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cap. 13

La noche siguiente a las siete la entrada al estacionamiento estaba repleta. Después de casi una hora de rogar, Vee y yo habíamos convencido a sus padres que necesitábamos celebrar su primera noche fuera del hospital con chiles rellenos y cócteles de fresas frescas. Al menos, eso es lo que estábamos exigiendo. Pero teníamos una segunda intención.

Aparqué el Neon en un espacio apretado del estacionamiento y apagué el motor.

- Ew. - Dijo Vee cuando le pasé las llaves y mis dedos rozaron los suyos - ¿Crees que puedes sudar un poco más?

- Estoy nerviosa.

- ¿En serio?, no tenía ni idea. - Inadvertidamente miré la puerta - Sé lo que estás pensando. - Dijo Vee apretando sus labios - Y la respuesta es no. No de ninguna manera.

- No sabes lo que estoy pensando. - Dije.

Vee apretó mi brazo.

- Seguro como la mierda que no.

- No iba a correr. - Dije - No yo.

- Mentirosa.

El martes era la noche libre de Patch, y Vee me metió en mi cabeza que ése sería el momento perfecto para el interrogatorio de su compañera. Me visualicé encaminándome hacia el bar, dándole al camarero una coqueta mirada a lo Marcie

Millar, y luego dirigiéndome sin problemas al asunto de Patch.

Necesitaba la dirección de su casa. Necesitaba alguna detención previa. Necesitaba saber si él tenía alguna conexión con el chico de la máscara de esquí, sin importar lo insignificante que fuera. Necesitaba averiguar por qué el chico de la máscara de esquí y la chica misteriosa estaban en mi vida.

Eché un vistazo dentro de mi bolso, verificando –doble para asegurarme que la lista de preguntas del interrogatorio que había preparado estaba todavía conmigo. Un lado de la lista contenía las preguntas sobre la vida personal de Patch. El otro lado tenía información descarada. Porsi acaso.

- Whoa, Whoa, Whoa. - Dijo Vee - ¿Qué es eso?

- Nada. - Dije doblando la lista.

Vee trató de agarrar la lista, pero fui más rápida y la metí en mi bolso antes de que ella pudiera cogerla.

- Regla número uno. - Dijo Vee - No hay tal cosa como notas para coquetear.

- Hay una excepción a toda regla.

- ¡Y tú no la eres!

Agarró dos bolsas plásticas de 7-eleven del asiento trasero y giró saliendo del coche. Tan pronto como salí, ella utilizó su brazo bueno para lanzar las bolsas por encima del capote del Neon hacia mí.

- ¿Qué es esto? - Pregunté cogiendo las bolsas.

Las manijas estaban atadas y no podía ver dentro, pero la base inconfundible de un maldito tacón de punta amenazó con salir a través del plástico.

- Son casi ocho y medio. - Dijo Vee - Cuero de tiburón. Es más fácil encajar en el papel cuando pareces formar parte.

- No puedo caminar con tacones altos.

- Lo bueno es que no son altos, entonces.

- Parecen altos. - Dije ojeando el tacón de punta saliente.

- Casi cinco pulgadas. Dejan de llamarse "altos" antes de cuatro.

Maravilloso. Si no me rompo el cuello, podría llegar a humillarme mientras le sonsaco los secretos de mi compañero Patch.

- Éste es el trato. - Dijo Vee mientras andábamos por la acera de las puertas delanteras -

Soy invitada por un par de personas. Cuantos más mejor, ¿bien?

- ¿Quién? - Pregunté sintiendo los profundos retorcijones de que algo andaba mal en la boca de mi estómago.

- Jules y Elliot.

Antes de que tuviera tiempo para decirle a Vee exactamente lo malo que pensé que era esta idea, ella dijo:

- Momento de la verdad. Me he estado viendo un poco con Jules. A escondidas.

- ¿Qué?

- Deberías ver su casa. Bruce Wayne no puede competir. O sus padres son traficantes de drogas en América del Sur o vienen realmente de una familia adinerada. Y dado que no los he conocido aún, no podría decir cuál.

Estaba perpleja como para hablar. Mi boca se abrió y se cerró, pero nada salió.

- ¿Cuándo pasó esto? - Finalmente pude preguntar.

- Justamente casi después de aquella fatídica mañana en Enzo's.

- ¿Fatídica? Vee, no tenías idea...

- Espero que hayan llegado primero y hayan reservado una mesa. - Dijo Vee estirando su cuello mientras ojeaba a la muchedumbre amontonada alrededor de las puertas - No quiero esperar. Estoy seriamente a dos cortos minutos de morir de hambre.

Agarré a Vee por su codo bueno, empujándola a un lado.

- Hay algo que necesito decirte...

- Lo sé, lo sé. - Dijo ella - Crees que hay una pequeña posibilidad de que Elliot me atacara el Domingo por la noche. Bueno, creo que estás confundiendo a Elliot con Patch. Y después de que hagas algo detectivesco esta noche, los hechos me apoyarán. Créeme, quiero saber quién me atacó tanto como tú, probablemente aún más. Es personal ahora.

Y dado que estamos aconsejándonos la una a la otra, ésta es la mía. Mantente alejada de Patch. Solo para estarsegura.

- Me alegro de que pienses esto detenidamente. - Dije concisamente – Pero aquí la cosa es que encontré un artículo...

Las puertas del Bordeline se abrieron. Una fresca ola de calor llevaba el olor de limas y cilantro circulando hacia nosotras, junto con el sonido de un grupo de mariachis a través de los altavoces.

- Bienvenidas al Bordeline. - Un camarero nos saludó - ¿Solo ustedes dos esta noche?

Elliot estaba parado detrás de ella dentro, en el tenue vestíbulo. Nos vimos el uno al otro al mismo momento. Su boca sonrió pero sus ojos no lo hicieron.

- Señoritas. - Dijo él frotando sus manos mientras se acercaba – Lucen magníficas, como siempre.

Mi piel se erizó.

- ¿Dónde está tu compañero de crimen? - Preguntó Vee echando un vistazo alrededor del vestíbulo.

Faroles de papel colgando desde el techo, y un mural de un pueblo mexicano abarcaban dos paredes. Las mesas de espera se llenaron a la capacidad. No había señal de Jules.

- Malas noticias. - Dijo Elliot - El hombre está enfermo. Vas a tener que conformarte conmigo.

- ¿Enfermo? - Demandó Vee - ¿Cómo que enfermo? ¿Qué clase de excusa es enfermo?

- Enfermo como un brote en ambos brazos.

Vee se estrujó su nariz.

- Demasiada información.

Todavía estaba teniendo un mal momento comprendiendo la idea de que algo estaba pasando entre Vee y Jules. Jules vino, abrumado, y completamente desinteresado en la compañía de Vee o alguien más.

Ninguna parte de mí se sentía cómoda con la idea de Vee pasando tiempo a solas con Jules. No necesariamente por lo desagradable que fuera él o por lo poco que sabía de él, sino porque la única cosa que sabía es que: él era amigo íntimo de Elliot.

El camarero reunió tres menús de un compartimiento pequeño y nos llevó a una mesa tan cerca de la cocina que podía sentir el fuego de los hornos atravesando las paredes.

A nuestra izquierda estaba la barra de salsa. A nuestra derecha las puertas de vídrio húmedo con condensación que conducía hacia un patio. Mi blusa de popelina ya se adhería a mi espalda. Mi sudor podría haber tenido más que ver con la noticia de Vee y Jules que con el calor, como sea.

- ¿Está bien? - El camarero preguntó gesticulando hacia la mesa.

- Está perfecto. - Dijo Elliot encogiéndose de hombros para quitarse su chaqueta de aviador - Me encanta este lugar. Si el espacio no te hace sudar, la comida lo hará.

La sonrisa del camarero se amplio.

- Ha estado aquí antes. ¿Puedo sugerirle empezar con patatas fritas y nuestra salsa más reciente de jalapeño? Es más picante todavía.

- Me gustan las cosas picantes. - Dijo Elliot.

Estaba bastante segura de que estaba siendo lambón. Había sido demasiado generosa en pensar que él no era tan bajo como Marcie. Había sido demasiado generosa sobre su carácter, punto. Especialmente ahora que sabía que había sido investigado por presunto asesinato junto con quién sabe cuántos otros esqueletos en su armario.

El camarero se le dirigió evaluándolo una vez más.

- Volveré enseguida con patatas fritas y salsa. Su camarera estará aquí dentro de poco para tomar sus órdenes.

Vee se dejó caer en la primera silla. Me deslicé a su lado y Elliot tomó asiento frente a mí.

Nuestros ojos conectaron, y había un deje de algo oscuro en los suyos. Resentimiento, muy probablemente. Quizás incluso hostilidad. Me preguntaba si él sabía que yo había visto el artículo.

- El púrpura es tu color, Nora. - Dijo él gesticulando hacia mi bufanda mientras la aflojaba de mi cuello y la ataba alrededor de la manija de mi bolso - Ilumina tus ojos.

Vee golpeó mi pie. Ella en realidad pensaba que él se refería a un cumplido.

- Así que, - Le dije a Elliot con una sonrisa forzada - ¿por qué no nos hablas de la preparatoria Kinghorn?

- Sí. - Intervino Vee - ¿Hay sociedades secretas allí? ¿Como en las películas?

- ¿Qué decir? - Dijo Elliot - Gran escuela. Fin de la historia. - Tomó su menú y lo examinó – ¿A alguien le interesa un aperitivo? Yo invito.

- Si es tan genial, ¿por qué te trasferiste?

Encontré sus ojos y le sostuve la mirada. Muy ligeramente, arqueé mis cejas, desafiante. Un músculo en la mandíbula de Elliot saltó justo antes de que él esbozara una sonrisa.

- Las chicas. Escuché que eran mucho más finas por estos lados. El rumor demostró ser cierto.

Me giñó el ojo y una sensación de hielo pasó de mi cabeza a mis pies.

- ¿Por qué Jules no se transfirió también? - Preguntó Vee - Podríamos haber sido los cuatro fantásticos, solo con un poco más de vigor. Los fenomenales cuatro.

- Los padres de Jules están obsesionados con su educación. Lo juro por mi vida, está yendo directo a la cima. El chico no puede detenerse. Quiero decir, lo confieso, lo hago bien en la escuela, mejor que la mayoría. Pero nadie supera a Jules. Él es un dios académico.

La mirada soñadora regresó a los ojos de Vee.

- Nunca he conocido a sus padres. - Dijo ella – Las dos veces que he ido, o están fuera de la ciudad o están trabajando.

- Trabajan mucho. - Elliot estuvo de acuerdo, dirigiendo sus ojos hacia el menú, haciendo difícil para mí leer algo en ellos.

- ¿Dónde trabajan? - pregunté.

Elliot tomó un largo sorbo de su agua. Me pareció como si estuviera ganando tiempo mientras inventaba una respuesta.

- Diamantes. Pasan mucho tiempo en África y Australia.

- No sabía que Australia era grande en el negocio de diamantes. - Dije.

- Sí, tampoco yo. - Dijo Vee.

De hecho, estaba bastante segura de que Australia no tenía diamantes. Punto.

- ¿Por qué están viviendo en Maine? - Pregunté - ¿Por qué no en África?

Elliot estudió su menú más intensamente.

- ¿Qué van a pedir ambas? Estoy pensando en fajitas de carne,se ven buenas.

- Si los padres de Jules están en el negocio de diamantes, apuesto a que saben bastante sobre escoger el anillo de compromiso perfecto. - Dijo Vee - Siempre he querido una esmeralda-corte gema.

Le di una patada a Vee debajo de la mesa. Ella me pinchó con su tenedor.

- Oww. - Dije.

Nuestra camarera llegó a la punta de la mesa al tiempo justo para preguntar.

- ¿Algo de beber?

Elliot miró por encima de su menú, primero a mí, luego a Vee.

- Coca-cola light. - Dijo Vee.

- Agua con rodajas de limón, por favor. - Dije.

La camarera regresó sorprendentemente rápido con nuestras bebidas. Su regreso fue mi excusa para dejar la mesa e iniciar la primera fase del plan, y Vee me lo recordó con un segundo pinchazo bajo-la-mesa con su tenedor.

- Vee, - Dije a través de mis dientes - ¿quisieras acompañarme al servicio de damas?

De repente no quería seguir adelante con el plan. No quería dejar a Vee sola con Elliot. Lo que quería era sacarla, hablarle de la investigación de asesinato y luego encontrar alguna forma de hacer que Elliot y Jules desaparecieran de nuestras vidas.

- ¿Por qué no vas sola? - Dijo Vee - Creo que sería un mejor plan.

Ella gesticuló con su cabeza hacia el bar y articuló "ve", al mismo tiempo haciendo discretos movimientos de salir debajo de la mesa.

- Planeaba ir sola, pero realmente me gustaría que me acompañaras.

- ¿Qué pasa con las chicas? - Dijo Elliot plantando una sonrisa entre nosotras - Lo juro, nunca he conocido a una chica que pueda ir al baño sola. - Se inclinó hacia adelante y sonrió con complicidad - Déjame participar del secreto. En serio, te pagaré cinco dólares por cada uno. - Alcanzó su bolsillo trasero - Diez, si puedo ir y ver cuál es el problema tan grande.

Vee destelló una sonrisa.

- Pervertido. No te olvides de esto. - Me dijo ella, refiriéndose a las bolsas de 7-eleven en mis brazos.

Las cejas de Elliot se arquearon.

- Basura. - Vee le explicó a él con un toque sarcástico - Nuestro cubo de basura está lleno.

Mi madre me preguntó si podía tirar esto ya que estaba saliendo.

Elliot no parecía creerle, y Vee no perecía que le importara. Me levanté, mis brazos cargaron con el equipo del traje, y tragué mi ardiente frustración.

Moviéndome a través de las mesas, tomé el pasillo que conduce de vuelta a los baños. El corredor estaba pintado de terracota y estaba decorado con máscaras,sombreros de paja y muñecas de madera. Hacía más calor aquí y sequé mi frente. El plan ahora era terminar con esto tan rápido como fuera posible. Tan pronto como volviera a la mesa, formularía una excusa sobre tener que salir, y empujaría a Vee hacia afuera. Con o sin consentimiento.

Después de echar una ojeada por debajo de tres casillas del servicio de damas y confirmar que estaba sola. Cerré la puerta principal y vacié el contenido de las bolsas de 7-eleven en el mostrador. Una peluca rubio platino, un sostén de copa púrpura, un top de tirantes negro, una minifalda de tachuelas, medias de malla rosado encendido y un par de zapatos de tacón de punta talla ocho y medio de cuero de tiburón .

Metí el sostén y el top de tirantes y las medias de malla de nuevo dentro de las bolsas.

Después de quitarme mis jeans, me puse la minifalda. Metí mi cabello debajo de la peluca y me apliqué el lápiz labial. Me cubrí con una generosa capa resplandeciente de brillo labial.

- Puedes hacer esto. - Le dije a mi reflejo, saltando la capa de brillo y presionando mis labios juntos - Puedes actuar a lo Marcie Miller. Seducir a hombres por secretos. ¿Tan difícil puede ser?

Me quité mis lustrosos mocasines, los metí en la bolsa junto con mis jeans, luego tiré la bolsa debajo del mostrador, fuera de la vista.

- Además, - Continúe - no hay nada de malo en sacrificar un poco de orgullo por información secreta. Si quieres enfocar esto con una perspectiva morbosa, aún podrías hablar si no tienes respuesta, podrías terminar muerta. Porque te guste o no, alguien allí fuera quiere hacerte daño.

Balanceé los tacones de cuero tiburón en mi línea de visión. No eran las cosas más feas que hubiese visto. De hecho, podrían ser considerados sexys. Juws, Maine es de temperatura fría. Me los até y practiqué caminando por el baño varias veces. 

Dos minutos después fácilmente me dirigí hacia la barra del bar.

El camarero me miró.

- ¿Dieciséis? - Supuso - ¿Diecisiete?

Parecía más o menos diez años mayor que yo y tenía el pelo castaño en entradas que llevaba bastante afeitado. Un aro de plata colgaba de su oreja derecha. Camiseta blanca y levis's. No se veía mal... ni bien, tampoco.

- No soy una consumidora menor de edad. - Le dije fuertemente por encima de la música y la circulante conversación - Estoy esperando a un amigo. Tengo una gran vista de las puertas aquí.

Recuperé la lista de preguntas de mi bolso y discretamente coloqué el papel debajo de un salero de vídrio.

- ¿Qué es eso? - preguntó el camarero limpiando sus manos en una toalla y gesticulando hacia la lista.

Deslicé la lista más allá bajo el salero.

- Nada. - Dije toda inocente.

Él levantó una ceja. Decidí ser sencilla con la verdad.

- Es una lista... de compras. Tengo que comprar algunos comestibles. Para mi madre de camino a casa. ¿Qué pasó con coquetear? Me pregunté. ¿Qué pasó con la Marcie Miller?

Él me dio una mirada escrutadora que decidí que no todo era negativo.

- Después de trabajar en este empleo durante cinco años, soy bastante bueno descubriendo mentirosos.

- No soy una mentirosa. - Dije - Quizás estaba mintiendo hace un momento, pero es solo una mentira. Una pequeña mentira no te hace ser un mentiroso.

- Pareces una periodista. - Dijo él.

- Trabajo para el sitio web de mi escuela. - Quería sacudirme. Los periodistas no infundían confianza en la gente. La gente generalmente sospechaba de los periodistas -

Pero no estoy trabajando esta noche. - Corregí rápidamente - Estrictamente noche de placer. Nada de trabajo, ni base de datos, nada en absoluto.

Después de unos cuantos minutos de silencio decidí que la mejor jugada era aventurarme primero. Aclaré mi garganta y dije:

- ¿Es el Borderline el lugar predilecto de empleo para estudiantes de secundaria?

- Tenemos a muchos, sí. Camareras y ayudantes, y por el estilo.

- ¿En serio? - Dije fingiendo sorpresa - Tal vez conozca algunos de ellos. Pregúntame.

El camarero alzó sus ojos hacia el techo y se rascó sobre su barbilla. Su mirada en blanco no inspiraba mi confianza. Por no mencionar que no tenía mucho tiempo. Elliot podría estar echando drogas mortales a la coca-cola light de Vee.

- ¿Qué tal Patch Cipriano? - Pregunté - ¿Él trabaja aquí?

- ¿Patch? Sí, trabaja aquí. Un par de noches y fines de semana.

- ¿Estaba trabajando el domingo por la noche?

Intenté no sonar demasiado curiosa, pero necesitaba saber si era posible para Patch haber estado en el muelle. Él dijo que tenía una fiesta en la costa, pero quizás sus planes habían cambiado. Si alguien verificaba que estaba en el trabajo el domingo por la noche, podría descartar su participación en el ataque de Vee.

- ¿El domingo? - Dijo indiferente - Las noches son agitadas. Intenta con las camareras.

Una de ellas lo recordará. Todos se ríen por nada y son un poco chiflados cuando él está por ahí.

Él sonrió como si yo pudiera de alguna manera simpatizar con ellos. Y dije:

- ¿Podría tener acceso a su solicitud de trabajo? - Incluyendo la dirección de su casa.

- Eso sería un no.

- Solo por curiosidad. - Dije - ¿Sabes si es posible poder ser contratado aquí si tienes un crimen en tu expediente?

- ¿Un crimen? - Soltó una gran carcajada - ¿Estás bromeando?

- Está bien, quizás no un crimen, pero ¿qué tal un delito menor?

Extendió las palmas de sus manos en el mostrador y se acercó.

- No. - Su tono había cambiado de divertido a insultante.

- Eso es bueno. Es realmente bueno saberlo.

Me acomodé de nuevo sobre la butaca del bar y sentí la piel de mis muslos cociéndose como plástico. Estaba sudando. Si la regla número uno de coqueteo no estaba en la lista, estaba bastante segura que la regla número dos no era sudar. Consulté mi lista.

- ¿Sabes si Patch alguna vez tuvo una orden judicial? ¿Tiene historial de fugitivo? -

Sospeché que el camarero estaba sintiendo una mala vibración sobre mí, y decidí lanzar todas mis preguntas en un último esfuerzo... antes de que él me echara de la barra..., o peor, que me sacara del restaurante por acoso y conducta sospechosa - ¿Él tiene novia? -

Dije bruscamente.

- Ve y pregúntale. - Dijo él.

Parpadeé.

- Él no trabaja esta noche.

A la amplia sonrisa del camarero, mi estómago parecía desmoronarse.

- Él no trabaja esta noche... ¿o sí? - Pregunté, mi voz avanzando lentamente hasta la octava - ¡Se supone que él tiene el martes libre!

- Normalmente, sí. Pero está cubriendo a Benji que está en el hospital. Ruptura de apéndice.

- ¿Te refieres a que Patch está aquí? ¿En este momento?

Miré por encima de mi hombro, peinando mi peluca para cubrir mi perfil mientras escaneaba el área en busca de él.

- Entró de vuelta a la cocina hace unos minutos.

Yo ya estaba retirándome del banquillo de la barra.

- Creo que dejé el coche arrancado. ¡Pero fue genial hablar contigo! - Me apuré lo más que pude para llegar al baño.

Ya dentro del baño de damas, cerré la puerta detrás de mí, inhalé un par de veces con mi espalda pegada a la puerta, y luego fui al lavamanos y esparcí agua fría sobre mi cara.

Patch iba a descubrir que lo estuve espiando. Mi memorable actuación garantizaría eso.

En apariencia, esto era malo porque, bueno, era humillante. Pero cuando lo pensé, debía reconocer el hecho de que Patch era muy reservado. A la gente reservada no le gustaba que husmearan en sus vidas. ¿Cómo actuaría cuando supiera que lo tenía bajo una lupa gigante?

Ahora me preguntaba qué me había llevado allí, ya que por dentro no creía que Patch fuese el chico con la máscara de ski. Quizás él tenía secretos oscuros, perturbantes, pero andar correteando por ahí con una máscara de ski no era uno de ellos.

Cerré la llave, y cuando miré hacia arriba, la cara de Patch estaba reflejada en el espejo.

Grité y me di media vuelta.

No estaba sonriendo, ni tampoco parecía entretenido.

- ¿Qué estás haciendo aquí? - Dije jadeando.

- Trabajo aquí.

- Me refiero a aquí. ¿Es que acaso no sabes leer? El símbolo de la puerta...

- Estoy empezando a pensar que me estás siguiendo. Cada vez que me doy la vuelta, tú estás ahí.

- Quería invitar a Vee a salir. - Expliqué - Estuvo en el hospital. - Yo sonaba a la defensiva.

Estaba segura de que eso me haría ver más culpable - Nunca pensé en toparme contigo.

Supuestamente estás en tu noche libre. ¿Y de qué estás hablando? Cada vez que me doy la vuelta, tú estás ahí.

La mirada de Patch era aguda, intimidante, inquisidora. Calculaba cada una de mis palabras, cada uno de mis movimientos.

- ¿Quieres explicar tu pelo chabacano? - Dijo.

Me arranqué la peluca y la tiré sobre la encimera.

- ¿Quieres explicar dónde has estado? Has faltado los últimos dos días a la escuela.

Estaba casi segura de que Patch no me contaría sobre su paradero, pero dijo:

- Jugando Paintball. ¿Qué hacías en la barra?

- Hablaba con el Barman. ¿Acaso es un crimen?

Equilibrando una mano contra la encimera, levanté mi pie para desabrochar un tacón de cuero de tiburón. Me incliné ligeramente y tan pronto como lo hice, la lista de preguntas que hice voló de mi escote y cayó al suelo.

Me arrodillé para tomarlo, pero Patch fue más rápido. La sostuvo sobre su cabeza mientras yo saltaba para obtenerla.

- ¡Devuélvemela! - Dije.

- ¿Tiene Patch alguna orden de restricción contra él? - Leyó - ¿Es Patch un delincuente?

- ¡Dá-me-lo! - Dije entre dientes furiosamente.

Patch soltó una risa por lo bajo, y supe que había visto la siguiente pregunta.

- ¿Patch tiene novia?

Patch puso el papel en su bolsillo trasero. Estaba muy tentada de ir tras él, a pesar de su ubicación.

Se echó hacia atrás en la encimera y niveló nuestros ojos.

- Si vas a buscar información por ahí, preferiría que me preguntaras a mí.

- Esas preguntas - Hice señas hacia donde la había escondido - eran una broma. Vee las escribió. - Añadí en una racha de inspiración - Es su culpa.

- Conozco tu letra, Nora.

- Bueno, ok, está bien. - Empecé buscando una respuesta inteligente, pero me demoré mucho y perdí mi oportunidad.

- No tengo ninguna orden de restricción. - Dijo - No he cometido ningún delito. Incliné mi barbilla hacia arriba.

- ¿Novia?

Me dije que no me importaba cómo respondiera a eso. Cualquiera de las dos iba bien conmigo.

- Eso no es de tu incumbencia.

- Trataste de besarme. - Le recordé - Lo convertiste en algo de mi incumbencia.

La sombra de una sonrisa pirata merodeó por su boca. Tuve la impresión de que estaba recordando cada detalle de ese casi-beso, incluyendo mi gemido/suspiro.

- Ex novia. Dijo después de un momento.

Mi estómago se cayó tan pronto como un repentino pensamiento saltó en mi mente. ¿Qué pasaba si la chica de Delphie y Victoria's Secret era la ex de Patch? ¿Qué pasaba si me había visto hablando con Patch en las máquinas tragaperras y ―erróneamente― había asumido que había mucho más en nuestra relación? Si seguía sintiendo atracción por Patch, tenía sentido que ella estuviese lo suficientemente celosa como para seguirme por ahí. Unas pocas piezas del puzzle parecían encajar...

Entonces Patch dijo:

- Pero ella no anda por aquí.

- ¿A qué te refieres con que no anda por aquí?

- Se ha ido. Nunca volverá.

- ¿Te refieres a que... está muerta? - Pregunté.

Patch no lo negó.

Mi estómago se sintió repentinamente pesado y retorcido. No lo había esperado. Patch había tenido una novia, y ahora estaba muerta.

La puerta del baño de damas sonó cuando alguien intentó entrar. Había olvidado que la había cerrado con llave, lo que me hizo dudar acerca de cómo entró Patch. Podría haber tenido una llave, o podría haber otra explicación. Una explicación acerca de la cual probablemente no querría pensar, como flotar bajo la puerta como el aire. Como el humo.

- Necesito volver a trabajar. - Dijo Patch. Me echó una ojeada que perduró un poco más bajo mis caderas - Falda asesina. Piernas mortales.

Antes de que pudiese tener un pensamiento coherente, él ya estaba pasando a través de la puerta.

La anciana mujer que esperaba para entrar me miró, luego miró sobre su hombro a Patch, quien ya había desaparecido en el vestíbulo.

- Cariño. - Me dijo - Se ve tan resbaladizo como el jabón.

- Buena descripción. - Mascullé.

Ella sacudió su corto, gris y ondulado cabello.

- Una chica se podría enjabonar con un jabón como ése.

Después de que me puse mi ropa nuevamente, volví a la mesa y me deslicé al lado de Vee. Elliot chequeó su reloj y levantó una ceja hacia mí.

- Lo siento, me fui por mucho rato. - Dije - ¿Me perdí algo?

- No. - Dijo Vee - Lo mismo de siempre, lo mismo de siempre.

Ella golpeó mi rodilla, y la pregunta se amplió. "¿Bien?" Antes de que pudiese devolverle el golpe, Elliot dijo:

- Te perdiste a la camarera, te pedí un burrito rojo. - Una sonrisa espeluznante tiró las comisuras de su boca.

Vi mi oportunidad.

- En realidad, no estoy segura de que desee comer. - Puse cara de estar nauseabunda, que no estaba del todo fingida - Creo que cogí lo que Jules tiene.

- Oh, mujer. ¿Te sientes bien?

Sacudí mi cabeza.

- Buscaré a nuestra camarera y le diré que caliente la comida. - Sugirió Vee buscando las llaves en su cartera.

- ¿Y qué hay de mí? - Dijo Elliot sonando sólo medio en broma.

- En otra ocasión. - Dijo Vee.

Bingo, pensé.

 

La noche siguiente a las siete la entrada al estacionamiento estaba repleta. Después de casi una hora de rogar, Vee y yo habíamos convencido a sus padres que necesitábamos celebrar su primera noche fuera del hospital con chiles rellenos y cócteles de fresas frescas. Al menos, eso es lo que estábamos exigiendo. Pero teníamos una segunda intención.

Aparqué el Neon en un espacio apretado del estacionamiento y apagué el motor.

- Ew. - Dijo Vee cuando le pasé las llaves y mis dedos rozaron los suyos - ¿Crees que puedes sudar un poco más?

- Estoy nerviosa.

- ¿En serio?, no tenía ni idea. - Inadvertidamente miré la puerta - Sé lo que estás pensando. - Dijo Vee apretando sus labios - Y la respuesta es no. No de ninguna manera.

- No sabes lo que estoy pensando. - Dije.

Vee apretó mi brazo.

- Seguro como la mierda que no.

- No iba a correr. - Dije - No yo.

- Mentirosa.

El martes era la noche libre de Patch, y Vee me metió en mi cabeza que ése sería el momento perfecto para el interrogatorio de su compañera. Me visualicé encaminándome hacia el bar, dándole al camarero una coqueta mirada a lo Marcie

Millar, y luego dirigiéndome sin problemas al asunto de Patch.

Necesitaba la dirección de su casa. Necesitaba alguna detención previa. Necesitaba saber si él tenía alguna conexión con el chico de la máscara de esquí, sin importar lo insignificante que fuera. Necesitaba averiguar por qué el chico de la máscara de esquí y la chica misteriosa estaban en mi vida.

Eché un vistazo dentro de mi bolso, verificando –doble para asegurarme que la lista de preguntas del interrogatorio que había preparado estaba todavía conmigo. Un lado de la lista contenía las preguntas sobre la vida personal de Patch. El otro lado tenía información descarada. Porsi acaso.

- Whoa, Whoa, Whoa. - Dijo Vee - ¿Qué es eso?

- Nada. - Dije doblando la lista.

Vee trató de agarrar la lista, pero fui más rápida y la metí en mi bolso antes de que ella pudiera cogerla.

- Regla número uno. - Dijo Vee - No hay tal cosa como notas para coquetear.

- Hay una excepción a toda regla.

- ¡Y tú no la eres!

Agarró dos bolsas plásticas de 7-eleven del asiento trasero y giró saliendo del coche. Tan pronto como salí, ella utilizó su brazo bueno para lanzar las bolsas por encima del capote del Neon hacia mí.

- ¿Qué es esto? - Pregunté cogiendo las bolsas.

Las manijas estaban atadas y no podía ver dentro, pero la base inconfundible de un maldito tacón de punta amenazó con salir a través del plástico.

- Son casi ocho y medio. - Dijo Vee - Cuero de tiburón. Es más fácil encajar en el papel cuando pareces formar parte.

- No puedo caminar con tacones altos.

- Lo bueno es que no son altos, entonces.

- Parecen altos. - Dije ojeando el tacón de punta saliente.

- Casi cinco pulgadas. Dejan de llamarse "altos" antes de cuatro.

Maravilloso. Si no me rompo el cuello, podría llegar a humillarme mientras le sonsaco los secretos de mi compañero Patch.

- Éste es el trato. - Dijo Vee mientras andábamos por la acera de las puertas delanteras -

Soy invitada por un par de personas. Cuantos más mejor, ¿bien?

- ¿Quién? - Pregunté sintiendo los profundos retorcijones de que algo andaba mal en la boca de mi estómago.

- Jules y Elliot.

Antes de que tuviera tiempo para decirle a Vee exactamente lo malo que pensé que era esta idea, ella dijo:

- Momento de la verdad. Me he estado viendo un poco con Jules. A escondidas.

- ¿Qué?

- Deberías ver su casa. Bruce Wayne no puede competir. O sus padres son traficantes de drogas en América del Sur o vienen realmente de una familia adinerada. Y dado que no los he conocido aún, no podría decir cuál.

Estaba perpleja como para hablar. Mi boca se abrió y se cerró, pero nada salió.

- ¿Cuándo pasó esto? - Finalmente pude preguntar.

- Justamente casi después de aquella fatídica mañana en Enzo's.

- ¿Fatídica? Vee, no tenías idea...

- Espero que hayan llegado primero y hayan reservado una mesa. - Dijo Vee estirando su cuello mientras ojeaba a la muchedumbre amontonada alrededor de las puertas - No quiero esperar. Estoy seriamente a dos cortos minutos de morir de hambre.

Agarré a Vee por su codo bueno, empujándola a un lado.

- Hay algo que necesito decirte...

- Lo sé, lo sé. - Dijo ella - Crees que hay una pequeña posibilidad de que Elliot me atacara el Domingo por la noche. Bueno, creo que estás confundiendo a Elliot con Patch. Y después de que hagas algo detectivesco esta noche, los hechos me apoyarán. Créeme, quiero saber quién me atacó tanto como tú, probablemente aún más. Es personal ahora.

Y dado que estamos aconsejándonos la una a la otra, ésta es la mía. Mantente alejada de Patch. Solo para estarsegura.

- Me alegro de que pienses esto detenidamente. - Dije concisamente – Pero aquí la cosa es que encontré un artículo...

Las puertas del Bordeline se abrieron. Una fresca ola de calor llevaba el olor de limas y cilantro circulando hacia nosotras, junto con el sonido de un grupo de mariachis a través de los altavoces.

- Bienvenidas al Bordeline. - Un camarero nos saludó - ¿Solo ustedes dos esta noche?

Elliot estaba parado detrás de ella dentro, en el tenue vestíbulo. Nos vimos el uno al otro al mismo momento. Su boca sonrió pero sus ojos no lo hicieron.

- Señoritas. - Dijo él frotando sus manos mientras se acercaba – Lucen magníficas, como siempre.

Mi piel se erizó.

- ¿Dónde está tu compañero de crimen? - Preguntó Vee echando un vistazo alrededor del vestíbulo.

Faroles de papel colgando desde el techo, y un mural de un pueblo mexicano abarcaban dos paredes. Las mesas de espera se llenaron a la capacidad. No había señal de Jules.

- Malas noticias. - Dijo Elliot - El hombre está enfermo. Vas a tener que conformarte conmigo.

- ¿Enfermo? - Demandó Vee - ¿Cómo que enfermo? ¿Qué clase de excusa es enfermo?

- Enfermo como un brote en ambos brazos.

Vee se estrujó su nariz.

- Demasiada información.

Todavía estaba teniendo un mal momento comprendiendo la idea de que algo estaba pasando entre Vee y Jules. Jules vino, abrumado, y completamente desinteresado en la compañía de Vee o alguien más.

Ninguna parte de mí se sentía cómoda con la idea de Vee pasando tiempo a solas con Jules. No necesariamente por lo desagradable que fuera él o por lo poco que sabía de él, sino porque la única cosa que sabía es que: él era amigo íntimo de Elliot.

El camarero reunió tres menús de un compartimiento pequeño y nos llevó a una mesa tan cerca de la cocina que podía sentir el fuego de los hornos atravesando las paredes.

A nuestra izquierda estaba la barra de salsa. A nuestra derecha las puertas de vídrio húmedo con condensación que conducía hacia un patio. Mi blusa de popelina ya se adhería a mi espalda. Mi sudor podría haber tenido más que ver con la noticia de Vee y Jules que con el calor, como sea.

- ¿Está bien? - El camarero preguntó gesticulando hacia la mesa.

- Está perfecto. - Dijo Elliot encogiéndose de hombros para quitarse su chaqueta de aviador - Me encanta este lugar. Si el espacio no te hace sudar, la comida lo hará.

La sonrisa del camarero se amplio.

- Ha estado aquí antes. ¿Puedo sugerirle empezar con patatas fritas y nuestra salsa más reciente de jalapeño? Es más picante todavía.

- Me gustan las cosas picantes. - Dijo Elliot.

Estaba bastante segura de que estaba siendo lambón. Había sido demasiado generosa en pensar que él no era tan bajo como Marcie. Había sido demasiado generosa sobre su carácter, punto. Especialmente ahora que sabía que había sido investigado por presunto asesinato junto con quién sabe cuántos otros esqueletos en su armario.

El camarero se le dirigió evaluándolo una vez más.

- Volveré enseguida con patatas fritas y salsa. Su camarera estará aquí dentro de poco para tomar sus órdenes.

Vee se dejó caer en la primera silla. Me deslicé a su lado y Elliot tomó asiento frente a mí.

Nuestros ojos conectaron, y había un deje de algo oscuro en los suyos. Resentimiento, muy probablemente. Quizás incluso hostilidad. Me preguntaba si él sabía que yo había visto el artículo.

- El púrpura es tu color, Nora. - Dijo él gesticulando hacia mi bufanda mientras la aflojaba de mi cuello y la ataba alrededor de la manija de mi bolso - Ilumina tus ojos.

Vee golpeó mi pie. Ella en realidad pensaba que él se refería a un cumplido.

- Así que, - Le dije a Elliot con una sonrisa forzada - ¿por qué no nos hablas de la preparatoria Kinghorn?

- Sí. - Intervino Vee - ¿Hay sociedades secretas allí? ¿Como en las películas?

- ¿Qué decir? - Dijo Elliot - Gran escuela. Fin de la historia. - Tomó su menú y lo examinó – ¿A alguien le interesa un aperitivo? Yo invito.

- Si es tan genial, ¿por qué te trasferiste?

Encontré sus ojos y le sostuve la mirada. Muy ligeramente, arqueé mis cejas, desafiante. Un músculo en la mandíbula de Elliot saltó justo antes de que él esbozara una sonrisa.

- Las chicas. Escuché que eran mucho más finas por estos lados. El rumor demostró ser cierto.

Me giñó el ojo y una sensación de hielo pasó de mi cabeza a mis pies.

- ¿Por qué Jules no se transfirió también? - Preguntó Vee - Podríamos haber sido los cuatro fantásticos, solo con un poco más de vigor. Los fenomenales cuatro.

- Los padres de Jules están obsesionados con su educación. Lo juro por mi vida, está yendo directo a la cima. El chico no puede detenerse. Quiero decir, lo confieso, lo hago bien en la escuela, mejor que la mayoría. Pero nadie supera a Jules. Él es un dios académico.

La mirada soñadora regresó a los ojos de Vee.

- Nunca he conocido a sus padres. - Dijo ella – Las dos veces que he ido, o están fuera de la ciudad o están trabajando.

- Trabajan mucho. - Elliot estuvo de acuerdo, dirigiendo sus ojos hacia el menú, haciendo difícil para mí leer algo en ellos.

- ¿Dónde trabajan? - pregunté.

Elliot tomó un largo sorbo de su agua. Me pareció como si estuviera ganando tiempo mientras inventaba una respuesta.

- Diamantes. Pasan mucho tiempo en África y Australia.

- No sabía que Australia era grande en el negocio de diamantes. - Dije.

- Sí, tampoco yo. - Dijo Vee.

De hecho, estaba bastante segura de que Australia no tenía diamantes. Punto.

- ¿Por qué están viviendo en Maine? - Pregunté - ¿Por qué no en África?

Elliot estudió su menú más intensamente.

- ¿Qué van a pedir ambas? Estoy pensando en fajitas de carne,se ven buenas.

- Si los padres de Jules están en el negocio de diamantes, apuesto a que saben bastante sobre escoger el anillo de compromiso perfecto. - Dijo Vee - Siempre he querido una esmeralda-corte gema.

Le di una patada a Vee debajo de la mesa. Ella me pinchó con su tenedor.

- Oww. - Dije.

Nuestra camarera llegó a la punta de la mesa al tiempo justo para preguntar.

- ¿Algo de beber?

Elliot miró por encima de su menú, primero a mí, luego a Vee.

- Coca-cola light. - Dijo Vee.

- Agua con rodajas de limón, por favor. - Dije.

La camarera regresó sorprendentemente rápido con nuestras bebidas. Su regreso fue mi excusa para dejar la mesa e iniciar la primera fase del plan, y Vee me lo recordó con un segundo pinchazo bajo-la-mesa con su tenedor.

- Vee, - Dije a través de mis dientes - ¿quisieras acompañarme al servicio de damas?

De repente no quería seguir adelante con el plan. No quería dejar a Vee sola con Elliot. Lo que quería era sacarla, hablarle de la investigación de asesinato y luego encontrar alguna forma de hacer que Elliot y Jules desaparecieran de nuestras vidas.

- ¿Por qué no vas sola? - Dijo Vee - Creo que sería un mejor plan.

Ella gesticuló con su cabeza hacia el bar y articuló "ve", al mismo tiempo haciendo discretos movimientos de salir debajo de la mesa.

- Planeaba ir sola, pero realmente me gustaría que me acompañaras.

- ¿Qué pasa con las chicas? - Dijo Elliot plantando una sonrisa entre nosotras - Lo juro, nunca he conocido a una chica que pueda ir al baño sola. - Se inclinó hacia adelante y sonrió con complicidad - Déjame participar del secreto. En serio, te pagaré cinco dólares por cada uno. - Alcanzó su bolsillo trasero - Diez, si puedo ir y ver cuál es el problema tan grande.

Vee destelló una sonrisa.

- Pervertido. No te olvides de esto. - Me dijo ella, refiriéndose a las bolsas de 7-eleven en mis brazos.

Las cejas de Elliot se arquearon.

- Basura. - Vee le explicó a él con un toque sarcástico - Nuestro cubo de basura está lleno.

Mi madre me preguntó si podía tirar esto ya que estaba saliendo.

Elliot no parecía creerle, y Vee no perecía que le importara. Me levanté, mis brazos cargaron con el equipo del traje, y tragué mi ardiente frustración.

Moviéndome a través de las mesas, tomé el pasillo que conduce de vuelta a los baños. El corredor estaba pintado de terracota y estaba decorado con máscaras,sombreros de paja y muñecas de madera. Hacía más calor aquí y sequé mi frente. El plan ahora era terminar con esto tan rápido como fuera posible. Tan pronto como volviera a la mesa, formularía una excusa sobre tener que salir, y empujaría a Vee hacia afuera. Con o sin consentimiento.

Después de echar una ojeada por debajo de tres casillas del servicio de damas y confirmar que estaba sola. Cerré la puerta principal y vacié el contenido de las bolsas de 7-eleven en el mostrador. Una peluca rubio platino, un sostén de copa púrpura, un top de tirantes negro, una minifalda de tachuelas, medias de malla rosado encendido y un par de zapatos de tacón de punta talla ocho y medio de cuero de tiburón .

Metí el sostén y el top de tirantes y las medias de malla de nuevo dentro de las bolsas.

Después de quitarme mis jeans, me puse la minifalda. Metí mi cabello debajo de la peluca y me apliqué el lápiz labial. Me cubrí con una generosa capa resplandeciente de brillo labial.

- Puedes hacer esto. - Le dije a mi reflejo, saltando la capa de brillo y presionando mis labios juntos - Puedes actuar a lo Marcie Miller. Seducir a hombres por secretos. ¿Tan difícil puede ser?

Me quité mis lustrosos mocasines, los metí en la bolsa junto con mis jeans, luego tiré la bolsa debajo del mostrador, fuera de la vista.

- Además, - Continúe - no hay nada de malo en sacrificar un poco de orgullo por información secreta. Si quieres enfocar esto con una perspectiva morbosa, aún podrías hablar si no tienes respuesta, podrías terminar muerta. Porque te guste o no, alguien allí fuera quiere hacerte daño.

Balanceé los tacones de cuero tiburón en mi línea de visión. No eran las cosas más feas que hubiese visto. De hecho, podrían ser considerados sexys. Juws, Maine es de temperatura fría. Me los até y practiqué caminando por el baño varias veces. 

Dos minutos después fácilmente me dirigí hacia la barra del bar.

El camarero me miró.

- ¿Dieciséis? - Supuso - ¿Diecisiete?

Parecía más o menos diez años mayor que yo y tenía el pelo castaño en entradas que llevaba bastante afeitado. Un aro de plata colgaba de su oreja derecha. Camiseta blanca y levis's. No se veía mal... ni bien, tampoco.

- No soy una consumidora menor de edad. - Le dije fuertemente por encima de la música y la circulante conversación - Estoy esperando a un amigo. Tengo una gran vista de las puertas aquí.

Recuperé la lista de preguntas de mi bolso y discretamente coloqué el papel debajo de un salero de vídrio.

- ¿Qué es eso? - preguntó el camarero limpiando sus manos en una toalla y gesticulando hacia la lista.

Deslicé la lista más allá bajo el salero.

- Nada. - Dije toda inocente.

Él levantó una ceja. Decidí ser sencilla con la verdad.

- Es una lista... de compras. Tengo que comprar algunos comestibles. Para mi madre de camino a casa. ¿Qué pasó con coquetear? Me pregunté. ¿Qué pasó con la Marcie Miller?

Él me dio una mirada escrutadora que decidí que no todo era negativo.

- Después de trabajar en este empleo durante cinco años, soy bastante bueno descubriendo mentirosos.

- No soy una mentirosa. - Dije - Quizás estaba mintiendo hace un momento, pero es solo una mentira. Una pequeña mentira no te hace ser un mentiroso.

- Pareces una periodista. - Dijo él.

- Trabajo para el sitio web de mi escuela. - Quería sacudirme. Los periodistas no infundían confianza en la gente. La gente generalmente sospechaba de los periodistas -

Pero no estoy trabajando esta noche. - Corregí rápidamente - Estrictamente noche de placer. Nada de trabajo, ni base de datos, nada en absoluto.

Después de unos cuantos minutos de silencio decidí que la mejor jugada era aventurarme primero. Aclaré mi garganta y dije:

- ¿Es el Borderline el lugar predilecto de empleo para estudiantes de secundaria?

- Tenemos a muchos, sí. Camareras y ayudantes, y por el estilo.

- ¿En serio? - Dije fingiendo sorpresa - Tal vez conozca algunos de ellos. Pregúntame.

El camarero alzó sus ojos hacia el techo y se rascó sobre su barbilla. Su mirada en blanco no inspiraba mi confianza. Por no mencionar que no tenía mucho tiempo. Elliot podría estar echando drogas mortales a la coca-cola light de Vee.

- ¿Qué tal Patch Cipriano? - Pregunté - ¿Él trabaja aquí?

- ¿Patch? Sí, trabaja aquí. Un par de noches y fines de semana.

- ¿Estaba trabajando el domingo por la noche?

Intenté no sonar demasiado curiosa, pero necesitaba saber si era posible para Patch haber estado en el muelle. Él dijo que tenía una fiesta en la costa, pero quizás sus planes habían cambiado. Si alguien verificaba que estaba en el trabajo el domingo por la noche, podría descartar su participación en el ataque de Vee.

- ¿El domingo? - Dijo indiferente - Las noches son agitadas. Intenta con las camareras.

Una de ellas lo recordará. Todos se ríen por nada y son un poco chiflados cuando él está por ahí.

Él sonrió como si yo pudiera de alguna manera simpatizar con ellos. Y dije:

- ¿Podría tener acceso a su solicitud de trabajo? - Incluyendo la dirección de su casa.

- Eso sería un no.

- Solo por curiosidad. - Dije - ¿Sabes si es posible poder ser contratado aquí si tienes un crimen en tu expediente?

- ¿Un crimen? - Soltó una gran carcajada - ¿Estás bromeando?

- Está bien, quizás no un crimen, pero ¿qué tal un delito menor?

Extendió las palmas de sus manos en el mostrador y se acercó.

- No. - Su tono había cambiado de divertido a insultante.

- Eso es bueno. Es realmente bueno saberlo.

Me acomodé de nuevo sobre la butaca del bar y sentí la piel de mis muslos cociéndose como plástico. Estaba sudando. Si la regla número uno de coqueteo no estaba en la lista, estaba bastante segura que la regla número dos no era sudar. Consulté mi lista.

- ¿Sabes si Patch alguna vez tuvo una orden judicial? ¿Tiene historial de fugitivo? -

Sospeché que el camarero estaba sintiendo una mala vibración sobre mí, y decidí lanzar todas mis preguntas en un último esfuerzo... antes de que él me echara de la barra..., o peor, que me sacara del restaurante por acoso y conducta sospechosa - ¿Él tiene novia? -

Dije bruscamente.

- Ve y pregúntale. - Dijo él.

Parpadeé.

- Él no trabaja esta noche.

A la amplia sonrisa del camarero, mi estómago parecía desmoronarse.

- Él no trabaja esta noche... ¿o sí? - Pregunté, mi voz avanzando lentamente hasta la octava - ¡Se supone que él tiene el martes libre!

- Normalmente, sí. Pero está cubriendo a Benji que está en el hospital. Ruptura de apéndice.

- ¿Te refieres a que Patch está aquí? ¿En este momento?

Miré por encima de mi hombro, peinando mi peluca para cubrir mi perfil mientras escaneaba el área en busca de él.

- Entró de vuelta a la cocina hace unos minutos.

Yo ya estaba retirándome del banquillo de la barra.

- Creo que dejé el coche arrancado. ¡Pero fue genial hablar contigo! - Me apuré lo más que pude para llegar al baño.

Ya dentro del baño de damas, cerré la puerta detrás de mí, inhalé un par de veces con mi espalda pegada a la puerta, y luego fui al lavamanos y esparcí agua fría sobre mi cara.

Patch iba a descubrir que lo estuve espiando. Mi memorable actuación garantizaría eso.

En apariencia, esto era malo porque, bueno, era humillante. Pero cuando lo pensé, debía reconocer el hecho de que Patch era muy reservado. A la gente reservada no le gustaba que husmearan en sus vidas. ¿Cómo actuaría cuando supiera que lo tenía bajo una lupa gigante?

Ahora me preguntaba qué me había llevado allí, ya que por dentro no creía que Patch fuese el chico con la máscara de ski. Quizás él tenía secretos oscuros, perturbantes, pero andar correteando por ahí con una máscara de ski no era uno de ellos.

Cerré la llave, y cuando miré hacia arriba, la cara de Patch estaba reflejada en el espejo.

Grité y me di media vuelta.

No estaba sonriendo, ni tampoco parecía entretenido.

- ¿Qué estás haciendo aquí? - Dije jadeando.

- Trabajo aquí.

- Me refiero a aquí. ¿Es que acaso no sabes leer? El símbolo de la puerta...

- Estoy empezando a pensar que me estás siguiendo. Cada vez que me doy la vuelta, tú estás ahí.

- Quería invitar a Vee a salir. - Expliqué - Estuvo en el hospital. - Yo sonaba a la defensiva.

Estaba segura de que eso me haría ver más culpable - Nunca pensé en toparme contigo.

Supuestamente estás en tu noche libre. ¿Y de qué estás hablando? Cada vez que me doy la vuelta, tú estás ahí.

La mirada de Patch era aguda, intimidante, inquisidora. Calculaba cada una de mis palabras, cada uno de mis movimientos.

- ¿Quieres explicar tu pelo chabacano? - Dijo.

Me arranqué la peluca y la tiré sobre la encimera.

- ¿Quieres explicar dónde has estado? Has faltado los últimos dos días a la escuela.

Estaba casi segura de que Patch no me contaría sobre su paradero, pero dijo:

- Jugando Paintball. ¿Qué hacías en la barra?

- Hablaba con el Barman. ¿Acaso es un crimen?

Equilibrando una mano contra la encimera, levanté mi pie para desabrochar un tacón de cuero de tiburón. Me incliné ligeramente y tan pronto como lo hice, la lista de preguntas que hice voló de mi escote y cayó al suelo.

Me arrodillé para tomarlo, pero Patch fue más rápido. La sostuvo sobre su cabeza mientras yo saltaba para obtenerla.

- ¡Devuélvemela! - Dije.

- ¿Tiene Patch alguna orden de restricción contra él? - Leyó - ¿Es Patch un delincuente?

- ¡Dá-me-lo! - Dije entre dientes furiosamente.

Patch soltó una risa por lo bajo, y supe que había visto la siguiente pregunta.

- ¿Patch tiene novia?

Patch puso el papel en su bolsillo trasero. Estaba muy tentada de ir tras él, a pesar de su ubicación.

Se echó hacia atrás en la encimera y niveló nuestros ojos.

- Si vas a buscar información por ahí, preferiría que me preguntaras a mí.

- Esas preguntas - Hice señas hacia donde la había escondido - eran una broma. Vee las escribió. - Añadí en una racha de inspiración - Es su culpa.

- Conozco tu letra, Nora.

- Bueno, ok, está bien. - Empecé buscando una respuesta inteligente, pero me demoré mucho y perdí mi oportunidad.

- No tengo ninguna orden de restricción. - Dijo - No he cometido ningún delito. Incliné mi barbilla hacia arriba.

- ¿Novia?

Me dije que no me importaba cómo respondiera a eso. Cualquiera de las dos iba bien conmigo.

- Eso no es de tu incumbencia.

- Trataste de besarme. - Le recordé - Lo convertiste en algo de mi incumbencia.

La sombra de una sonrisa pirata merodeó por su boca. Tuve la impresión de que estaba recordando cada detalle de ese casi-beso, incluyendo mi gemido/suspiro.

- Ex novia. Dijo después de un momento.

Mi estómago se cayó tan pronto como un repentino pensamiento saltó en mi mente. ¿Qué pasaba si la chica de Delphie y Victoria's Secret era la ex de Patch? ¿Qué pasaba si me había visto hablando con Patch en las máquinas tragaperras y ―erróneamente― había asumido que había mucho más en nuestra relación? Si seguía sintiendo atracción por Patch, tenía sentido que ella estuviese lo suficientemente celosa como para seguirme por ahí. Unas pocas piezas del puzzle parecían encajar...

Entonces Patch dijo:

- Pero ella no anda por aquí.

- ¿A qué te refieres con que no anda por aquí?

- Se ha ido. Nunca volverá.

- ¿Te refieres a que... está muerta? - Pregunté.

Patch no lo negó.

Mi estómago se sintió repentinamente pesado y retorcido. No lo había esperado. Patch había tenido una novia, y ahora estaba muerta.

La puerta del baño de damas sonó cuando alguien intentó entrar. Había olvidado que la había cerrado con llave, lo que me hizo dudar acerca de cómo entró Patch. Podría haber tenido una llave, o podría haber otra explicación. Una explicación acerca de la cual probablemente no querría pensar, como flotar bajo la puerta como el aire. Como el humo.

- Necesito volver a trabajar. - Dijo Patch. Me echó una ojeada que perduró un poco más bajo mis caderas - Falda asesina. Piernas mortales.

Antes de que pudiese tener un pensamiento coherente, él ya estaba pasando a través de la puerta.

La anciana mujer que esperaba para entrar me miró, luego miró sobre su hombro a Patch, quien ya había desaparecido en el vestíbulo.

- Cariño. - Me dijo - Se ve tan resbaladizo como el jabón.

- Buena descripción. - Mascullé.

Ella sacudió su corto, gris y ondulado cabello.

- Una chica se podría enjabonar con un jabón como ése.

Después de que me puse mi ropa nuevamente, volví a la mesa y me deslicé al lado de Vee. Elliot chequeó su reloj y levantó una ceja hacia mí.

- Lo siento, me fui por mucho rato. - Dije - ¿Me perdí algo?

- No. - Dijo Vee - Lo mismo de siempre, lo mismo de siempre.

Ella golpeó mi rodilla, y la pregunta se amplió. "¿Bien?" Antes de que pudiese devolverle el golpe, Elliot dijo:

- Te perdiste a la camarera, te pedí un burrito rojo. - Una sonrisa espeluznante tiró las comisuras de su boca.

Vi mi oportunidad.

- En realidad, no estoy segura de que desee comer. - Puse cara de estar nauseabunda, que no estaba del todo fingida - Creo que cogí lo que Jules tiene.

- Oh, mujer. ¿Te sientes bien?

Sacudí mi cabeza.

- Buscaré a nuestra camarera y le diré que caliente la comida. - Sugirió Vee buscando las llaves en su cartera.

- ¿Y qué hay de mí? - Dijo Elliot sonando sólo medio en broma.

- En otra ocasión. - Dijo Vee.

Bingo, pensé.

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