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18

—Iré a ver si mi mamá ha despertado.

—Te espero afuera.

Entré de vuelta a la habitación y me quedé contemplando sus heridas. Si tan solo hubiera llegado un poco antes de tiempo, hubiera podido evitar todo esto.

—Perdóname, mamá— me acerqué a su frente para darle un beso, cuando comenzó a abrir sus ojos.

—¿Lisa?

—Mamá, ¿cómo te sientes?

—Estoy bien, mi amor, ¿Por qué estoy aquí?

—No importa, solo quédate tranquila—la abracé—. Akira te va a llevar a su apartamento para que puedas estar ahí. Te visitaré y vamos a pasar más tiempo juntas. Crearemos nuevos recuerdos, mamá—sonreí—. Iré por el alta, Akira está afuera.

Sentí un pequeño desbalance y me sujeté la cabeza.

—Hija, ¿estás bien?

—Sí, estoy bien. Solo fue un pequeño mareo. Han sido muchas emociones en un solo día.

—Tienes que alimentarte bien, hija.

—Cuando salgamos de aquí comeremos algo, ¿Esta bien? —sonreí, y salí de la habitación.

Luego de terminar y buscar el alta, Akira nos trajo al apartamento donde se estará quedando mi madre.

—Este será su nuevo apartamento, señora. Espero se sienta cómoda.

—Gracias por ayudarme, Sr. Akira.

—Quería disculparme por lo del otro día.

—No te preocupes. Tenías razón, soy una cobarde. Si lo hubiera detenido la primera vez, nada de esto hubiera pasado.

—Mamá, no pienses en eso. Lo importante es que ya estás aquí con nosotros y estás bien —la abracé.

—Le contraté una empleada para que la tenga a su disposición, así puede sentirse más cómoda y descansar.

—Gracias, Sr. Akira. Es usted muy amable.

El teléfono de Akira sonó y lo miró.

—Ya regreso, permiso — salió del apartamento. 

—Escogiste un buen muchacho, Lisa. Estoy muy orgullosa.

—Gracias, mamá. Si es una buena persona— cuando quiere—. Espero que te sientas cómoda aquí. Intentaré visitarte lo más que pueda.

—No te preocupes por mí, yo estaré bien. Espero poder verte más seguido.

—Así va a ser, mamá.

—Pido disculpas, tenía que responder esa llamada— Akira regresó.

—No se preocupe, Sr. Akira y, nuevamente gracias por todo.

—No hay de que. Nos tenemos que retirar por hoy. Tengo unos negocios que atender. Espero se sienta cómoda.

—Gracias, Sr. Akira. Le encargo a mi hija.

Nos despedimos para luego irnos.

—Tu madre es una buena persona—comentó Akira, llevando su mano a la mía.

Ya parecemos una pareja normal. ¿Qué es lo que estoy pensando? Sacudí mi cabeza ante ese estúpido pensamiento.

—Gracias por todo, Akira. De no ser por ti, no sé qué hubiera pasado.

—Te dije que no tienes que darme las gracias por eso.

—Últimamente me has ayudado más de lo normal. Aún sigo sin entender la razón. No sé si pueda confiar en las cosas que haces —desvié mi mirada.

No sé si le molestará que le diga eso, pero es lo que siento.

—Entonces ¿sientes miedo de mi?—detuvo el auto.

—Yo… no quise que sonara de esa manera. Es solo que no sé lo que piensas, lo que planeas o lo que quieres de mí. Pienso que todo lo que haces es porque de alguna manera te beneficia— así me sentía, y lo solté sin pensarlo.

Él se subió sobre mí, aún estando en el auto y, sujetó mi mentón para estampar sus labios en los míos.

—Esto que hago por ti, jamás lo haría por nadie más. Te odio, pero a la misma vez siento que no puedo estar sin ti —murmuró, mientras continuaba besándome.

No me permitió responder todo lo que dijo, pero escuchar esas palabras de él, me hizo de alguna manera feliz.

—Akira, detente — le pedí, poniendo mi mano en su boca.

—¿Por qué? ¿Tienes miedo de que alguien más nos vea en esta situación?— arqueó una ceja —. No quisiera que sientas miedo de mi y, mucho menos de lo que estoy a punto de hacer, pero quiero hacer tu cuerpo mío ahora y, no voy a parar hasta que me digas que ya no sientes miedo de mi.

— metió sus manos debajo de mi traje, bajando así mi ropa interior.

—No, Akira.

Bajó el cierre de su pantalón, mientras que con su otra mano acariciaba mi vagina.

—Así que ya estás preparada, ¿Eh? — sonrió con malicia.

—No digas esas cosas vergonzosas— tapé mi cara de la vergüenza.

Sujetó mis manos para quitarlas de mi rostro y obligarme a mirarlo.

—No es la primera vez que estamos en esta situación, ¿por qué te avergüenza?—metió su miembro profundamente en mí.

No podía soportar su mirada en un momento como este. Estaba muy cerca. Intentaba contener mis jadeos, pero era imposible. Sentirlo tan dentro de mí y ver su cara de satisfacción, hace que mi cuerpo se caliente más.

—Estás muy húmeda, corderito. ¿Acaso estás excitada de esto? No sabía que eras tan pervertida.

—¡Cállate!— mi vergüenza cada vez era más—. ¿Cómo puedo sentirme bien de algo como esto?—dije casi con hilo de voz.

—Entonces, ¿no te molestaría si abro tus piernas así, y lo hago más rápido?—lo hizo mientras reía.

Sentí un escalofrío por todo mi cuerpo. Tenía miedo de que las personas que pasaran por el lado del auto nos vieran, pero a nadie parecía importarle.

Me besó, culminando el beso en una fuerte mordida en mi labio inferior, mientras continuaba dentro de mí. No dejaba de moverse de esa forma tan brusca. Mi cuerpo se sentía muy caliente para pedirle que se detuviera. Es increíble lo que Akira puede causar en mi, es como si conociera cada parte de mi cuerpo.

—¿Aún sientes miedo de mi?—me besaba, y sujetaba fuertemente mis manos.

Podía escuchar sus jadeos de placer. No podía aguantar más. ¿Cómo puedo sentir miedo en estos momentos? Si mi cuerpo reacciona de esta manera cuando es él quién me toca o cuando es él quien me besa.

Quiero odiarlo, debo odiarlo, pero no puedo...

—No siento miedo de ti, Akira. Tú ganas —respondí sin poder contener mis gemidos, y la respiración agitada.

—Entonces ¿Quieres que me detenga aquí? —preguntó riendo.

¿Cómo pedirle que se detenga? Si muero por ver su expresión mientras siente el mayor placer de este momento. De algo estoy segura y es de que, no quiero que se detenga.

—No, por favor. Quiero que sigas hasta que te sientas satisfecho.

—Siempre lo he dicho, pero cuando eres honesta me enciende. Voy a compensarte por esas palabras, corderito —se movía más rápido dentro de mi, haciendo que mi vientre se contrajera a su antojo.

No aguantaba más de esto. Estaba casi sin aliento. Sentía cada vez sus movimientos más repetitivos y fuertes.

—Me vendré dentro de ti—al instante que pronunció esas palabras, pude percibir un calor dentro de mi, que recorría por todo mi cuerpo, junto a un escalofrío.

¿A esto le llaman felicidad? Mi cuerpo no paraba de temblar. Quiero tener más momentos como estos, pero solo con él.

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