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Remanentes de otra Era 1.74

-Seguramente debe haber una especie de disco que sirve de llave- dijo Scheherezade mirando el tótem de piedra obsidiana. Viggo, quien estaba detrás de ella sosteniendo una antorcha, asintió.

-Lo más probable, pero no tenemos toda la vida para buscar algo tan pequeño- dijo Viggo -debemos hacer esto lo más rápido posible-

Scheherezade asintió, se dio la vuelta y lo miró a los ojos -cuento contigo, me prometiste llevarme, no me decepciones-

Viggo sonrió pensando en que esta mujer estaba más interesada en investigar que preocupada por este lugar. Era un lugar en ruinas, antiguo vestigio de la era de los dioses, quizá que peligros había. Viggo se acercó, le movió el velo con su mano libre y le dio un pequeño beso en los labios.

-Cuenta con ello- dijo

Scheherezade sonrió para él y Viggo avanzo pasando por su lado, después por el lado del tótem y continuo por una larga pasarela que conectaba con la boca del pozo.

-Ten cuidado- dijo Scheherezade a sus espaldas

-Sí- respondió Viggo, avanzando por la pasarela hecha de piedra obsidiana, no debe haber tenido más de dos metros de ancho y veinte metros de largo. Una vez que Viggo llego al final, miró al pozo con un diámetro de diez metros. Saltó a la capa de roca obsidiana que bloqueaba su acceso y reviso por todos lados. Era inútil, no había orificios ni grietas por los cuales pudiera pasar. Ni hablar de forzar la entrada. La piedra debe haber tenido 1 metro de grosor. Así que Viggo avanzó hasta el final del pozo, saltó, se afirmó del borde y salió del pozo. Por delante se veía una depresión de un metro de profundidad cubierta por agua. Viggo saltó al agua iluminada por la antorcha que llevaba en la mano y continúo caminando hasta el final de la habitación mientras evitaba los escombros que cayeron del agujero en el techo.

Una vez que llegó a la enorme pared de piedra obsidiana, comenzó a inspeccionar toda la muralla del fondo, hasta que dio con una gran grieta en la parte derecha de la muralla por la cual pasaba un corriente de aire. La grieta era estrecha, a lo sumo debería caber una persona. Viggo paso primero la antorcha para iluminar el camino y después su paso cuerpo. Él avanzó raspándose contra la piedra, forzando su camino hasta llegar al final. Entonces se encontró con algo escalofriante.

Hacia abajo se veían paredes unidas formando caminos como si fuera un laberinto. Desde las profundidades se elevaba una niebla espesa de color grisáceo. En total, el laberinto debería haber medido unos 1000 metros de largo por unos 500 de ancho. Sin embargo, para siquiera pensar en bajar desde donde él estaba hasta llegar a lo alto de las murallas que formaban el laberinto, debería descender por una cuerda veinte metros de profundidad.

-Hora de volver- dijo Viggo, volteó su rostro en la otra dirección y comenzó a retroceder para contarles a las chicas lo que habían encontrado.

Una vez que Viggo salió de la grieta, camino por el agua hasta que llegó al pozo y se subio a la pasarela. Después siguió caminando hasta que llego a la hoguera donde estaban reunidas las chicas. La primera en ponerse de pie fue Scheherezade, la cual lo veía con ojos llenos de anticipación. Viggo se detuvo, sonrió y le iba a decir lo que encontró, pero escucho unos pasos y gritos por encima de su cabeza.

Viggo puso un rostro serio, después puso su dedo índice encima de sus labios, indicándole a Scheherezade que guardara silencio. Después miró a Ana y Sakura, las cuales estaban hablando con Semiramis. La conversación se detuvo cuando ellas escucharon también las pisadas y al mismo tiempo levantaron sus manos para callar a Semiramis. Después ellas miraron a Viggo, él asintió y ellas asintieron en señal de acuerdo.

Viggo le hizo el gesto a Semiramis para que se acercara. Ella así lo hizo y Viggo la condujo a ella y a Scheherezade al pozo. Él las hizo bajar y les susurro que se agacharan y evitaran hacer ruido. Después Viggo camino de vuelta por la pasarela, Ana y Sakura se acercaron. Ana le lanzó su hacha y Viggo la agarro en el aire.

Una vez que los tres se juntaron, Viggo dijo -ustedes vayan por la escalinata de la derecha, yo iré por la izquierda. Yo iré primero y tratare de hablar para ver qué pasa. Si las cosas se vuelven problemáticas me dan apoyo- entonces miró a Ana a los ojos y le preguntó -¿Entendido?-

-Entendido- dijo Ana con un rostro serio.

Viggo miró a Sakura y ella asintió. Entonces ellos tomaron caminos diferentes y Viggo avanzó por la escalinata de la izquierda. Él subió hasta el balcón de la parte superior y se ocultó detrás de la muralla. Se escuchaban pesadas pisadas y el tintineo de armaduras. Viggo asomo un poco su cabeza, seguro de que la oscuridad lo protegería. Entonces vio cinco antorchas y varias sombras vestidas con armaduras de combate. Ninguna pertenecía a un país o denominación. Misthios, pensó Viggo: los recaderos y asesinos de las personas adineradas. Muchos eran hábiles en lo que hacían y el único requisito para contratar sus servicios era el dinero. Viggo se apoyó detrás de la muralla, tomo una profunda respiración y salió de la cobertura.

-Misthios- dijo Viggo con voz potente -¿Qué los trae por aquí? A menos que te guste aprender de las antiguas civilizaciones, este no es tu lugar-

Un tipo vestido con una coraza de bronce elevo su antorcha y miró al muchacho pelirrojo -¿Quién eres tú para decirme a donde puedo ir?- preguntó

-No es mi asunto, pero no busco problemas. Dime ¿tú los andas buscando?-

-¡Pequeño mocoso!- gritó el guerrero de la coraza

-¡Suficiente!- dijo otro mishios, el cual se acercó a la antorcha. Este también llevaba una coraza de bronce, pero también iba equipado con un casco con dos cuernos.

-Exequias- dijo el primer misthios

-Suficiente, he dicho- insistió Exequias, miró al misthios a través de su casco y el misthios dio un paso hacia atrás. Después Exequias miró a Viggo, un muchacho alto, fornido y pelirrojo -venimos a buscar a dos personas, solo las queremos a ellas-

Viggo sonrió, tomo su hacha con ambas manos y dijo -créeme, misthios, no las quieres encontrar. Su hallazgo solo te llevará al Hades-

El resto de los misthios se enfocaron en Viggo y se asomaron uno detrás de Exequias. Al mismo tiempo, se sumaron cuatro antorchas a la primera y todo el grupo de guerreros acorazados fue visible.

-No lo creo- dijo Exequias mostrando una maza de bronce en cada mano. El resto lanzó sus antorchas al suelo y desenfundaron sus espadas.

Al mismo tiempo, Viggo avanzó en su encuentro y Sakura desde la otra escalinata disparo un par de flechas que se clavaron en la nuca de dos guerreros y a su vez, ellos cayeron muertos. Esto asusto a los misthios, quienes comenzaron a mirar en todas direcciones. Viggo aprovecho el pánico y lanzó un grito mientras corría a su encuentro.

Exequias recibió a Viggo lanzando un doble ataque de mazas de derecha a izquierda. Viggo freno al instante antes de recibir el golpe y Exequias ocupo la misma fuerza del movimiento para girar, darle la espalda y lanzar un segundo ataque dual. Viggo paso esta vez por debajo de las masas y lanzó un hachazo al pie. Exequias grito de dolor, perdió el equilibrio y soltó sus mazas. Al mismo tiempo, Viggo avanzó y lanzó un hachazo a la garganta, decapitando a Exequias. Después siguió avanzando en búsqueda de los siguientes enemigos mientras Sakura seguía lanzando flechas hasta cuando solo quedaron 10 misthios. Entonces Sakura asintió a Ana y esta última asintió en respuesta, desenfundo sus dagas y corrió a ayudar a Viggo.

Sakura los vio moverse por entremedio de los misthios restantes. Viggo era brutal con sus puñetazos y hachazos, mientras Ana era rápida y letal esgrimiendo sus dagas. Ella solo cortaba las partes que más sangraban, como el cuello, los muslos, por debajo del bíceps o de vez en cuando, apuñalando los riñones.

Ambos se movían e intercambiaban enemigos, mientras Viggo los incapacitaba, Ana los terminaba con un rápido movimiento de sus dagas.

Diez minutos después, Viggo y Ana estaban parados con una pila de cadáveres a su alrededor. Los únicos felices fueron las ratas que se estaban dando un festín con los cadáveres más alejados de las antorchas. Viggo ordeno a las chicas que lo ayudaran a registrar y de esa manera dieron con un contrato. Este trabajo les iba a proporcionar a todos estos misthios, 80.000 dracmas, una cantidad equivalente a los gastos de manteniendo de un barco mercante y su tripulación durante todo un año.

-Alguien quiere muerta a Semiramis, eso está más que claro- dijo Sakura con total desprecio.

-Así parece- respondió Viggo soltando un suspiro -lo que sea, ya nos hicimos cargo de esto, ahora debemos continuar-

-Sí- respondió Sakura apuntando a Viggo y Ana -pero antes de eso, ambos deben irse a bañar-

Viggo y Ana asintieron, ya que era poco visible con la escasa luz, pero se veían manchas oscuras por todo el cuerpo. Por otro lado, Viggo podía ver la expresión de necesidad en los ojos de Ana.

-Primero vamos a ver a Semiramis y Scheherezade. Hay que sacarlas del pozo. Después nosotros nos vamos a bañar y después investigamos el laberinto-

-¿Laberinto?- preguntaron Sakura y Ana

-Sí, como en la historia del minotauro. Por lógica debe ser la criatura que Kiara me mando a matar-

Sakura y Ana se quedaron congeladas por un minuto, pero después asintieron al mismo tiempo.

-Queremos verlo- dijeron juntas

Viggo sonrió al verlas decir las palabras como si estuvieran perfectamente coordinadas. Sakura y Ana se sonrojaron, pero no se defendieron. Desde que ellas nacieron han estado juntas. Así que para ellas era normal estar coordinadas a veces.

Sakura se iba a dar la vuelta para volver, pero Ana la tomo de la mano. Sakura vio que Ana tenía las mejillas ruborizadas.

-Sakura- dijo Ana con una voz suave como la brisa -ven con nosotros, tú y yo, bueno, tú sabes, somos parecidas-

Sakura también se ruborizo, pero asintió entendiendo el punto sin tener que hablarlo. Después ambas miraron a Viggo y esté les guiño un ojo. Entonces ellas sonrieron y se tomaron de la mano.

-Primero vamos a ver a Semiramis y Scheherzade- insistió Viggo -después continuamos con todo lo que debamos hacer-

Sakura y Ana asintieron y caminaron junto a Viggo hasta el pozo. Ahí encontraron a Semiramis y Scheherezade acurrucadas en una esquina y cubiertas por túnicas negras. Solo las pudieron distinguir una vez que Viggo acercó la antorcha y ellas se destaparon. Después ellas se acercaron y Viggo las fue sacando del pozo una a la vez.

Una vez que salió Semiramis, pregunto -¿Todo salió bien?-

-Sí- dijo Viggo, tomando a Scheherezade de la mano y jalándola fuera del pozo. Una vez que él la saco, ella lo abrazo y Viggo le devolvió el gesto. Al mismo tiempo, le susurro al oído -estoy sucio con sangre, vas a tener que cambiarte la túnica-

-Está bien- respondió Scheherezade

Viggo soltó un suspiro y sintió como Scheherezade temblaba del miedo. Él se sintió un poco mal por haberla escuchado y haberla traído, pero por otro lado se sintió relajado. De esta manera él la podía proteger. Si hubiera estado ella y Semiramis en el barco, Viggo duda que todos los marineros las hubieran podido defender. Aún más, ellos buscarían una salida y tratarían de protegerse a sí mismo. Así que, a lo mejor, antes de tener que luchar contra los inmortales y misthios, las hubieran entregado.

Viggo miró a Semiramis mientras abrazaba a Scheherezade y le dijo -todo está bien, por ahora se esconderán en este lugar y yo y las chicas nos iremos a bañar. Estamos cubiertos de sangre-

Semiramis frunció el ceño entendiendo la razón detrás de tal maniobra y se preguntó a sí misma ¿Cuándo fue la última vez que ella y Viggo tuvieron sexo? ¿Acaso él estaba perdiendo su gusto por ella?

Viggo sonrió al captar la preocupación en su mirada. Él le susurro algo a Scheherezade, le dio un beso en la frente y ella le tomo la mano. Después Viggo camino hasta donde estaba Semiramis, le tomo la mano y después miró a Sakura y Ana -vamos a bañarnos todos juntos. Lo mejor será que nos relajemos antes de hacer cualquier cosa-

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