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Capítulo 1: Rutina — Parte 3.

Parte 3 — Almuerzo.

Febrero.

Eso sucedió después de que le dijera aquellas fatídicas palabras a Saya. Puesto a que ella se negó con su infinita bondad a dejar que pagara por probar su maravillosa cocina, decidí aprovecharme de su amabilidad. ¡Aceptar su oferta*!

Al día siguiente nos reunimos en el mismo sitio, un asiento bajo la fresca sombra de un árbol lleno de flores de hermosos colores vibrantes. Una espléndida combinación del rojo y el naranja.

Ah, sí, no me gusta mucho comentar acerca del entorno, pero resulta que llevo 10 minutos esperando por Saya. Estoy ansioso.

Mientras mataba el tiempo contando las escasas hojas de un árbol en lo lejano, una persona entró en mi campo de visión. Era Saya. Brillaba tanto que retrocedí con miedo.

"Disculpas por hacerte esperar".

"Eh- No tengo problemas, en cambio, yo debería disculparme por darte trabajo innecesario".

Dije mis pensamientos sinceramente, como debería ser.

"No importa, al final yo fui la que llegó tarde. Una chef no debe hacer esperar a sus comensales".

Tomaré nota de lo que dijo.

"Bien. No quiero hacerte esperar más".

Ella lucía muy hermosa. Ciertamente es un problema, me pone realmente nervioso. De un momento a otro, Saya abrió el contenedor que traía en sus manos, había dos pequeños botes dentro. Parece que trajo comida para dos.

En silencio, contemplaba el arte de servir la comida que ejecutaba Saya. Su rostro tenía pequeños rastros de sudor. Al parecer corrió recientemente. Su pecho sube y baja constantemente también, se notaba un poco cansada.

"¿Corriste hacia acá?", pregunté para saciar mis dudas.

"¿Eh? Ah. Sí, lo hice".

Como si estuviera poniendo su alma y toda su concentración en lo que hacía, dio una respuesta a medias.

"Oh, gracias por la comida".

Ella acercó a mis manos el contenedor. Pude ver arroz, verduras en trocitos y carne. El aroma era dulce y excitante. ¿Será lo mismo que hizo la otra vez?

"No es un sándwich".

"Oh, sí. He decidido preparar algo distinto, aunque, de hecho, es lo mismo que lo de la otra vez".

Me pregunté por un momento qué significaba eso, pero la respuesta me fue dada inmediatamente. "Es carne con mermelada de cebolla y naranja".

"Oh, por eso el olor me era familiar".

Aunque los sándwiches no son platos fuertes con olores lo suficientemente llamativos como para abrir el apetito, pude notar que el que Saya había preparado sí tenía esta cualidad. No era algo malo, especialmente porque realmente llenaban el estómago del comensal.

"Pruébalo".

Su voz salió clara, no había ningún sentimiento especial que destacar, pero, por alguna razón, su rostro se mostraba serio.

"Bien".

Respiré tal cual lo hice ayer y me dispuse a probarlo. Con la cuchara corté un trozo de carne, era suave, y luego lo llevé a mi boca. Estaba aún caliente. El sabor de la cebolla—que odio, no se percibía, predominaba la naranja que bañaba la carne.

"Dios, me caso con ella", pensé.

O eso pensé. Pensé que había pensado eso.

"…".

Mi brazo quedó suspendido en el aire con la cuchara apuntando a mi boca para masticar el siguiente bocado. Estaba perfectamente quieto.

Ella me miró con una expresión distorsionada de confusión y vergüenza.

"Pero no retiraré lo dicho", pensé nuevamente.

Oh, sí, ¡me encanta fingir que pienso en voz alta!

"¿C-Cómo está la carne?".

En un giro de acontecimientos, quizás tratando de ignorar lo que dije, ella trató de cambiar el tema. Si eso es lo que quiere, lo haré.

"¡Está genial! Es fácil de comer y está muy suave. Casi se derrite en la boca. Además, me gusta que el sabor de la cebolla sea ocultado por la naranja".

"Entonces, la carne debe estar más firme y menos naranja…".

Ella tradujo lo que dije. Por alguna razón, ya estaba pensando en esto desde hace un rato, sin embargo, creo que preguntarlo no hará daño, ¿cierto?

"Saya, ¿quieres ser una chef?".

Su mirada llena de concentración se vulneró y se transformó completamente en los ojos de alguien a quien han leído por completo. Parece que acerté.

"No lo digo como una queja, pero desde que nos conocimos, has actuado muy optimista acerca de la cocina y parece que te apasiona particularmente".

Ella no dijo nada ante mi brillante observación. Quizás ahora salga corriendo hacia algún lugar aleatorio con el rostro rojo. Revelar su secreto podría ser fatal.

"Ehmm… T-Tienes razón".

"Entonces era cierto".

"…".

"No tienes por qué avergonzarte, personalmente, me gusta comer".

"Pensé que dirías que admirabas mi sueño o algo cursi como eso…".

"Lo has escuchado ya antes, ¿no? Lo dicen los padres y los amigos todo el tiempo, así que prefiero dar mi opinión personal".

Sus ojos que hacían contacto con los míos parecían brillar con cierta admiración, aunque podría haber sido mi imaginación.

"Si te parece bien, podría degustar los platillos que prepares, incluso te ayudaré con el dinero", lo último ciertamente lo dije para no parecer un aprovechado.

Después de decir eso ella lo pensó un poco, apretó sus delicados labios un par de veces y miró mi frente con duda.

"E-En realidad, me gusta cocinar para los demás", dijo con una voz suave, "Lo que más me gusta es que me halaguen. Quizás por esa razón es que me gusta la cocina".

Escuché en silencio sus palabras, quizás preguntar aquello fue un acierto.

Pero, dejando de lado eso, ella verdaderamente brilla. Sus piernas se apretaban con sus manos en su interior y sus ojos se desviaban y cruzaban con mi mirada a intervalos irregulares.

"Realmente agradecería saber tu opinión de lo que cocine", dijo en un tono entrecortado y nervioso. Ella es muy nerviosa, ¿no?

"¡Estaría encantado de comer lo que prepares!".

Hice una profunda reverencia desde el asiento en el que estaba. Me siento honrado por poder comer de la mano de una chica tan linda.

"B-Bien. Cuento contigo de ahora en adelante".

Su tono responsable me hizo querer dar lo mejor de mí. Tendré que esforzarme en comer lo que prepare. ¡Da lo mejor de ti! Qué ardua tarea.

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