Cuando todos se habían ido, Lu Zhaoyang cayó al suelo. Ella tocó su frente, y le sorprendió cuán caliente estaba.
El clima se estaba volviendo más frío. Ella debía tener fiebre.
Después de un tiempo, recobró su fuerza y se paró, dejó los documentos en la mesa y fue directo a la oficina de Huo Yunting.
Ella tenía que pedir licencia para retirarse por enfermedad.
Detrás de las puertas de la oficina estaba el hombre, leyendo desinteresadamente un informe.
Cuando sus pasos se acercaron, Huo Yunting la miró.
Lu Zhaoyang se detuvo justo en frente de su escritorio y nuevamente se apoyó sobre él. Habló con dificultad: —Presidente, me gustaría pedir licencia por enfermedad…
Antes que ella pudiera terminar, Huo Yunting se paró.
Lu Zhaoyang observó confundida mientras que él circundaba su escritorio y caminaba hacia ella.
Era solo una licencia de enfermedad, qué más quería ahora.
Luego ella sintió el frío de la parte de atrás de la mano de él, en su frente. Lu Zhaoyang instintivamente se enderezó.
Ella levantó la vista y apenas pudo ver su muñeca.
—¿Qué estás…?
Huo Yunting tiró hacia tras su mano y estudió a Lu por un momento más antes de decir: —Toma tu medicina, y luego ve a descansar a mi habitación.
—¡No, quiero irme a casa ahora!
Ella nunca podría olvidar lo que había sucedido en la habitación. Ese lugar era simplemente repulsivo para ella ahora.
Huo Yunting tenía una mano en su bolsillo a medida que se inclinaba hacia ella. Su cara estaba muy cerca de ella mientras le susurraba al oído: —¿Quieres que vaya allá fuera y les diga a todos que finalicé la reunión antes porque a mi esposa le dio fiebre?
El cuerpo de Lu Zhaoyang estaba ardiendo en fiebre, y aún sentía un frío correr por su columna cuando lo escuchaba.
Huo Yunting era definitivamente capaz de hacer lo que acababa de decir.
—¿Piensas que es una buena idea también?
Él la empujo por su muñeca y se hizo camino por la puerta de la oficina.
Lu Zhaoyang estaba enraizada al piso, a pesar de cuán endebles se sentían sus piernas hace unos momentos. Huo Yunting estaba forzado a dejar de caminar.
Ella lo miró a los ojos y dijo sin expresión: —Deja de tontear, haré lo que digas.
Huo Yunting le dio unas palmaditas en la cabeza. —Esa es mi chica.
¿Qué intentaba tratándola como una niña?
Lu Zhaoyang se sentía frustrada, pero indefensa. Ella susurró y estaba a punto de comenzar a caminar cuando Huo Yunting la cogió en sus brazos y la trajo a la habitación.
Esto se sentía muy parecido a aquella noche, excepto porque ella estaba llorando en ese entonces, pero ahora estaba enferma.
La cama adentro era grande, y ella descansaba pacíficamente en ella. Huo Yunting ajustaba las mantas para ella, pero no intentó hacer nada más.
Solo unos minutos antes, ella vio a Huo Yunting traerle un vaso de agua y medicina.
Parecía el retrato de un esposo amable.
Excepto que él no lo era.
—¿Tienes medicina para la fiebre en tu oficina? —ella se tomó el agua y la medicina con perplejidad.
Él siempre era el que recibía los cuidados, entonces se sentía un poco incómodo verlo a él cuidando de ella ahora.
—Tengo de lo que sea y de todo, solo hazme saber qué necesitas —Huo Yunting dijo de forma engreída mientras se sentaba a su lado sobre la cama—. El agua está tibia, bébela.
Él había ordenado una taza de agua caliente a la oficina, y ahora se había enfriado justo a la temperatura perfecta.
Lu Zhaoyang no podía sostenerla por mucho tiempo. Ella rápidamente se tragó la medicina.
Tenía un sabor amargo, así es que tomó unos sorbos más. El sabor amargo no se iba.
De repente, la taza fue alejada de ella, y luego Huo Yunting estaba sosteniendo su cara en sus manos.