Kain se quedó mirando una larga caravana que venía con dirección a la fortaleza de la cordillera Ansu. Puede que un espectáculo que a futuro sea lo más parecido a una leyenda. Caballos tirando de enormes carretas y un extenso grupo de shinobis escoltándolos. En medio de la caravana se veía un grupo de carruajes con una superficie negra y bordes dorados tirados por hermosos caballos grandes.
Los caballos de los carruajes tenían una gran musculatura y eran casi el doble del tamaño de los caballos normales. Hermosos, blancos, con un bello crin correctamente peinado; demasiado ostentoso, pensó.
Kain estaba en el camino de ronda, en la parte alta de la muralla de la fortaleza en compañía de Onoki. Ellos observaban a la caravana venir en su dirección. En términos generales, nada de esto era necesario, pero Kain había obtenido varios partidarios que no eran shinobis y ellos aportaban a la causa como podían. Uno de ellos era Mizusu Hoshino, heredera de Hayato Hoshino, ella era la actual dueño mayoritaria del Banco Hoshino. El banco más grande de la nación del Rayo.
Kain sonrió y espero a que la caravana se detuviera frente a la fortaleza. Los shinobis a cargo de la caravana eran todos de Iwa, así que no hubo problemas con la inspección o la documentación.
Media hora después, la caravana entro a la fortaleza y los carruajes se detuvieron a un costado de la avenida principal.
Por su parte, los lujosos carruajes se detuvieron frente al municipio de la villa, pero nadie descendió. Solo mandaron algunos mensajeros y representantes para que formalizaran la llegada.
Kain se transportó frente a los carruajes junto a Onoki y un shinobi anuncio su llegada, pero las personas dentro del carruaje no bajaron, no era el protocolo que personas tan distinguidas como el clan Hoshino ocupaba.
Kain sonrió, en cierto sentido, le encantaba la teatralidad que le inyectaban a todo los nobles. Él avanzó y se acercó a la puerta del carruaje.
—Kain-kun— dijo Onoki
—Está bien, son mis colaboradores— dijo Kain con una sonrisa astuta en los labios.
Los shinobis a un lado del carruaje lo quedaron mirando, pero no se movieron de su posición como si hubieran sido avisados con antelación que no se interpusieran.
Kain golpeo la puerta del carruaje un par de veces y desde el interior le dijeron —adelante—. Kain abrió la puerta y el frio entró al interior del carruaje. No hubo problema, la mujer que iba en el carruaje llevaba un abrigo blanco con un cuello peludo como si fuera una melena. Por un segundo Kain confundió a la persona con Naomi. Ella era rubia, pero tenía el cabello rizado y el iris de sus ojos era de color azul. Esbelta, alta y elegante, tenía la piel lechosa y unos bonitos ojos con forma almendrada. Fuertes, firmes y serios.
Kain de repente recordó que cuando Naomi era la "dama Hera" muchas mujeres que la servían se trataban de vestir y ver como ella, como si ella marcara el camino a la elegancia y el resto no se pudiera resistir.
Ella quedó mirando a Kain a los ojos, pero ese ligero temblor en su mirada delato su nerviosismo y no pudo ser digna de una imitación de Naomi. Solo una sombra pálida de su elegancia. Ella era demasiado joven, demasiado inexperta para enfrentarse con alguien que llaman "su excelencia/dios shinobi/el hombre más inteligente del mundo". Los títulos y el honor pesaban demasiado en su mente, pero Kain debía concedérselo, ella lo hacía bastante bien.
—Buenas tardes, Mizusu-sama— dijo Kain desde el exterior.
Mizusu Hoshino estaba sentada en el asiento dorado con las piernas ligeramente inclinadas hacia un lado y la espalda recta —buenas tardes, su excelencia. Muchas gracias por haber abierto la puerta— dijo
—Es lo mínimo que puedo hacer por mi colaboradora más destacada— respondió Kain
Mizusu se ruborizo, pero mantuvo la seriedad y asintió con una actitud digna. Ella se levantó, camino a la puerta y Kain le tendió una mano para que ella se bajara. Ella apoyo su mano en la de Kain y bajo los escalones uno a uno hasta que piso la calle. Era una cabeza más baja que Kain, así que tuvo que levantar su rostro para mirarlo a los ojos.
—Tal como solicito, se trajeron las medicinas producidas por Industrias Hoshino— dijo Mizusu
Kain sonrió y asintió complacido, le gustaba la energía que Mizusu trataba de emanar, una copia de Naomi, pero mucha más dignidad que el 99% de las mujeres. Era como un ostentoso joyero con una cubierta de oro y piedras preciosas. Por dentro debería haber más tesoros, puede que más valioso que el exterior, pero eso había que comprobarlo.
—Muchas gracias, Mizusu-sama— dijo Kain
Mizusu asintió mientras lo miraba a la cara, ella se mantuvo seria, pero su labios la traicionaron y se mordió el labio superior en un gesto nervioso, pequeño, casi imperceptible, a menos que estuvieras tan cerca como Kain. Este último se mantuvo tranquilo y le guiño un ojo en un gesto divertido, cómplice. Mizusu de nuevo se quebró y mostro una pequeña sonrisa, lo que Naomi nunca hubiera hecho en público. Al menos, no para un extraño ni un socio de negocios.
Kain condujo a Naomi sin nunca soltarle la mano y se detuvo delante de Onoki.
—Tsuchikage-sama, esta es Mizusu Hoshino— dijo Kain y después miró a Mizusu.
Mizusu soltó la mano de Kain y miró a Onoki con fría seriedad —buenas tardes, Tsuchikage-sama. Kain-sama me ha hablado de usted, un hombre honorable y talentoso. Muchas gracias por permitirnos entrar a la fortaleza—
Todo iba perfecto, pero Onoki quedó embelesado por Mizusu y se ruborizo —honorable y talentoso— dijo y soltó una risita tonta.
Kain frunció el ceño al ver a Onoki hacer el tonto, así que llevó su mano izquierda a la boca y tosió —Tsuchikage-sama— dijo
Entonces Onoki fue consciente de su actitud y también se puso serio, él llevó su puño a la boca y tosió como si quisiera afinar su garganta. Onoki miró a Mizusu, el estúpido rubor no se le paso, pero actuó más de acuerdo con su estatus —buenas tardes, Mizusu-sama— dijo
Kain lo quedó mirando, levantó una ceja. Onoki estaba aquí para realizar algunos acuerdos comerciales en la nación de la Tierra con Mizusu, pero el muy idiota se quedó callado. Kain soltó un suspiro y negó con la cabeza.
—Bien, creo que lo mejor sería entrar al municipio para poder entablar conversaciones en un ambiente más grato— dijo Kain mientras le daba a Onoki una mirada significativa.
De nuevo, Onoki llevó su puño a boca y tosió —si permite guiarla, por aquí— dijo y le tendió la mano como Kain para guiarla con la misma sutileza, pero Mizusu solo quedó mirando la mano de Onoki mientras levantaba la ceja derecha.
—Perdón, pero no estoy acostumbrada a dejar a los hombres tocarme— dijo Mizusu con seriedad
Onoki miró a Kain y parpadeo un par de veces, eso no le cayó muy bien, era una clara línea divisoria entre él y Kain. Sin embargo, como Tsuchikage no podía dañar esta oportunidad solo porque era demasiado consciente de su estatura.
—Entiendo, Mizusu-sama— dijo Onoki y asintió —si me sigue, por aquí. Tenemos preparado el municipio para su estadía y una residencia aparte para usted y sus acompañantes—
Mizusu miró a Kain a los ojos.
Kain mostró una pequeña sonrisa y asintió como si no hubiera nada de qué preocuparse. Mizusu asintió y se acercó a Onoki, ambos caminaron uno al lado del otro mientras Onoki trató de romper el hielo diciendo algo.
Kain negó con la cabeza y camino al otro carruaje que estaba un poco más atrás. Él paso mirando a los enormes caballos, hermosos, blancos, con un precioso crin bien peinado y una perfecta musculatura. Kain observó al cochero, igual que el resto era un shinobi de Iwa. Kain asintió con la cabeza y el shinobi respondió llevando la mano al corazón y agachando la cabeza en una respetuosa reverencia.
Kain camino a la puerta del carruaje y le dio dos golpecitos. Kain tuvo que dar un paso atrás porque de repente se abrió la puerta y alguien se lanzó hacia él.
—¡Kain-sama!— dijo Honoka Hoshino con una amplia sonrisa mientras estiraba sus brazos y se colgaba del cuello de Kain.
Kain la atrapo en brazos y la sujeto. Ella llevaba un abrigo blanco como el de Mizusu, pero sin el cuello peludo como si fuera una melena. Kain bajo a Honoka al suelo y la miró, era más baja de estatura que su hermana. También tenía el cabello rubio, pero en lugar de rizos, ella lo tenía lizo y ordenado en una coleta. Los ojos azules, grandes y expresivos.
Kain la quedó mirando a los ojos y sonrió, pero no la toco, en su lugar, Honoka se acercó un paso y junto las manos como si ella estuviera rezando. Ella miró a Kain a los ojos con un brillo lleno de anhelo.
—Honoka-sama, muchas gracias por venir— dijo Kain —se le agradece sus grandes esfuerzos ¿Cómo está su garganta?—
—Honoka está bien, Kain-sama. Honoka ya es…— respondió Honoka
—Honoka, ya no eres una niña— dijo Akako Hoshino desde el interior, madre de Honoka y Mizusu. Ella bajo del carruaje por su cuenta y observo a Kain. Como siempre, ella iba vestida de forma tradicional con un kimono rojo y un abrigo negro, largo y elegante. Ella era como Honoka, pero una versión más madura.
Honoka a pesar de haber cumplido su mayoría de edad, actúo como una niña asustada por el regaño y dio un paso atrás —okaa-sama— dijo
Akako Hoshino tenía una mirada fría y analítica, se veía hermosa, pero seria. Tenía el doble de la edad de Mizusu y se le notaba el dominio sobre su forma de actuar —eres una jovencita en edad de casarse, compórtate como tal— dijo y miró a Kain como dándole una advertencia.
—Okaa-sama, Honoka es…— respondió Honoka con una mirada preocupada
—Ya lo sé— respondió Akako con frialdad, miró a su hija a los ojos y continuo en un tono bajo —pero al menos disimúlalo— ella miró a Kain y continuo —somos personas diferentes. Nuestro mundo se mueve de otra manera—
Kain sonrió con tranquilidad y solo le sostuvo la mirada.
Akako desvío la mirada a los pocos segundos y después miró a Honoka —compórtate ¿Entendido?— preguntó
—Sí, okaa-sama— dijo Honoka con la voz débil
Kain tomo una respiración y les dijo —¿Quieren acompañar a Misuzu a la reunión o desean que las lleven a su residencia?—
Akako miró a Kain y frunció el ceño, pero agacho su rostro y respondió —a nuestra residencia—
Honoka aplaudió feliz por la decisión de su madre, no le gustaban los negocios ni el ambiente incomodo que se formaba a su alrededor.
Kain sonrió y le presento su brazo a Honoka, ella muy feliz se aferró a su brazo, incluso pego su mejilla al brazo mientras lo miraba. Kain le tendió su otro brazo a Akako y la quedó mirando. Ella lo miró a los ojos con una expresión indefensa y se aferró a su brazo.
Kain desapareció de la calle junto a Honoka y Akako y apareció nuevamente en la casa tradicional que había preparado Onoki para los invitados. Originalmente, Kurotsuchi y Aoi deberían estar aquí para recibirlos, pero ellas estaban en Konoha.
Los guardias alrededor de la casa se sobresaltaron a pesar de que habían visto el movimiento de Kain un par de veces. Sin embargo, al ver que era él, hicieron una profunda reverencia y Kain asintió en respuesta.
Kain camino con Honoka y Akako a sus lados. Ellos se dirigieron a la puerta de corredera, Kain se detuvo, Honoka y Akako lo soltaron de los brazos. Él abrió la puerta de corredera y dejo entrar a las dos. Kain entró y cerró la puerta.
Honoka miró a Kain con una mirada expectante y miró hacia abajo, a sus pies.
Kain torno los ojos al techo mientras sonreía y después negó con la cabeza.
—Descarada— dijo Akako al ver a su hija.
Honoka no le prestó atención a su madre, solo se quedó mirando a Kain y esperando a ver qué haría él. Ella se mordió el labio inferior en un gesto coqueto. Él tenía el cabello blanco peinado hacia atrás y los ojos azules, esos ojos tan fríos que poseía, enfocados en ella. Su boca sonreía, tenía los labios más exquisitos que Honoka hubiera visto.
—No hay problema, Akako— dijo Kain —fui educado adecuadamente, como anfitrión es mi deber tratar a los huéspedes como corresponde—