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cap. 15

—Retrocede —ordené—. ¿Patch era mi ex? —Esto no concordaba con la historia de Marcie. O la de Vee, para el caso.

—Ustedes dos rompieron. Algo que ver con Marcie, creo. —Él levantó sus palmas—. Eso es todo lo que sé. Volví a la ciudad en el medio del drama.

—¿Estás seguro de que él era mi novio?

—Tus palabras, no las mías.

—¿Cómo lucía?

—Temible.

—¿Dónde está ahora? —pregunté con más energía.

—Como dije, encontrarlo no será fácil.

—¿Sabes algo acerca de un collar que él puede haberme dado?

—Haces muchas preguntas.

—Marcie dijo que Patch era su novio. Ella me dijo que él me dio un collar que le pertenece, y ahora ella lo quiere de vuelta. Dijo que él me hizo ver lo bueno en ella y nos unió.

Scott acarició su mentón. Sus ojos se reían de mí.

—¿Y tú la creíste?

Mi mente daba vueltas. ¿Patch fue mi novio? ¿Por qué había mentido Marcie? ¿Para obtener el collar? ¿Qué podía querer con eso? Si Patch fue mi novio, eso explicaba los destellos de déjà vu cada vez que oía su nombre, pero...

Si él fue mi novio, y yo había significado algo para él, ¿dónde estaba ahora?

—¿Algo más que me puedas decirme acerca de Patch?

—Apenas conocí al tipo, y lo que conocí me asustaba terriblemente. Veré si puedo encontrarlo, pero no puedo hacer ninguna promesa. Mientras tanto, concentrémonos en algo seguro. Si podemos conseguir suficiente información acerca de Hank, quizás podamos entender por qué él tiene tanto interés en ti y en tu mamá y qué es lo siguiente que planea hacer, y pensar en una manera de acabar con él. Ambos tenemos algo que ganar con esto. ¿Estás dentro, Grey?

—Oh, lo estoy —le dije con fiereza.

Me quedé con Scott hasta que el sol se sumergió en el horizonte. Dejé mi cena de pescado a medio comer y caminé de vuelta por la orilla. Scott y yo nos despedimos en la barandilla. Él no quería acostumbrarse a mostrar su rostro en público, y a juzgar por lo que me había dicho de Hank y sus espías Nefilim, comprendí su cautela. Le prometí visitarlo de nuevo pronto, pero él desechó la idea. El tráfico rutinario hacia la cueva era demasiado riesgoso, afirmó. En su lugar, él me buscaría.

De camino a casa, reflexioné. Repasé todo lo que Scott me había dicho. Una extraña sensación se cocía a fuego dentro de mí. Venganza, quizás. U odio en su forma más pura. No tenía evidencias suficientes para afirmar con certeza que Hank estaba detrás de mi secuestro, pero le había dado mi palabra a Scott de que haría todo lo posible para llegar al fondo de esto. Y por "fondo", quería decir que si Hank tenía algo que ver con esto, lo haría pagar por ello.

Y luego estaba Patch. Mi supuesto ex novio. Un tipo que irradiaba misterio, que dejó una fuerte impresión en Marcie y en mí, y que había desaparecido sin dejar rastro. No podía imaginarme con un novio, pero si tenía que hacerlo, me imaginaba un agradable chico normal que entregaba su tarea de matemáticas a tiempo y que quizás incluso jugara al béisbol. Una descripción demasiado limpia que se contraponía con todo lo que yo sabía acerca de Patch. Que no era mucho.

Tendría que encontrar una manera de cambiar eso.

En la granja, encontré una nota en la mesada de la cocina. Mi madre había salido con Hank esa noche. Cena, seguida de una orquesta sinfónica en Portland. La idea de que estuviera sola con Hank hizo que mis entrañas cayeran en picada, pero Scott había estado vigilando a Hank Millar el tiempo suficiente para saber que estaba saliendo con mi madre, y me había dado una clara advertencia: no podía, bajo ninguna circunstancia, dar a conocer lo que sabía. A ninguno de ellos. Hank creía que nos tenía engañados a todos, y era mejor mantenerlo así. Tenía que confiar en que, por ahora, mi madre estuviera a salvo.

Debatí el llamar a Vee, dejando en claro que sabía que ella había mentido sobre Patch, pero me sentía pasiva-agresiva. Dale un día de tratamiento de silencio, y déjala que se piense acerca de lo que había hecho. La confrontaría una vez que supiera que estaba lo suficientemente asustada como para empezar a decir la verdad, esta vez en serio. Su traición dolía, y por su bien, esperaba que tuviera una muy buena explicación.

Abrí una pote de budín de chocolate y lo comí delante de la TV, usando las repeticiones de las comedias para llenar la noche. Finalmente el reloj pasó las once, y yo subí suavemente a mi habitación. Sacándome la ropa, no fue hasta que devolví mi bufanda a su lugar apropiado en el cajón que noté la pluma negra de nuevo. Tenía un brillo sedoso que me recordaba al color de los ojos de Jev. Un negro tan interminable, que absorbía hasta la última partícula de luz.

Recordé ir a su lado en el Tahoe, y aunque Gabe había estado justo allí, yo no había estado asustada. Jev me hacía sentir segura, y deseé tener alguna forma de embotellar la sensación, para sacarla cuando la necesitara.

Por encima de todo, deseaba ver a Jev de nuevo.

Había estado soñando con Jev cuando mis ojos se abrieron de golpe. El crujido de la madera había penetrado en mi sueño, despertándome de un sacudón.

Una figura sombría se agazapaba en mi ventana, bloqueando la luz de la luna.

La figura entró con un salto, aterrizando en mi habitación tan sigilosamente

como un gato.

Me senté de golpe, y todo mi aliento se escapó en un silbido.

—Shh —murmuró Scott, posando un dedo sobre sus labios—. No despiertes a tu mamá.

—¿Q-qué estás haciendo aquí? —logré balbucear finalmente.

Él cerró la ventana detrás suyo.

—Te dije que te visitaría pronto.

Me dejé caer de nuevo sobre la cama, intentando recuperar un ritmo cardíaco normal. No había visto mi vida pasar frente mis ojos exactamente, pero había estado vergonzosamente cerca de gritar a todo pulmón.

—Te faltó mencionar que involucraría meterse a la fuerza en mi habitación.

—¿Hank está aquí?

—No. Salió con mi madre. Me quedé dormida, pero aún no los he oído llegar.

—Vístete.

Le eché un vistazo al reloj. Luego le eché un vistazo a él.

—Es casi medianoche, Scott.

—Muy detallista, Grey. Resulta que vamos a ir a un lugar al que será mucho más fácil entrar a la fuerza a estas horas.

Oh Dios.

—¿A la fuerza? —repetí un poco malhumorada, aún sin recuperarme de ser despertada tan abruptamente. Especialmente si Scott hablaba en serio acerca de hacer algo potencialmente ilegal.

Mis ojos finalmente se estaban ajustando a la borrosa oscuridad, y lo sorprendí sonriendo.

—No tienes miedo de un hacer un poco de allanamiento ilegal, ¿verdad?

—En lo absoluto. ¿Qué es un delito grave? No es que tenga grandes esperanzas de ir a la universidad o conseguir un trabajo algún día —bromeé.

Él ignoró mi sarcasmo.

—Encontré uno de los almacenes de la Mano Negra. —Cruzando la habitación, se escabulló hacia el pasillo—. ¿Estás segura de que aún no han vuelto?

—Hank probablemente tiene un montón de almacenes. Vende autos. Tiene que almacenarlos en algún lugar. —Me di la vuelta, tiré de los cobertores hasta mi mentón, y cerré los ojos, esperando que él captara la indirecta. Lo que realmente quería hacer era insertarme de nuevo en el sueño con Jev. Podía sentir su beso prolongándose en mis labios. Quería vivir la fantasía un poquito más.

—El almacén se encuentra en el distrito industrial. Si Hank está almacenando autos allí, está rogando que lo asalten. Esto es grande. Lo estoy sintiendo, Grey.

Está ocultando algo mucho más valioso que autos allí. Tenemos que averiguar qué es. Necesitamos toda la información sobre él que podamos conseguir.

—El allanamiento de morada es ilegal. Si vamos a acorralar a Hank, tenemos que hacerlo legítimamente.

Scott caminó alrededor de la cama. Tiró de las mantas hasta que pudo ver mi rostro.

—Él no juega según las reglas. La única manera en que esto va a funcionar es si emparejamos el terreno de juego. ¿No tienes un poco de curiosidad acerca de lo que está guardando en el almacén?

Pensé en la alucinación, el almacén y el ángel enjaulado, pero dije:

—Si puede hacer que me arresten, no.

Él se sentó, frunciendo el ceño.

—¿Qué sucedió con querer ayudarme a enterrar a la Mano Negra?

Esa era la cosa. Un par de horas sola para razonar las cosas, y sentí mi confianza escapándose. Si Hank era todo lo que Scott afirmaba, ¿cómo podríamos nosotros dos solos enfrentarnos con él? Necesitábamos un plan mejor. Un plan más inteligente.

—Quiero ayudar, y lo haré, pero no podemos meternos de cabeza en esto — dije—. Estoy demasiado cansada para pensar. Regresa a la cueva. Vuelve a una hora razonable. Tal vez pueda convencer a mi madre de visitar a Hank en su almacén y preguntarle qué hay dentro.

—Si venzo a Hank, recupero mi vida —dijo Scott—. Basta de esconderme. Basta de huidas. Podría ver a mi mamá de nuevo. Hablando de mamás, la tuya estaría a salvo. Ambos sabemos que tú quieres esto tanto como yo —murmuró con una voz que no me gustaba. Era una voz que me daba a entender que me conocía más de lo que me resultaba cómodo. No quería que Scott tuviera ese tipo de percepción de mí. No a medianoche, al menos. No cuando estaba así de cerca de deslizarme de nuevo en mi sueño con Jev—. No voy a dejar que nada te pase —dijo en voz baja—, si eso es lo que te preocupa.

—¿Cómo puedo saber eso?

—No lo sabes. Esta es tu oportunidad para poner mis intenciones a prueba. Averiguar realmente de qué estoy hecho.

Atrapé mi labio inferior entre los dientes, pensando. Yo no era el tipo de chica que se escapaba en la noche. Y aquí estaba, a punto de hacerlo dos veces en una semana. Estaba empezando a pensar que era completamente diferente a la persona que me gustaba creer que era. ¿No tan buena después de todo? pareció burlarse el diablo en mi hombro.

La idea de salir por la noche para espiar uno de los almacenes de Hank no enviaba un sentimiento exactamente cálido, difuso a través de mí, pero razoné que estaría con Scott todo el tiempo. Y si había una cosa que yo quería, era sacar a Hank de mi vida para siempre. Quizás, si Scott estaba en lo cierto acerca de que él era Nefilim, Hank era capaz de engañar la mente de uno o dos policías, pero si él estaba haciendo algo altamente ilegal, no había manera de que pudiera evadir al cuerpo policial completo. En este momento, conseguir que la policía lo siguiera de cerca parecía un buen comienzo para develar sus planes, cualquiera que fuesen.

—¿Esto es siquiera seguro? —pregunté—. ¿Cómo sabemos que no nos van a atrapar?

—He estado vigilando el edificio durante días. No hay nadie por la noche. Tomaremos algunas fotos por las ventanas. El nivel de riesgo es bajo. ¿Vienes o no?

Di un suspiro de resignación.

—¡Está bien! Me pondré algo de ropa. Date la vuelta. Estoy en pijama. —Pijama que consistía en nada más que una camiseta y ropa interior con forma de shorts, una imagen que no quería a fijar en la mente de Scott.

Él sonrió.

—Soy un hombre. Eso es como decirle a un niño que no mire un mostrador de caramelos.

Ugh.

El hoyuelo en su mejilla se profundizó. Y no fue lindo de ninguna manera. Porque yo no iba a tomar ese camino con Scott. Tomé la decisión de inmediato. Nuestra relación era bastante complicada. Si íbamos a trabajar juntos, el platónico era el único camino a seguir.

Con una sonrisa sardónica, él levantó los brazos en señal de derrota y me dio la espalda. Salí rápidamente de la cama, atravesé la habitación a los saltos, y me encerré en el armario.

Dado que las puertas tenían tablillas, dejé la luz apagada para estar segura y palpé mi camino por el estante de ropa. Me puse unos jeans ajustados, una camiseta de capas, y una sudadera con capucha. Opté por zapatillas, temiendo que tuviéramos que huir en cualquier momento.

Abotoné mis jeans, y abrí la puerta del armario.

—¿Sabes en qué estoy pensando ahora mismo? —le pregunté a Scott.

Sus ojos me analizaron.

—¿En qué te ves linda en esa manera de chica de al lado?

 ¿Por qué tenía que decir cosas como esa? Sentí brotar un rubor en mis mejillas y tuve la esperanza de que Scott no lo viera en la penumbra.

Dije:

—En que será mejor que no lamente esto.

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