda. Estaba seguro de haberlo apuñalado con sus lanzas mientras utilizaba la técnica de Scathach que hiere al nivel del alma.

—Que mal, a menos que me ataques con tú espada espectral jamás me harás ningún daño— susurro aquella persona por detrás de Kain. Este último se dio cuenta que aquel hombre sonreía de forma despreocupada mientras se abanicaba.

—Tú…—

—Kain, suficiente— dijo Xiao corriendo lo más rápido posible hasta pararse por delante de él y levantar sus manos para que él no continuara —él no es como aquel dios, es de la misma raza, pero diferente— entonces susurro —y más problemático y peligroso. No continues con esto o será algo que ni siquiera yo y Kiara podremos solucionar—

Kain miraba con una mezcla de odio y frialdad a Kisuke mientras este último sonreía de forma despreocupada. Kain sabía que no era él, ya lo había matado, había renacido justo como Kain y lo había vencido en otro mundo. Él estaba esperando junto con Artoria en aquel mundo. Este monstruo en frente de él que tomo la figura de un hombre rubio con un sombrero blanco con rayas, hakama, samue y sandalias.

—Entiendo— dijo Kain tranquilizándose —solo pensé que había sentido a un viejo…amigo—

—Padre— dijo Viggo acercándose a Kain. Este último miró a Viggo de tal manera que este último se sintió asustado y dio un paso atrás.

—No, hijo, no, estoy un poco confundido. Tú no necesitas temerme, soy tu padre, recuerdas— dijo Kain cambiando su expresión a una de miedo —soy el hombre que te llevaba en sus brazos, que te hacia dormir ¿Te acuerdas?—

Viggo miró a su padre y tomo una profunda respiración. Entonces vinieron las palabras de Kratos a su mente:

<<Solo eres un muchacho estúpido. Estás lejos de saber lo que es un verdadero enemigo, alguien al que odias con todas tus fuerzas>>

Viggo entendió mejor las palabras de su maestro, ahora, había conocido a alguien que realmente odiaba a alguien con todas las fuerzas de su ser. La pregunta era ¿A quién odiaba tanto su afable y bromista padre? Viggo ni en un millón de años pensó que algún día vería esa expresión de intenso odio en los ojos de su padre, pero era como decía su viejo. Kain no lo odiaba a él, solo paso que lo vio de una manera en que le causo miedo. Viggo camino hasta su padre y lo abrazó. Sin embargo, al abrazarlo se dio cuenta que el cuerpo de su padre se sentía como el de él cuando Viggo entro al cuadro pintado del infierno. Los músculos duros como palo y todo el cuerpo tenso.

—Está bien, padre, estoy aquí, somos familia— dijo Viggo recordando lo que le decían sus esposas

—Sí, hijo— susurro Kain mientras abrazaba a su hijo

Xiao se acercó a Kain y lo tomo por el brazo —será mejor que me lleve a Kain y le explique antes de que las cosas se salgan de control— dijo

—Si, es verdad— dijo Kisuke mientras se abanicaba y le daba una mirada aguda a Xiao —nunca me había visto a mí mismo ser empalado por tantas armas en un solo instante—

Xiao sintió que le caía una gota de sudor por el rostro. Formo una sonrisa amistosa y dijo —solo fue un malentendido, solo eso—

Kisuke asintió, Kain soltó a Viggo, dio un paso atrás y quedó mirando a Kisuke a los ojos. Sin embargo, Xiao desapareció en un rápido movimiento y ellos no pudieron continuar su concurso de miradas.

—Yaaaaa— dijo Kisuke en el típico tono de voz burlón y desenfadado —Viggo, tú viejo seguro que da miedo— él se volvió a abanicar y continuo —por esto por lo menos tienes que prepararme una residencia. Son las mínimas disculpas ¿No?—

—Nada de eso— dijo Kiara acercándose a donde estaban Viggo y Kisuke. Ella se detuvo al lado de Viggo, miró el supuesto cadáver de Kisuke y con un simple ademan, desapareció las armas y el cuerpo, sin dejar rastros de sangre o alguna marca.

—Ven, Viggo, Kisuke— dijo Kiara —será mejor que entremos a la casa de la familia Bishamon y conversemos abiertamente—

Viggo asintió, saco la llave de la casa que tenía dentro del anillo y abrió la reja de entrada. Kiara y Kisuke entraron, Viggo entro al final y cerró la puerta.

—Demasiada seguridad para un sistema tan fácil de burlar— dijo Kisuke

—Eso lo dice un bribón como tú— respondió Kiara —pero para los humanos es seguridad suficiente para disuadir a la gran mayoría—

Viggo invito a entrar a la casa a Kiara y Kisuke mientras ambos primordiales conversaban de cosas sin importancia relacionadas con los humanos. Kiara parecía acostumbrada a los comportamientos humanos, pero Kisuke parecía que todavía no entendía bien los sentimientos como el miedo, la ira y otros.

Los tres se reunieron en la biblioteca donde había dos sillones de un cuerpo y dos sillones de tres cuerpos separados por una mesita de centro. Viggo y Kiara se sentaron en el sillón de tres cuerpos y Kisuke en el sillón de un cuerpo. Kiara hizo un ademan y sobre la mesa aparecieron un juego de tazas, galletas y otras cosas.

—¿Quién eres Kisuke?— preguntó Viggo abiertamente mientras estiraba sus manos para tomar la tetera y verter té en las tazas —¿Por qué quieres a mis hijos?—

—Creo que Kiara ya debe haberte dado algunas explicaciones, pero te ayudaré un poco— dijo Kisuke extendiendo su mano y haciendo aparecer una esfera de energía blanca semi transparente —algunos de nosotros tomamos las almas de ciertas existencias y les damos una segunda oportunidad. Sin embargo, en mi caso, tome almas muy fuertes, digamos que son como plantas muy raras que tienen que cumplirse ciertos requisitos para que puedan crecer. Yo disperse todas las que me gustaron por el universo. Llevo mucho tiempo esperando que algunas se desarrollen, pero es tan raro que se cumplan los requisitos que había perdido las esperanzas. Claro, hasta que apareció alguien como tú. Eres como un agujero negro en el espacio, generando una gran gravedad y absorbiéndolo todo. Las almas son lo mismo, tu existencia junto a tu composición física ha generado los factores necesarios y muchas almas que no podían reencarnar, van a poder tener su segunda oportunidad ¿Entiendes?—

—¿Y esta alma es poderosa?— preguntó Viggo mientras miraba la esfera blanca semi transparente flotar en la mano

—Para nada— dijo Kisuke con una gran sonrisa bromista —esta es una de las almas más débiles, encargadas por una persona, pero no sé, puede que falle. No creo que salga algo bueno de esto—

Viggo agacho la cabeza y soltó un suspiro mientras sonreía sin saber si tomar en serio lo que decía el primordial o no —¿Qué quieres de mis hijos?— preguntó

—Ooooh, nada en particular. Primero deben tener su segunda oportunidad y desarrollarse. Una vez que vea sus actitudes, hablare con ellos. Algo así como lo que has hecho tú—

—Yo, no me gustaría que mis hijos pasaran por lo mismo que yo—

—Inclusos si la tendencia de sus almas no les permite perdonarse a sí mismos. Les impide ser felices incluso si esta vida es una nueva y no tiene nada que ver con lo que vivieron anteriormente—

Viggo quedó en blanco por unos segundos y volvió a mirar al primordial que aun manifestaba el alma como una esfera blanca que flotaba encima de su palma. Kisuke cerró su mano y el alma se desvaneció del mundo físico.

Viggo miró a Kiara, su hermoso rostro ovalado enmarcado por el velo blanco de monja. Viggo preguntó —¿Puedo confiar en él?—

Kiara soltó un suspiro y asintió. Después de todo, "Kisuke" había vencido y encerrado el alma de su hermano para que la locura y el frenesí no consumieran a todo el planeta y ese sistema solar.

—Kisuke— dijo Viggo volteando su rostro para mirar al otro primordial —¿Cuántos de ellos? ¿Cómo debería educarlos? ¿Serán como yo?—

Kisuke soltó una risotada y sacó su abanico para lanzarse viento a la cara —claro que serán como tú, pero lo más importante— dijo desvaneciendo la sonrisa de su rostro, cerrando el abanico y apuntando con él a Viggo —no será uno o dos, son varios—

La reunión entre Viggo, Kiara y Kisuke continuo durante varias horas hasta que volvieron todos los miembros de la familia Bishamon. En ese momento Kisuke se despidió, pero dijo que volvería de vez en cuando para ver cómo estaba todo. Al mismo tiempo, Kiara se quedó con Viggo porque este último se sentía abrumado por la situación. Ya no era solo el futuro, no era solo su familia, ya no era solo el hecho de volverse un rey de los dioses, no era solo el hecho de construir un imperio. Prácticamente Viggo debía conducir a un montón de semi dioses para que no se volvieran locos y destruyeran el mundo. Entonces se recordó a sí mismo de niño y le dieron ganas de llorar ¿Acaso sus hijos serían como él y andarían vagando por las calles de Dedalus, luchando contra maleantes?

Cuando Viggo llegó a su mansión solo quería descansar. Kiara iba a su lado y lo acompañó en todo momento.

—Viggo, no es tan terrible— dijo Kiara en un tono de voz suave —tienes tiempo para pensar las cosas—

—Sí— dijo Viggo en voz baja, pero esas palabras no le hicieron sentir mejor y se fue a acostar. Con Kiara hicieron el amor y después de eso durmieron, faltando a la cena familiar. Kiara estaba despierta así que le informo de forma superficial lo que había pasado a los demás. Así que dejaron dormir a Viggo. Sin embargo, como a eso de las tres de la mañana Kiara despertó a Viggo.

—¿Qué sucede?— preguntó Viggo abriendo los ojos y sintiendo todo su cuerpo cansado. Miró los alrededores, todo estaba oscuro, pero por la voz y el tacto pudo diferenciar a Kiara su lado.

—Viggo— dijo Kiara oculta por el manto de oscuridad de la noche —ya casi está, tú hijo, el de Scheherezade—

Viggo quedó sentado de un solo movimiento y miró los alrededores encontrándolo todo más claro gracias a la luz de la luna que se filtraba por las cortinas de las ventanas —¿En serio?— preguntó

—Sí, vamos— dijo Kiara

Viggo se levantó de la cama, busco una bata y salió de la habitación sin esperar a nadie. Él llego delante de la habitación de Scheherezade, golpeo la puerta y una mujer de edad avanzada abrió. Adentró se veían sus tías Isabel y Mikoto mientras que Scheherezade estaba recostada.

—Justo lo íbamos a ir a buscar, señor— dijo la mujer, por sus palabras parece que era la partera

Viggo asintió y entro a la habitación dándose cuenta de que en una esquina estaba sentada Rosewisse con su maravilloso cabello de plata y alas blancas mientras sostenía su varita en la mano, como si fuera un guardián. Viggo asintió a ella y ella le devolvió el gesto. Sin embargo, Viggo no se detuvo y camino hasta sentarse al lado de la cama de Scheherezade para tomarla de la mano.

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