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Tendencias del alma 1.56

Viggo se quedó de pie mientras Scheherezade y Semiramis se sentaron en las sillas, alrededor de la mesa en el centro de la habitación. Semiramis pellizcaba los granos de uva de color oscuro. Viggo tomo la copa de oro encima de la mesa y bebió su contenido. Después tomo la jarra y sirvió más vino. Scheherezade extendió su mano y tomo la copa para beber mientras le daba una mirada coqueta.

Viggo sonrió para ella y después miró a Semiramis con un rostro más neutral -¿Por qué nos quieres mirar?- preguntó

-Bueno- dijo Semiramis mirando Scheherezade, pero ella apenas si le prestó atención. Todo su interés estaba puesto en Viggo. Semiramis frunció el ceño al ser ignorada por su amiga y miró a Viggo, con sus largos cabellos rojos cayendo a los costados de su rostro hasta llegar a los hombros. Un rostro joven y encantador. Un cuello varonil con su manzana de Adán emergiendo en el centro. Su clavícula a la vista y sus pectorales firmes como placas de acero. Su cuerpo aún conservaba su aspecto de juvenil, pero su desarrollo era evidente. Semiramis se sonrojo al ser tan consciente del atractivo sexual de Viggo y miró hacia otro lado.

Viggo la miró tan esquiva que dejo de preguntarle, entonces miró a Scheherezade y sonrió para ella. Scheherezade se levantó de la silla, le tomo la mano a Viggo y lo condujo a sentarse con gestos suaves y un rose sensual. Viggo se sentó en la silla y Scheherezade se sentó en su pierna izquierda. Después tomo un grano de uva y se lo puso en la boca. Viggo abrió la boca para recibir la uva, pero Scheherezade negó con una sonrisa coqueta. Se lo llevo a la boca y lo sostuvo con los dientes. Viggo sonrió y acercó su rostro para besarla y robarle la uva de la boca.

Scheherezade recibió el tierno beso que rozo sus labios con un toque sensual que le provoco un cosquilleo en los labios y sintió como poco a poco el beso se iba intensificando hasta que, en un solo instante, perdió la uva de su boca. Viggo se echó hacia atrás y se reclinó sobre el respaldo de la silla mientras la miraba con una gran sonrisa. Al mismo tiempo, Scheherezade lo miraba sin entender que paso. Tomo otra uva para probar de nuevo, pero Viggo le tomo la mano y se la quito para echársela a la boca. Scheherezade lo miró enojada mientras él sonreía victoriosa. Sin embargo, Viggo mantuvo la uva en su boca mientras acercaba sus labios para besarla. Una vez que hizo su camino a través de los labios, utilizo su lengua para pasarle la uva sin que ella se diera cuenta. Cosa que de nuevo sorprendió a Scheherezade. Viggo logro su cometido y se volvió reclinar en el respaldo de la silla con una gran sonrisa en los labios.

-Otra vez- dijo Scheherezade con cierto desafío

Sin embargo, Viggo negó porque eso revelaría la técnica y eso le quitaría el misterio. Viggo aprendió estos pequeños juegos de Kiara. Solo los dioses saben cuántas tardes perdieron jugando a pasar la uva al otro. Quien se quedaba con la uva en la boca, perdía. Cosa que siempre fue una ganancia para Viggo porque Kiara era excelente tanto montando como recibiendo.

Viggo se acercó a Scheherezade para darle un beso al mismo tiempo que su mano derecha se deslizaba desde la espalda hasta las carnosas nalgas. Entonces movió su mano dando suaves roces a medida que intercambiaba besos con Scheherezade.

Por otro lado, Semiramis vio a Scheherezade besando a Viggo como si su vida dependiera de ello. Se veía tan apasionada que parecía una bestia en celo. Al mismo tiempo, vio a Viggo llevando su mano izquierda al vientre de Scheherezade y pasarlo rosando en gestos suaves hasta dirigirse a la cadera de la derecha y apretarla. Scheherezade lo comenzó a besar con más voracidad y le tomo el rostro con ambas manos. Cosa que prendió a Semiramis y trago saliva de solo verlos.

Al minuto siguiente, Scheherezade separo sus labios de los de Viggo mientras jadeaba. Lo miraba con la lujuria del deseo y le beso las mejillas y mentón. De repente se separó de Viggo, se puso de pie y llevo sus manos a un pequeño cordel que sujetaba el vestido semi transparente. Una vez que lo desabrocho, el vestido cayó y sus enormes senos quedaron a la vista, como dos enormes masas del tamaño de sandias. Firmes, grandes y apetitosas, cada una coronada por un pequeño pezón café. Al mismo tiempo, su cintura apretada y sus grandes caderas le daban un contraste único. Gracias a los gruesos muslos, su monte de venus y su vagina estaban casi ocultas por las sombras.

Entonces se sentó sobre las piernas de Viggo y este último la beso en los labios, paso besando la barbilla y dejando chupetones en el cuello, como si quisiera dejar su marca en ella. Scheherezade comenzó a jadear mientras Viggo llegaba a los dos enormes senos. Entonces llevo su mano izquierda al seno izquierdo y comenzó a masajearlo desde las costillas hasta la mama de carne blanda y tersa. Al mismo tiempo, sus labios se deslizaron por toda la superficie de los senos hasta llegar al pezón de color café y pasar su lengua en movimientos circulares.

-Ya- susurro Scheherezade entre jadeos, como si fuera la señal para que él entrara en ella.

Sin embargo, Viggo detuvo su boca y la aparto del gran seno. La miró a los ojos y negó con una sonrisa sádica. Scheherezade quedó confundida y se puso nerviosa cuando Viggo la hizo ponerse de pie y después él también se puso de pie.

Entonces Viggo se volteó mirando a la mesa, extendió su brazo derecho y barrio todas las cosas de la mesa, generando la quebrazón de la jara con vino y la fuente de frutas. Semiramis y Scheherezade se sobresaltaron en el proceso.

Por otro lado, Viggo se volteó a mirar a Scheherezade con ojos llenos inocencia y una sonrisa traviesa, Scheherezade se sintió decidida y a pesar del sobresalto, cuando Viggo extendió su mano, ella puso su mano sobre la de él. Viggo la condujo en un gesto suave a la mesa y le tomo las manos para ponérselas sobre la mesa. Entonces él se colocó detrás de ella, puso sus manos sobre las caderas y le comenzó a besar la espalda. Viggo bajo por la columna vertebral hasta llegar a las nalgas de piel morena. Las tomo con ambas manos y las apretó con firmeza. Después acercó su rostro y comenzó a besar las nalgas. Con cada beso el agarre de sus manos se hacía más fuerte. Después de un rato, aflojo su agarre y le masajeo las nalgas mientras las amasaba con sus dedos. Después le abrió las nalgas y paso su lengua desde la cola, bajando por entremedio de las dos montañas de carne y llegando a ano, para al final dibujar círculos con su lengua.

Scheherezade soltó un fuerte gemido mientras cerraba los ojos y se concentraba en el placer. Al mismo tiempo, Semiramis vio como Scheherezade poco a poco se derrumbaba y apoyaba su cuerpo sobre la mesa, ya que sus piernas parecían estar perdiendo fuerza. Después de un minuto, Scheherezade estaba acostada sobre la mesa, sus senos aplastados por su propio peso y gimiendo mientras trataba de apretar sus muslos.

Viggo aparto su lengua de la vagina de Scheherezade y se puso de pie. Scheherezade lo miró hacia atrás y lo vio desvestirse. Entonces Viggo saco su pene y lo sostuvo con su mano derecha. Lo llevo a las grandes nalgas de Scheherezade y lo comenzó a restregar entre las montañas de carne.

-No, no por detrás- dijo Scheherezade entre jadeos -ayúdame, quiero mirarte-

Viggo soltó un aliento caliente de la sola excitación y asintió. Entonces la ayudo a voltearse y quedar acostada sobre la mesa. Viggo se recostó sobre ella y le beso los labios.

-¿Qué pasa?- le pregunto Viggo con una sonrisa atrevida -¿Tus piernas no funcionan?-

-Eres malo- susurro Scheherezade con un tono de voz mimado

Viggo soltó una risita macabra y le dio un último beso. Después se apartó, tomo su pene y lo restregó contra el clítoris, lo cual hizo gemir a Scheherezade mientras cerraba los ojos. Pasaba su lengua por sus labios como si estuviera probando el vino más sabroso de toda su vida. Por su parte, Viggo paso rosando los labios de la vagina y aplastando el clítoris con aspereza, lo que volvió loca a Scheherezade, quien gemía como nunca en la vida.

Viggo condujo su pene a la vagina y se introdujo poco a poco. Al mismo tiempo vio a Scheherezade levantaba sus brazos para poder abrazarlo. Viggo hizo su camino al interior de Scheherezade hasta tocar el fondo. Todo estaba tan caliente y húmedo que se sentía embriagado por la situación. Entonces se agacho y acercó sus labios a los de Scheherezade y la abrazo y ella lo abrazo a él. Viggo la levantó del trasero mientras ella se colgaba de su cuello. Entonces él la comenzó a levantar del trasero y dejarla caer para castigar su interior. Con cada embestida Scheherezade soltaba gemidos más fuertes que a su vez era ahogado por la boca de Viggo.

Después de diez minutos, Viggo detuvo sus embestidas y comenzó a mover su pelvis con movimientos circulares rosando todo el contorno del cuello del útero. Para ese entonces ya estaba en su límite y quería acabar. Sin embargo, también quería seguir probando cada parte del cuerpo de Scheherezade. Sin embargo, el calor y la lujuria pudieron más y siguió moviéndose hasta que soltó todo dentro de ella. Se mantuvieron abrasados durante todo el tiempo, jadeando casi al unísono y una vez que recuperaron el aliento, volvieron a besarse.

Después de un minuto, Viggo sintió sus piernas débiles y llevo a Scheherezade a la cama. La recostó con suma delicadeza y la continúo besando. Sin embargo, Scheherezade quien volvió a tener conciencia de su entorno escucho los gemidos de un tercero. Así que puso su mano en el pecho de Viggo y lo detuvo.

-¿Qué sucede?- pregunto Viggo, con ojos llenos de lujuria.

Scheherezade paso su mano del pecho a la mejilla en un gesto sensual y le dijo -hay alguien que también necesita un poco de calor-

Viggo miró hacia los lados mientras jadeaba y vio a Semiramis sentada al lado de la mesa. Estaba con las piernas abiertas mientras se acariciaba un seno con una mano y la entrepierna con la otra. Después de eso, Scheherezade le tomo la cara a Viggo con las dos manos y dirigió su mirada a ella. Viggo se sumergió en esos hermosos ojos de color esmeralda y la quiso besar, pero ella negó.

-Amala, dale placer- susurro Scheherezade

Viggo se quedó pensando por un momento y preguntó -¿Segura?-

Scheherezade asintió -desde hace dos años que nadie la toca, si es que eso que hacíamos en Alejandría se podía llamar sexo-

Viggo asintió, se acercó a Scheherezade y la beso. Ella le respondió besándolo con toda la dulzura que había en su corazón. Viggo apartó sus labios y le dijo -eso ya no importa, ahora eres mía-. Scheherezade sonrió y asintió. Lo beso una vez más y Viggo salió de su interior.

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