Lu Zhaoyang estaba sin palabras.
Ella siempre pensó que Mu Xian era el tipo genial que nunca se casaría con alguien que no amaba. Además, todos podían ver lo bien que trataba a Ye Zhiyu.
Parecía que había sido demasiado ingenua. El futuro era impredecible.
Por ejemplo, la respuesta de Huo Yunting la hizo sentir amarga por dentro.
Era la amargura de la autocompasión, o tal vez de otra cosa.
Llegaron a un elegante bungalow. Huo Yunting fue al dormitorio principal y Lu Zhaoyang hizo lo mismo.
Dentro, Mu Xian estaba sentado en el sofá, sosteniendo una copa de vino. Parecía peludo y descuidado, y no vestía su traje.
Huo Yunting fue hacia él y no se anduvo con rodeos. —Si no quieres casarte, no lo hagas. ¿Por qué torturarte?
Dijo esas palabras a la ligera, pero no todos podían ser tan audaces e imprudentes como él.
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