Huo Yunting continúo con su acto de sin vergüenza. —La verdad es que tú me gustas más, así que no te pongas celosa conmigo.
Lu miró hacia abajo, no estaba dispuesta a seguir hablando sobre el tema.
No importaba que tan cercanos o amorosos eran, eso no era de su incumbencia.
¡Oh, ella deseaba que él se enamorara de alguien más y poder así recobrar su libertad!
Huo Yunting estaba a punto de seguir presionando sus botones cuando sonó el teléfono de Lu. Instantáneamente se desvaneció toda la tensión sexual que había entre ellos.
Él la estudió en silencio, estaba casi seguro de quien estaba en el otro lado de la llamada.
—Hola Mamá—dijo Lu suavemente al contestar.
Los ojos de Huo Yunting se entrecerraron de manera peligrosa. Su lengua ya había sanado y su voz sonaba melodiosa como de costumbre, o incluso aún más.
Ella todavía no había hablado delante de él.
«Nada mal, Lu Zhaoyang. Tienes agallas».
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