ALEX
Después de cenar lo que le había traído Carlos, al poco tiempo se quedó dormida, lo que hacía que estuviese un poco más tranquilo por eso, al menos estaba descansando algo.
-Creo que por una vez desde que estás aquí se ve tranquila durmiendo.
-Me imagino, parece que no durmió en todo este mes.
-Algo durmió, pero despertaba alterada. Prácticamente se pasó todo este tiempo llorando.
-Saber que estuvo así por mi culpa me hace sentir mal.
-No fue tu culpa tampoco, la única que tiene la culpa aquí es esa que te disparó. No sé por qué tenéis la manía de echaros la culpa de algo que no la tenéis.
- ¿Qué?
-Gabriela piensa que es culpa de ella que esa tipa te disparase, que si no te hubieses puesto delante de ella, eso no te hubiese pasado.
-Tenía que hacerlo, de haberle dado a ella corríamos el riesgo de que nuestro hijo no llegase a nacer.
-Era una posibilidad, pero no podéis echaros la culpa por algo que no la tenéis, a Gabriela no le viene nada bien que se preocupe, no después de que la ingresaran.
- ¿Qué? ¿Cómo que estuvo ingresada?
Gabriela no me había dicho nada de que estuviera ingresada, ni cuando, supongo que fue en este tiempo en el que estuvo aquí, pero que estuviera ingresada no era muy bueno que digamos, sobre todo teniendo en cuenta de que está embarazada.
-Si, ¿es que no te lo dijo?
-No me dijo nada de eso, pero ¿Por qué estuvo ingresada? ¿Y cuando pasó eso?
-El día que te disparó. Se puso mal cuando la sacamos de junto a ti, pero se volvió loca en cuanto la llevamos a casa, tiró con todo y acabó por desmallarse.
-Eso no explica que estuviera ingresada.
-Pues que no reaccionaba, pero para nuestra suerte, tú ya estabas de camino al hospital y Roberta no tardó mucho en venir, fue ella la que dijo que era mejor llevarla al hospital y que la atendiesen.
- ¿Y qué le dijeron?
-Que su embarazo era de riesgo y que debía cuidarse más de lo normal.
- ¡¡¡¡Que su embarazo qué!!!!
-Lo que oíste, pero eso lo dijeron más que nada por lo de la ansiedad y los nervios. Le dijeron que si necesitaba las pastillas, que las tomara, pero sabes cómo es ella de terca y dice que no se tomará las pastillas.
-Es porque se lo prometió a Carlota.
- ¿El qué?
-Lo de las pastillas, no se las quiere tomar porque se lo prometió a ella.
-Pero ahora a Carlota no le importará, lo único que quiere ella es que tanto ella como vuestro hijo esté bien.
-Pero sabes que Gabriela no rompe ninguna promesa, no va a empezar ahora.
-Lo sé, pero es por su bien y por el de vuestro hijo.
-No te preocupes, me encargaré de que no le pase nada, ni a ella ni a nuestro hijo.
-Eso ya lo sabía, pero mientras estés aquí, no vas a poder hacer mucho que digamos.
-Por eso haré todo lo que me diga el doctor, me quiero ir a casa cuanto antes para que ella descanse como debe y haga todo lo que tiene que hacer para cuidarse.
-Bueno chicos, yo me voy a casa que no quiero que nuestra cuñada me mate o algo por el estilo. Nos vemos mañana Alex.
Con eso salió por la puerta sin decir nada más y dejándome a mí con la duda. ¿A qué se refería con nuestra cuñada? No estaba entendiendo nada.
-Marcos, ¿a qué se refiere con vuestra cuñada?
-No se refiere a nuestra cuñada sino a la tuya y la de él.
-No entiendo.
- ¿Tampoco te contó? ¿Qué es lo que habéis estado hablando desde que entró en la habitación?
-Principalmente estuvo llorando y luego le pregunté si lo que había dicho en el bosque era cierto.
- ¿El qué?
-El de que íbamos a ser padres.
-Ella me dijo que no te lo había dicho.
-Si que me lo dijo, a mí me dijo que no recordaba habérmelo dicho, supongo que por todo lo que pasaba en ese momento.
-No me lo puedo creer.
En ese momento nos giramos hacia la puerta y vi a mi abuela y a mi madre paradas allí mirando para mí. Debo de admitir que me hacía un poco de gracia con las caras que se quedaban al entrar en la habitación y verme despierto, sé que no lo debieron pasar bien y eso, pero sus caras eran demasiado.
-Bueno, yo me voy, cualquier cosa que necesites avísame.
-Marcos, vete a casa, hoy nos quedamos nosotras.
-No es necesario, además, alguien tiene que estar al pendiente de Gabriela.
-No te preocupes, nosotras lo haremos.
-Está bien, nos vemos mañana Alex, en caso de que le pase algo a Gabriela llámame, ¿Está bien?
-No le pasará nada, pero te llamaré si algo le llegase a pasar, te lo prometo.
-Gracias Carolina.
-Espera, sigo sin entender lo de nuestra cuñada.
-Pregúntaselo a Gabriela cuando despierte, seguro que te contará toda la historia para que la entiendas.
-Está bien.
-Hasta mañana entonces.
-Hasta mañana.
Marcos salió de la habitación y entraron tanto mi abuela como mi madre que se ponen al otro lado de la camilla ya que en el otro estaba Gabriela dormida en el sillón que estaba al lado de la cama.
-Cuando me llamó Gabriela no me dijo nada de qué despertaras.
-Yo no la vi llamarte, y te puedo asegurar que desde que entró en la habitación no salió.
-Entonces supongo que me llamó antes de ella saberlo.
-Supongo.
- ¿Y qué tal estás? Nos metiste el susto de nuestras vidas Alex, de verdad te lo digo.
-Lo sé, y lo siento, pero estoy bien, no os preocupéis más por mí.
- ¿Y Gabriela te hizo caso en que no se preocupase por ti?
-No.
-Pues no pienses que nosotras lo haremos, te queremos Alex, y pensar que casi te perdemos por culpa de esa loca nos hace preocuparnos más.
-Pues estoy bien, de verdad. Nunca he estado tan bien.
- ¿Y qué tal ella?
-Cuando entró a la habitación quedó como en shock parada en la puerta, luego se echó a llorar, hasta que paró.
-La pobre estaba muy preocupada por ti, no se movió de aquí para nada desde el momento en el que le dieron el alta.
-Sabes, eres afortunado por tener a una chica como ella en tu vida, no cualquiera te hubiera perdonado lo que le hiciste.
- ¡¡¡¡Mónica!!!!
-No te preocupes abuela, tiene razón, soy muy afortunado por tenerla, soy consciente.
- ¿Sabes?, la juzgué mal en un principio, es buena chica, y puedo ver cuánto te ama, la verdad no lo creía posible y menos que te perdonase.
-Lo sé mamá, yo tampoco esperaba que me perdonase, pero lo hizo, de ahí que sea el hombre más afortunado por tenerla en mi vida.
En ese momento me giré para verla y pude ver que cada vez se estaba encogiendo más, por lo que cogí una de las mantas que me sobraba y la tape lo mejor que pude.
-Se ve cansada la chica, ¿no sería mejor que se fuese a casa?
-Sería lo mejor, pero no quiere ir, se quiere quedar.
-Yo pienso que estaría mejor en casa, podrá descansar mejor allí.
-Lo sé, pero es demasiado terca, no va a irse a casa por mucho que me guste.
-Pues en su estado es lo que debería de hacer desde mi punto de vista.
-Lo sé abuela, pero sabes que es demasiado terca, nadie la convence cuando se le mete algo en la cabeza.
- ¿De qué estado hablas, mamá?
- ¿Ella no lo sabe?
-No, yo lo sé de milagro, Gabriela no quería que se enterase nadie hasta que estuvieses bien, me hizo prometer que no diría nada a nadie.
-Pero ¿de qué estáis hablando? ¿De qué no se puede enterar nadie?
-No es nada mamá, no te preocupes.
-Pero yo quiero saber de qué estáis hablando.
-No te preocupes que pronto lo sabrás.
- ¿Me lo prometes?
-Te lo prometo.
-Entonces está bien, pero me voy a por un café para tomar, ahora vengo.
-Hasta ahora mamá.
-Hasta ahora.
Mi madre me dio un beso en la frente y salió de la habitación dejándonos así solos a Gabriela, mi abuela y a mí.
-Entonces ¿cómo es que te lo dijo si yo tenía entendido que no te lo diría hasta que salieses del hospital?
-Porque yo lo supe desde que Paula me disparó.