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26

—Te recuerdo que hacías lo mismo, no sé porque te sorprende.

—Te recuerdo que lo hacía para ayudarlos, en cambio estoy seguro que lo haces por otra razón.

—¿Y qué con eso? Te advertí que no te metieras en mis asuntos y lo estás haciendo.

—Y lo seguiré haciendo hasta averiguar tus verdaderas razones, porque está claro que no lo dirás.

—No tengo que hacerlo. Deberías quedarte con tu familia en vez de estar pendiente a alguien que sacaste de tu vida como un perro. No te hagas el que te importa en lo que estoy metido, porque la realidad del caso, es que no te importa; así que te vuelvo a advertir, no te metas en mis asuntos.

—Quiero que dejes ese negocio, Akira. Me he estado preocupando por ti, porque me importas. Eres un necio y un cabrón, pero sigues siendo mi sangre.

—Para mi no, debiste pensarlo antes de haberme dado la espalda ese día, igual a como lo hizo lisa.

—Ya me dijo que no firmaste los documentos del divorcio.

—Ni lo haré. Sé lo advertí que con esa basura no iba a lograr lo que quería. Ella me pertenece y le guste o no, será mía. Tan pronto me canse de este teatro que está montando, me la llevaré conmigo. La distancia que está poniendo ella y tú, me está descontrolando. Los dos me quitaron lo que más amo. Mis hijos. No es algo que perdone fácilmente.

—Tu mismo te lo ganaste, Akira. Cada quien cosecha lo que siembra y eso fue lo que ganaste luego de lo que hiciste. Me duele verte así. En esto que te convertiste fue lo que escogiste tu mismo, nadie te obligó a ser un cabrón.

—Solo te digo que se vayan preparando. Cuando quiera armar una guerra contra los dos, no voy a perder. Ese mensaje va especialmente para ti. Ya he tenido suficientemente con los dos.  

Lisa

—¿Qué haces aquí, Kanji?— pregunté nerviosa.

—La última vez fuiste muy cruel. Me dejaste tirado y escapaste. Me gustan tus agallas, muñeca.

—¿Qué es lo que quieres, Kanji?

—Tranquila, no vengo hacerte nada malo.

—¿Para qué viniste?

—¿Almorzamos juntos?

—No, no puedo.

—No deberías rechazar una oferta tan amable de mi parte. No voy hacerte nada, solo quiero hablar por ahora.

—Esta bien, solo por esta vez. Luego no me busques más, por favor.

—Eso no es algo que pueda asegurarte, pero vamos— esto es una muy mala idea. Aún así no quiero que mi trabajo o mis hijos se vean afectados. Jamás le dije a Akira sobre esto.

Akira

—No te atrevas hacerle nada a lisa, Akira. Terminarás arrepintiendote.

—Ella no se arrepentido por lo que hizo.

—Está más que claro que ella es la única que está sufriendo las consecuencias, tanto como tus hijos. Tú ya conseguiste con quien divertirte.

—No es tu problema, Jefferson. Ella está sufriendo porque se le da la gana. Si dejara el orgullo y volviera conmigo, nada de esto estaría pasando, pero es muy necia.  

—Tu eres el más necio, Akira. Te has convertido en un verdadero monstruo. Así jamás podrás conseguir el amor de tu esposa, mientras continúes de esta forma, vas a alejarla más de tí. Cuando ella comience hacer lo mismo que tú haces, no te quejes ni trates de impedirlo.

—Eso no va a pasar.

—¿Crees que ella solo va a tener ojos para ti siempre? Tú tienes ojo para todas, ella está en su derecho de tenerlos también. Estás acabando con el amor que lisa siente por ti, luego no te quejes.

—No es tu problema. El día que ella miré a otro hombre con los mismos ojos que aún me mira, le sacaré los ojos y sé los haré comer.

—¿Te das cuenta de lo que dices? ¿Tú sí puedes hacerlo y ella se tiene que aguantar? ¿Qué crees que haría ella si se entera que estas con una mujer ahora? Como se ve que no te importa lo que siente ella. Eso me molesta, porque te llenaste la boca diciendo que la amabas y era todo para ti, en cambio ahora haces todo con tal de herirla. ¿En qué momento te volviste tan inmaduro? Estos juegos son para niños, un verdadero hombre busca la forma de ver a su esposa feliz.

—Ahórrate los consejos, viejo. No me sigas haciendo perder tiempo y lárgate.

—Luego no digas que no te lo dije.

Kanji

—¿Para que me trajiste aquí, Kanji?

—Relájate. Supe que te estás divorciando de Akira. Quiero saber más sobre eso.

—No tengo nada que decirte de mi esposo. Pierdes tu tiempo.

—Quiero saberlo por ti, no por tu esposo.

—No te diré nada.

—¿No te atiende?

—No es tu problema, si de eso querías hablar, será mejor que me vaya — traté de levantarme, pero me sujetó la mano.

—No tienes que estar a la defensiva, solo quisiera saber más de tí.

—No tengo que decirte nada sobre mí. Si tus problemas son con Akira, ve y resuélvelos con él.

—No me importa Akira ahora, como te dije ese día, mi interés está en ti, no en ese imbécil.

—¿Eso qué significa?

—Que me gustas, lisa. Me gustan tus agallas, tu rebeldía, me siento atraído por ti. Ya ves que hasta he tratado de cambiar mi apariencia para no traerte malos recuerdos.

—¿Qué mierda estás diciendo? Jamás podría fijarme en ti. Te metiste con mis hijos, los involucraste en esta venganza contra Akira y para completar, te pareces a ese desgraciado.

—No tengo la culpa de parecerme tanto a mi sobrino. No tienes que juzgarme por eso, además a tus hijos no les hice nada ni a ti tampoco.

—Tenías planes de hacerlo, ¿Me crees estúpida? Pasaron un mal rato por tu culpa. Mi hijo pensó que te había matado.

—Entonces si me ve, ¿estará tranquilo?

—No te vas acercar a él. Será mejor que no me vuelvas a buscar. Solo me puedes ocasionar problemas, Kanji.

—No soy alguien de rendirme cuando me gusta alguien. Vale la pena arriesgarme.

—No lo creo. No me vuelvas a molestar. Ya me tengo que ir. Adiós.

—Yo te llevo, muñeca.

—No gracias, puedo irme sola— salí del restaurante y me fui al trabajo de vuelta. Tengo que hablar con Mr. Jefferson.

Akira

Llamada telefónica

—¿Estás seguro que es la palomita?

—Si, Sr. Akira.

—Vaya, vaya. Yo precisamente hablando de ella. ¿Dónde están?

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