Viggo se despertó con una hermosa muchacha de cabello purpura entre sus brazos. Ella estaba durmiendo con una suave respiración. Su piel tersa y sus pequeñas facciones la hacían ver hermosa. Viggo, despierto desde hace un par de minutos, la miraba sin nunca cansarse de ver esa expresión en calma. Al mismo tiempo, otra muchacha de cabello purpura lo abrazaba por la espalda. Viggo podía sentir el suave tacto de los senos y la tenue respiración sobre su espalda.
La que tenía Viggo entre sus brazos era Ana y la que lo abrazaba por la espalda era Sakura. Ambas muchachas dormían con la misma tranquilidad. Cualquiera que las viera y no las conociera, diría que eran virginales doncellas, puras e inocentes. Ignorando por completo que ellas, enseñadas por Kiara, eran la encarnación de la lujuria.
Sin embargo, a Viggo no le importó cualquier percepción que pudieran tener los demás. Ellas eran adorables, de su confianza y de su cariño. Cada una tenía sus gestos y sus actitudes. Sakura era social y conversadora, mientras que Ana era callada y tímida. No obstante, si las hermanas coincidían en algo, aparte de su cabello purpura, era en su gusto por Viggo, que ahora se extendió a su madre, Hepahestus.
Anoche, después de haber hecho el amor durante un par de horas, ellas le contaron a Viggo lo felices que estaban viviendo en Orario. El lugar era pacífico y civilizado, con un montón de tiendas de dulces y lujos. En las pocas semanas que llevaban en la ciudad, Hephaestus se preocupó de llevarlas a todo tipo de lugares. Todo era muy divertido y asombroso.
Esto le dio cierta tranquilidad a Viggo, ya que por lo menos ellas tenían una buena relación con su madre. No es como si Semiramis y Scheherezade se llevaran mal con ella o viceversa. Sin embargo, era una situación en donde ninguna lograba aceptar a la otra. Viggo se preguntó si era por la edad. Después de todo, Semiramis y Scheherezade eran ya mujeres y sabían lo que querían en la vida. Mientras que Ana y Sakura eran muchachas que por ahora estaban enfocadas en el amor y en volverse aventureras. Ellas como jóvenes eran respetuosas con Hephaestus y la escuchaban en todas las cosas que ella decía.
Viggo soltó un suspiro que alcanzó los parpados de Ana. Las largas pestañas temblaron y ella comenzó a abrir sus ojos poco a poco. Entonces ella vio que estaba en los brazos de alguien, elevo su mirada y vio el rostro de Viggo enmarcado en sus cabellos rojos. Ella sonrió y susurro -buenos días- cerró los ojos y levantó sus labios. Viggo entendió la señal y la beso con ternura.
Después del pequeño beso, Viggo sonrió y le respondió -buenos días-
Ana sonrió y cerró los ojos con pereza, ella apego su rostro al pectoral de Viggo y restregó sus mejillas. Ella parecía la criatura más feliz sobre la faz de la tierra. Viggo de solo verla también se sintió feliz y la abrazó.
-Tan activos en la mañana- dijo Sakura con una voz somnolienta a las espaldas de Viggo. Ella se tapó la boca con la mano y después soltó un suspiro, para de nuevo, dirigir su mano al cuerpo de Viggo y continuar abrazándolo.
Viggo miró hacia atrás y pudo ver a una hermosa Sakura con los ojos semi cerrados del sueño. Ella sonreía con una expresión dulce mientras apretaba sus senos contra la espalda. Viggo entendió que debía acomodarse para quedar en una mejor posición y soltó su abrazo de Ana. Después se acostó boca arriba y ellas se acostaron sobre su pecho. Ambas hermanas abrazaban a Viggo con los ojos cerrados mientras disfrutaban del calor corporal.
-¿Qué hora es, Viggo?- pregunto Sakura con una voz suave mientras sus delicados dedos dibujaban círculos sobre el pectoral de Viggo.
Viggo sintiendo el cosquilleo de esos dedos sobre su piel, miró hacia el velador de madera caoba al lado izquierdo de la cama y vio un reloj. Era un cuadrado de madera clara con los doce números romanos sobre un círculo blanco. La manecilla corta marcaba la letra V y la larga el XII.
-Son las cinco de la mañana- respondió Viggo y volvió su rostro al techo mientras sentía las suaves caricias de las hermanas. Ambas habían empezado su táctica para activarlo a base de caricias suaves. Entonces cuando Viggo se sintiera dispuesto lo harían una vez más para empezar el día. Sin embargo, aún no era el momento, ellas seguirían con sus caricias hasta que estas se volvieran completamente sexuales. Viggo se volvería caliente y las asaltaría en el momento en que sus deseos se desbordarán; ese sería el mejor momento, pensaba Viggo. No obstante, por ahora, solo cabía esperar y conversar.
-¿Hablaron con Flora?- pregunto Viggo
-Sí- respondió Sakura llevando su mano desde el pectoral al estómago y continuando con sus suaves caricias -ella quería algunos consejos-
-Déjame adivinar ¿Aquiles?-
Ambas hermanas asintieron. Al mismo tiempo, Ana también bajo su mano del pectoral al estómago y siguió acariciando a Viggo.
-Ella siempre ha sentido una atracción por ese tipo- continuo Viggo, pensando que a lo mejor también era la tendencia del alma. A lo mejor, Flora y Aquiles se conocieron en algún momento de sus vidas pasadas y ese sentimiento nunca se extinguió, incluso después de la muerte. Sin embargo, Viggo negó pensando en cómo Aquiles trataba a su hermana. Para él, Flora era solo una niña similar a una prima o una hermana pequeña.
-Sí, ella nos contó eso- dijo Ana -que siempre ha estado enamorada de él. Sin embargo, él nunca la ha mirado más que como una amiga-
-Así que le dijimos lo que estaba mal- continuo Sakura
-Ella siempre se muestra sumisa y buscando su aprobación- añadió Ana
-Sí, sí- continuo Sakura -lo que ella debe hacer es ser una chica enérgica, pura, pero divertida. Entonces Aquiles que es mayor se verá absorbido por la esencia de su juventud y se sentirá atraído poco a poco-
Viggo arqueo la ceja y les dijo -Aquiles está en una familia donde el 60% o 70% son mujeres ¿Qué haría a Flora diferente del resto?-
-La diferencia es que Aquiles no tiene defensas contra ella. Solo la ve como a una niña y por eso es más fácil para Flora acercarse. Ella debe mostrarse como una muchacha pura, pero a la vez, tener gestos sugerentes como sentarse en las piernas de Aquiles. A los hombres les encanta la figura de la santa-puta. Una mujer que por fuera se ve inocente, pero que con sus gestos los tienta-
Viggo soltó un suspiro y les dijo -espero que no se hayan ido por la borda dándole consejos. Sé que Kiara les enseño muchas cosas como aprendices de heteras, pero no todo el mundo puede aprender ese conocimiento y mantenerse en sus cabales-
-Solo la aconsejamos para que su amor se haga realidad- respondió Ana, quien bajaba su mano del estómago de Viggo al pubis mientras sus caricias se volvieron sexuales. Al mismo tiempo, Sakura comenzó a besar a Viggo en el cuello mientras su mano derecha bajaba hasta los testículos y los comenzaba a estimular.
Por su parte, Viggo comenzó a sentir como el calor llenaba su pene y su carne se volvía firme. Él miraba a ambas hermanas como poco a poco los estaban volviendo loco con besos y caricias, pero quiso esperar un poco más, solo un poco más, pensó.
-Viggo- dijo Sakura con voz sensual mientras le lamia el cuello -¿Vas a ir con nosotros y Tsubaki al calabozo?-
Viggo soltó un jadeo caliente y sus manos bajaron hasta la cola de ambas chicas. Como siempre, Ana tenía un trasero redondo y carnoso mientras Sakura tenía uno más proporcional. No obstante, esta última lo compensaba con el tamaño de sus senos que eran como dos naranjas que restregaba contra el pecho de Viggo. Él podía sentir como los pezones se volvían duros en medio de esas dos masas de carne suave y tersa. Viggo comenzó a acariciar las nalgas, llevando su dedo a los anos de ambas chicas y dibujando círculos con la yema de los dedos. En respuesta, ellas comenzaron a mover sus caderas y presionar sus traseros contra las manos de Viggo.
Mientras Viggo sentía como Ana llevaba su mano hasta el pene y comenzaba a masajearlo de arriba hacia abajo, dijo -no puedo, tengo mi propio entrenamiento. Por eso las iba a acompañar hoy. Lo siento, pero esto es importante. Les prometo que a futuro haremos nuestras propias excursiones. Por ahora vayan con Tsubaki, ella es confiable y las protegerá con su vida-
Ambas hermanas asintieron mientras ellas sostenían el pene de Viggo entre las dos. Ellas podían sentir el palpitar de la carne, las venas llenas de sangre y el calor lujurioso. Ana miró a Sakura y ella asintió. Entonces Ana tiró la sábana hacia atrás y comenzó a besar el pecho de Viggo. Sakura subió por el cuello hasta llegar a la boca y lo beso. Ana continúo bajando por el estómago, besando cada uno de los pequeños cuadrados que conformaban el abdominal. Ella pasaba su lengua delineando la hendidura entre los músculos, bajando por el ombligo y besando el pubis.
Al mismo tiempo, Sakura se tomó sus propias libertades y se subió sobre el rostro de Viggo. Él la tomo de las nalgas y ella se sentó sobre su cara. Entonces, con la luz de la mañana que entraba por las cortinas de los grandes ventanales, ella comenzó a gemir mientras sentía como Viggo lamia y besaba cada uno de los pliegues de su vagina. Ella cerró los ojos y comenzó a mover sus caderas de atrás hacia adelante, sintiendo como Viggo le agarraba las nalgas y le lamia el ano. Después seguía con el movimiento natural, introduciendo su lengua en la vagina y rosando el clítoris.
Por otro lado, Ana succionaba el pene, introduciendo la gruesa punta y llenando su boca mientras su mano izquierda masajeaba el pene de arriba hacia abajo y con la mano derecha masajeaba las bolas. Después de escuchar a su hermana gemir, ella supo que era la única que se estaba quedando fuera de la diversión. Así que Ana se montó sobre las caderas de Viggo y llevo el pene de Viggo a su vagina. Ella soltó un gemido sensual al sentir como Viggo la invadía hasta alcanzar la parte más profunda de su ser. Intoxicada por el momento, Ana comenzó a mover sus caderas, rosando su clítoris contra el pubis de Viggo y sintiendo un grato sentimiento. Ella comenzó a mover sus caderas con más fuerza, de atrás hacia adelante. Apretando el ano para que las paredes de su vagina se sintieran más apretadas. De vez en cuando, moviendo sus caderas en movimientos circulares, pero la mayor parte del tiempo era ella moviendo sus caderas de atrás para delante de forma frenética, como si estuviera desesperada por recibir la satisfacción de acabar.