—Cecina... —la expresión de Lucien cambió un poco sin control. Si su profecía no salió mal, ese pedazo de carne oscura era exactamente una parte del cuerpo que Ramiro preparó de antemano para su resurrección. No obstante, en ese momento estaba siendo asado por aquella joven.
No obstante, de alguna forma, Lucien estaba disgustado, solo entretenido.
Lucien sintió que Ramiro tenía suerte hasta cierto punto. En medio del desierto, su carne podría haber sido arrebatada por un chacal. En comparación, convertirse en un trozo de cecina no parecía tan malo.
La niña de ojos escarlata recogió la rama del árbol y masticó la carne. No tardó mucho en tragarlo. Luego se dio unas palmaditas en el vientre, todavía un poco insatisfecha.
Estoy hambrienta…
Lucien estaba a punto de evitar que la niña comiera cualquier cosa que encontrara en el naturaleza de esa forma, pero al ver el buen apetito de la joven, no supo qué decir.
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