Al final, An Xiaxia igual se subió al auto de cierto chico manipulador. Pero se sentía herida. Una vez que se subió, siguió las instrucciones del avaro Sheng y le dio un masaje en las piernas y hombros, entre varias otras tareas. Afortunadamente, el chofer los llevó a la escuela rápidamente. Ella estaba segura de que, si el viaje hubiera durado más, ¡Sheng Yize la habría hecho limpiarle las orejas o cortarle las uñas!
¡Buah! ¡Ese bastardo descarado!
Debido a que temía que otra gente los viera juntos, decidió bajarse en una esquina silenciosa sin nadie alrededor. Se despidió de él y se dirigió a la escuela. Él sonrió todo el tiempo y mantuvo su mirada en ciertas partes de su cuerpo. Avergonzada y enfurecida, se cubrió el pecho con la mochila.
—¿¡Qué estás mirando!? ¿Nunca habías visto a una adolescente linda? ¡Jum!
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