El día de la subasta llego y como siempre, todo se hizo en el teatro de la familia Ganesha. Viggo y compañía llegaron en el carruaje de Semiramis. Sin embargo, para esta ocasión solo fueron Viggo, Semiramis y Scheherezade. Sakura y Ana no estaban de ánimo y Rosewisse estaba un poco aburrida de destacar por sus alas como si fuera un animal exótico, así que se negó a venir. Tsubaki, bueno ella no es de venir a este tipo de eventos. Además de que está concentrada en llevar su herrería al nivel de maestría. Si lo logra será la primera maestra herrera de la familia Hephaestus en más de un siglo.
Viggo fue el primero en descender del carruaje frente a una alfombra roja que se extendía por más de cien metros hasta la entrada del teatro de la familia Ganesha. Después él ayudo a Semiramis y Scheherezade a descender. El carruaje se fue y ellos se tomaron del brazo para caminar por la alfombra roja hasta llegar a la entrada donde un aventurero de la familia Ganesha los recibió. Ellos mostraron sus entradas y pidieron que los condujeran al balcón de la diosa Hepahestus.
Una vez que Viggo y compañía llegaron al balcón de la familia Hephaestus encontraron a Kain, Demeter, Hephaestus y Hera sentados en la primera fila de un conjunto de doce sillas agrupadas en filas de cuatro sillas.
-Permiso- dijo Viggo, llamando la atención de su padre y de todas las esposas. Todos los miraron y sonrieron de buen humor.
-¿Todo bien?- preguntó Hephaestus con un rostro de preocupación, era la primera vez que Semiramis se alejaba de Uriel. Ella no era la madre, pero se preocupaba tanto más como la abuela que era.
-Todo bien, suegra- dijo Semiramis con un tono de voz educado y tranquilo -Uriel se quedó con la señora Mikoto. La leche y pañales quedaron preparados junto a un montón de juguetes-
Hephaestus tomo una profunda respiración y asintió para después darse la vuelta sin preocuparse por Semiramis. Al mismo tiempo, Viggo le acaricio la espalda a Semiramis para que ella no se sintiera mal. Era claro que ellas no se llevaban bien, desde un principio ninguna acepto a la otra. Por otro lado…
-¿Estás preparada para la velada?- preguntó la diosa Hera
-Sí- respondió Semiramis con una enorme sonrisa
-Eso espero, hoy tenemos muchas cosas que comprar- respondió Hera, después miró a Kain y le dijo -te dejo, pórtate bien-
-Oye, yo siempre me porto bien- respondió Kain con una sonrisa en los labios.
Por el lado, Viggo pudo ver que su madre miraba a la diosa Deméter, otra de las esposas de su padre, y tornaba los ojos al cielo en un gesto de fastidio y burla ante la conversación de Kain y Hera. No faltaba de decir que Hephaestus y Hera tampoco se llevaban, pero como ambas eran diosas trataban de manejar las cosas de la mejor manera. De ahí que Hera hiciera tan buena combinación con Semiramis. El enemigo de tu enemigo es tu amigo, dicen.
Hera se levantó ignorando por completo a Hephaestus y camino con su vestido de gala de color crema con pequeños detalles de brillantes. A pesar de su estómago abultado por el embarazo, se veía elegante. Por supuesto, no utilizaba tacones altos como otros años. Semiramis tampoco porque tenía que volver a acostumbrarse mientras que Scheherezade los ocupo desde siempre.
Viggo se puso al lado de Hera y le ofreció su brazo. Ella sonrió ante tal gesto y miró a Semiramis. Ella asintió dando su aprobación. Hera tomo el brazo de Viggo y él se dio la vuelta, movió su otra mano en señal de despedida a su padre, madre y su tía Deméter. Entonces Viggo, Hera, Semiramis y Scheherezade fueron al tercer piso, donde estaba el palco de la diosa Hera como uno de los mayores dioses de Orario. Por lo usual no lo ocupaba, era más entretenido estar con Kain en palco de Hephaestus, aunque tuviera que aguantar la presencia de Hephaestus. Además, cuando iba al palco del tercer piso traía a Odiseo. Aunque sea su aventurero más confiable, solo se podría categorizar como un hombre de pocas palabras y demasiado serio, lo cual lo hacía aburrido en extremo. Sin embargo, ahora tendría a Semiramis y Scheherezade, dos muchachas inteligentes y conversadoras, lo cual lo haría todo más interesante.
Por otro lado, estaba Viggo, quien era un conversador coqueto, muy diferente de su padre, quien se podría considerar un conversador enigmático. Viggo tenía la diversión, pero Kain tenía el misterio, ambos igual de encantadores, pensó Hera.
Una vez que los cuatro llegaron al palco, entraron y se encontraron con una alfombra café clara con un pelaje mucho más alto y suave que el del palco de Hephaestus. Las sillas eran menos, solo cuatro, cerca del balcón. Las dos cortinas de color burdeos sujetas con unos alzapaños a los costados. Había muebles a los lados del palco con botellas de vino y copas preparadas.
Los cuatro se sentaron y miraron hacia las butacas. La gente seguía llegando una detrás de otra, los pequeños dioses con familias débiles y poco numerosas se saludaban unos a otros mientras que los que tenían familias numerosas, se miraban con desprecio. Pequeños dioses, los consideraba Hera porque peleaban por las pequeñas migajas que caían de la mesa de las grandes familias. Si fueran más inteligentes se aliarían unos con otros y fortalecerían, pero eran tan orgullosos que continuarían así hasta que los obligaran a volver al cielo o se aburrieran de ser unos perdedores en la tierra ¿Cuántos dioses no habían pasado por lo mismo? Incluso su amiga Frigg, que hace años fue la diosa de una de las esposas de Kain, cuando él recién vino a Orario. Bueno, Hera tampoco la podía culpar. Frigg perdió una guerra con otra familia y lo perdió todo. Así que eso de empezar de nuevo desde cero no se escuchaba para nada bien. Ella se aburrió y volvió al cielo. Hera tomo una profunda respiración y se preguntó en qué clase de situación se quedará ella cuando lo pierda todo ¿Acaso su hijo estará ahí para socorrerla? ¿Le dirá que se esfuercen otra vez o le dirá que disfrute de sus días en Orario mientras él trabaja? ¿Será agradable vivir con lo justo, sin todos los lujos que tiene hoy en día? Para empezar ¿Orario (los otros dioses) aceptaran su presencia? No lo sabía, pero hasta que llegue el día terrible, había que disfrutar de la situación.
La subasta empezó con normalidad, ofreciendo pequeñas obras de arte y joyas de otras tierras. Algunas con historias trágicas, otras con trasfondos legendarios. Los dioses menores se pelearon por ese tipo de productos, algunos siguiendo regañados por sus capitanes. Ya que aquellos dioses se endeudaban de forma estúpida con cosas que no podían pagar, todo por aparentar delante de los demás.
Como esta parte de la subasta no era importante, Viggo converso con Semiramis y Scheherezade mientras Hera lo escuchaba decir un montón de tonterías graciosas y coquetas, cosas que hacían reír a la diosa y a los dos mortales. Sin embargo, Hera poco a poco comenzó a prestar menos atención a Viggo y más atención a los pequeños dioses que hacían el ridículo en las butacas. Algunos ofreciendo ponerse a pelear por que otro insignificante dios gano la puja por un collar o una obra de arte de dudosa procedencia.
Hera frunció el ceño y preguntó al aire -Dime, Viggo ¿Qué harías con todos esos pequeños dioses que hacen el ridículo? Claro, poniéndote en la situación de que fueras su rey-
Las risas entre Semiramis, Scheherezade y Viggo se detuvieron. Ellos se quedaron callados, miraron hacia las butacas y vieron a dos dioses vestidos con un frac agarrándose por la ropa para después ser tomados por los capitanes de sus familias y ser separados. Semiramis y Scheherezade miraron a Viggo, quien ponía una expresión solemne.
-Los dioses no tiene nada que perder cuando vienen a la tierra. Así que impondría más reglas y condiciones para que ellos estuvieran aquí- dijo Viggo con un tono de voz serio
-¿De dónde sacas esas conclusiones?- preguntó Hera
-Desde que llegan a la tierra, los dioses no pasan por ninguna incomodidad además de ser pobres. Sin embargo, en cuanto se hacen de una familia no tienen ninguna ambición más que pasarlo bien. Además, a pesar de que muchos tienen milenios de conocimiento, no lo comparten con sus hijos. Su única función es cambiar su bendición por valis para pasarlo bien-
-Poner una sanción es algo demasiado superficial- dijo Hera de forma estricta -hablar de control puede espantar a los dioses ¿Qué me dices sobre eso?-
-Los humanos se están jugando la vida al ser aventureros, creo que los dioses deben responder de la misma manera. Si ellos quieren vivir en Orario, pasarlo bien y vivir cómodamente, tiene que retribuir a sus familias de la mejor manera. De lo contrario, son innecesarios. Hay dioses que tiene familias pequeñas, si es por intercambiar la bendición por valis, aquellos dioses lo pueden hacer y esos que no aportan nada y solo son un problema, pueden volver al cielo-
-Hablas como si estuvieras en igualdad de condiciones-
-Si soy rey de los dioses, estoy en una posición superior. Soy la monarquía, soy aquel que tiene que encontrar el balance entre los aventureros y los dioses. No necesito preguntar, son mis reglas del juego, ellos deben acomodarse-
-Aunque es bueno ser definitivo y autoritario- dijo Hera mirando a Viggo a los ojos. No con desaprobación, si no como una maestra que corrige a un alumno entusiasta -pero es mejor encontrar un punto medio donde todos están satisfechos sin pasarlos a llevar. Si algún día vas a ser rey, debes aprender a tratar con todos tus súbditos, incluso si no te caen bien. Recuerda las palabras que dijo el otro día tu padre "todos tienen un propósito, quien sepa utilizar eso a su favor, puede lograr sus objetivos". Nadie te dice que toleres a los tontos como Zeus, pero tampoco que te comportes como un tirano que no tolera a nadie. De lo contrario, caerás en los mismos errores que cayó aquel dios Odín, que considero a todos sus enemigos y transformo su reino en uno de muerte y destrucción-
-Encontrar el balance. Castigar de forma definitiva a los que se lo merecen y proteger a los que lo necesitan-
-Pero ¿cómo llegas a ese balance? ¿Quién se merece morir y quien no?-
Viggo quedó pensando durante unos momentos, pero no encontró una buena respuesta. En casos extremos como Zeus, era fácil, debía morir porque no tenía otro propósito en el mundo más que divertirse. No sería de ayuda a nadie y jamás se arrepentiría de sus errores. No hay crecimiento, solo deterioro. Sin embargo ¿Qué pasaba con la gente que estaba empezando? ¿Cómo podía enseñarles y corregirlos? ¿La solución final era la muerte?
-Te queda un largo camino por recorrer Viggo- dijo Hera, un tanto orgullosa por lo reflexivo que era Viggo en todos estos asuntos, en lugar de querer mostrarse grandilocuente y sabio con un gran argumento. A veces, la mejor respuesta es la que no se dice hasta que se está totalmente seguro. Las prisas en este tipo de temas no son buenas. Hera se puso de pie, Semiramis y Scheherezade la imitaron y Viggo las quedó viendo. Hera sonrió con dulzura y dijo -ya termino la primera parte de la subasta, vamos al salón de eventos-
Viggo asintió, se puso de pie y la guio a las escaleras para descender hasta el primero piso. Donde se dieron cuenta de que la estatua del aventurero con la lanza (Rómulo) tenía nuevas flores a sus pies. Un detalle de Kain para un amigo con el que lucho en el pasado. Después continuaron al salón de eventos, las puertas estaban abiertas y la gente murmurando con un montón de cuadros repartidos por todos lados.