—Eso se puede malinterpretar, John.
—¿Ahora qué dije mal?
—Nada.
—¿Te duele todavía?
—Me arde—se levantó y buscó una crema para ponérmela.
—Puede que se hinche un poco, pero luego se irá. Siempre duele al principio, pero después te acostumbras, no es la gran cosa.
—¿Por qué hiciste esto?
—Es la mejor manera de marcarte, ahora tenemos más en común.
—¿Eso qué significa?
—Voy a enseñarte algo— se comenzó a quitar el gabán y la camisa.
—¿Qué estás haciendo?— me puse nerviosa. Al quitársela, vi muchos tatuajes en su espalda, y muchas cicatrices. Lo más que llamó mi atención fue un tablero de ajedrez, pues cada pieza tenía una inicial. Ya lo había visto sin camisa, pero solo el torso y ahí no tenía tatuajes, solo cicatrices.
—Debe ser extraño y asqueroso para ti ver esto, pero el dolor físico es lo único que me hace sentir vivo. Escogí este método para no perder el camino, para recordarme de donde vengo y hacia dónde voy; para acordarme de todo lo que he tenido que pasar para estar aquí. Cada pieza tiene un significado y un nombre escrito. Toda mi vida fui una herramienta, una pieza más a la que utilizaban para alcanzar sus objetivos. La única razón de mi existencia era servir a mi padre, él era mi único motivo para soportarlo todo. Esto que soy ahora, fue gracias a él. Creí que servirle a él, me era suficiente. Mi camino siempre fue en línea recta y tenía prohibido mirar atrás. Tenía prohibido desviarme del camino. ¿Sabes porqué te digo que nos parecemos mucho? Porque tú, al igual que yo, hemos sido utilizados y maltratados. Ambos hemos sido unos cobardes, es por eso que me irrita muchas veces verte actuar de esa forma que lo haces. Yo estuve en tu lugar por muchos años, viviendo en un lugar contaminado, en un lugar tóxico y sucio; donde tener miedo no era una opción y donde rendirte estaba prohibido. Me dejé manipular por muchos años, hasta que me cansé de ser un idiota. Para ganar hay veces que hay que hacer sacrificios, y yo tuve que hacer los míos. Debes estar preguntándote el porqué me culpan por la muerte de mis padres; es porque yo mismo los maté. En este tablero de ajedrez sólo hay muertos. Todas esas fichas son sacrificios, son quienes me acompañan mental y físicamente a todas partes. La dama representa a mi madrastra, y el rey era el hombre que me crió. A pesar de la pérdida del rey, la partida ha continuado, porque ahora quién heredó su trono fui yo.
—Lo siento, John. Si llego a saber esto yo… — me interrumpió.
—No te digo esto para justificarme, o para que sientas lástima por mí. Te lo digo con otra intención. ¿Crees que alguno de ellos tuvieron una segunda oportunidad? No suelo dar segundas oportunidades, y a ti te la estoy dando. Por ende, no me decepciones.
—Te juro que nunca más lo haré, John. Perdóname por todo, por favor—acarició cercano al tatuaje y se quedó viéndolo.
—¿A poco no quedó bien esa serpiente? Eres la primera a quien le hago un tatuaje, así que espero no se te infecte. En esa área te queda bien, ya quiero estrenarlo.
—¡Depravado!— John sonrió.
—Tiene muchos significados y no solamente la traición, ¿Sabías? Creo que encaja mucho contigo y tu personalidad, no me refiero a que seas una víbora, porque no lo eres del todo.
—¿Del todo? ¿Significa qué tengo algo?
—Supongo que en la forma en que te enrroscas a mí cuando estamos haciéndolo.
—Si ya terminaste, voy a taparme— tartamudeé.
—¿Ya tan rápido?
—¡Pervertido!
—¿Por qué no te quedas y nos divertimos un rato?
—No puedo. No vas a molestarte, ¿Verdad?
—No— se levantó de la cama y recogió la máquina.
Su espalda tenía más cicatrices que su torso y tenía un Halcón en su antebrazo. Se veía muy atractivo sin camisa, a pesar de sus cicatrices. ¿Qué lo hizo contarme todo eso? ¿Qué lo hizo tratarme menos mal? Su tono no fue amenazante como creí que sería, además nunca se había abierto a mi. Si fuera todo el tiempo así, podría ser el hombre perfecto. Debió tener una vida dura también, y dejándome llevar por esas cicatrices, debieron ser muy dolorosas. Parecían de un objeto punzante. No puedo evitar sentirme mal por saber que él pasó más o menos lo mismo. Al lado mío, él tuvo que haber vivido un infierno peor. A veces uno cree que solamente uno es el que sufre más en el mundo, cuando hay personas peor que uno. No lo justifico, pero supongo que cada persona tiene un pasado trágico, difícil, o fuerte, que es el causante de que uno se convierta en otra persona. ¿Qué tipo de persona hubiera sido, si se hubiera criado de una manera distinta y no en alguien así?
—¿Qué miras?— preguntó repentinamente, y me sobresalté.
—Lo siento, yo ya me voy.
—¿Y a dónde irás?
—Al patio.
—Quédate ahí, ridícula. El otro cuarto está limpio y no hay nada ahí ahora. Mañana irás a comprarte más ropa y listo.
—Pero este es tu cuarto y no quiero ser una molestia para ti.
—Dormiré en otra parte, así que quédate ahí. Por lo pronto, iré a bañarme. Cuando regrese, saldré por algo de comer, te ves hecha mierda.
Se fue al baño sin decir nada más, no sé si esté bien quedarme aquí. Miré el tatuaje por última vez y me cubrí bien con la toalla. Me recosté de lado y toqué mi barriga.
—Mi bebé… — estaba muy cansada y aún me sentía algo débil. Quise aguantar despierta hasta que él saliera, pero me dormí.
John
Me fui a bañar y cuando salí, vi a Daisy dormida. Otra vez sin cubrirse del todo. Si ella supiera lo que por mi mente pasa cada vez que hace eso, no se quedaría así. Fui a cubrirla con la sabana y vi que tenía su mano en el vientre. Puede que esto que estoy sintiendo se llame culpa. ¿Qué se supone que se haga en estos casos? ¿Disculparme o dejarlo pasar? En parte fue mi culpa. No sé cómo pasó, pero supongo que no era el momento. Un bebé es algo que ningún de los dos podemos tener. No lo merecemos, al menos yo no. ¿Para qué traer un bebé a sufrir el mismo cruel y trágico destino que yo? Solo tendrá una miserable vida y será otra debilidad más para mi, ya tengo suficiente cuidando de ella.
—Conmigo no podrás tener nada de eso, Daisy. Espero algún día puedas comprenderlo y aceptarlo. No tengo derecho de tener un bebé contigo, no soy alguien digno de eso. Esta es mi realidad, te enamoraste de la persona incorrecta. Tú misma lo dijiste, soy un inútil y un animal que no sabe tratar a una mujer. No soy lo que buscas, ni lo que mereces; aún así pretendo encerrarte y amarrarte en este mundo conmigo. ¿Ves lo egoísta que soy? Yo soy mucho más patético que tú.
Me recosté en la cama y me quedé en un leve letargo. Al girarme hacia ella, pude ver su pecho. Tengo que irme de aquí, su presencia me está tentando y no es el momento. Me levanté de la cama y salí del cuarto.