En otra parte de la ciudad, Lu Zhaoyang había terminado su cena temprano, se bañó y se fue a la cama. Sacó su reloj de bolsillo y lo sujetó con fuerza, pero no pudo encontrar el coraje para abrirlo. Su expresión triste traicionó a las emociones que había estado intentado ocultar de todos los demás.
Anoche, cuando se quedó trabajando horas extras, lloró anhelándolo. Huo Yunting la debe haber visto.
Las lámparas de la habitación calentaban su cuerpo. Lu trajo el reloj más cerca y lo miró fijamente por un largo momento antes de pronunciar un callado susurro: —Buenas noches.
«Buenas noches, Chen».
El sueño llegó rápidamente. Saber que Huo Yunting iba a volver tarde le daba paz.
De repente, y confundida en medio del sueño, sintió una mano agarrando su cintura. Lu sintió una mordida en su cuello y un vago olor a cigarrillo. Él estaba de vuelta.
Su camisón fue removido sin esfuerzo. Mientras que el delgado vestido de seda se deslizaba por sus hombros, ella sentía su tibio toque quemar su piel.
Esto ya había sucedido antes, y Lu Zhaoyang había aprendido a no resistirse. Mientras ella continuaba fingiendo estar dormida, el cuerpo de Huo se entrelazó apretadamente con el suyo. Intentó desesperadamente guardar silencio, pero al final su cuerpo cedió a sus ya familiares maquinaciones.
Ella se elevó hacia las nubes con él.
Al día siguiente, Lu Zhaoyang recibió un mensaje de sus amigos de la universidad acerca de la reunión anual. Incluso aquellos que vivían en el extranjero estaban regresando para asistir, no tenía excusa para esta ausente. Cumplió sus tareas del día y se fue temprano del trabajo.
Cuando se marchó, Huo Yunting la llamó al teléfono de su escritorio.
Como nadie respondió, él se acercó a su escritorio solo para descubrir que Lu ya se había marchado. Cuando uno de sus colegas le dijo que se había ido, él también salió de la oficina y llegó al estacionamiento justo a tiempo para ver su coche alejarse.
Él condujo y la siguió. Era extraño que ella no trabajara horas extras, por lo tanto, él estaba naturalmente intrigado.
El coche de Lu Zhaoyang frenó afuera de un restaurante de clase alta. Huo Yunting aminoró su vehículo y estacionó al lado de la acera. La observó entrar al lugar, y le envió un mensaje de texto a Huo Li para que arregle que la reunión de esa noche fuera allí también.
Lu Zhaoyang soltó su cabello antes de salir del coche. Todavía llevaba puesta una camisa blanca y una corta pollera negra, pero su ondulado cabello a la altura de los hombros la transformó por completo.
Lucía sexy y cautivadora en su uniforme de oficina.
En el espacioso cubículo privado, todos sus amigos de la universidad la miraron con admiración.
Habían pasado años desde la última vez que se vieron, pero ella todavía lucía tan hermosa como siempre.
—¡Lu Zhaoyang! ¡Por aquí!
Alguien le hizo señas, y ella caminó hacia ellos con una sonrisa.
—¿Cómo estás?
Sus amigos comenzaron a hablar en cuanto ella se sentó.
—Oh, lo mismo de siempre, lo mismo de siempre —la verdad era que ella quería decir que su vida teniendo que enfrentarse a Huo Yunting todos los días, era miserable.
—Estamos igual. El trabajo es una locura, pero hoy finalmente tenemos la oportunidad de relajarnos y divertirnos —otro amigo se unió a la conversación.
Ella estaba acostumbrada a socializar de esta manera. Lu continuó conversando con una sonrisa.
Cuando todos ya se encontraban finalmente aquí, la cena fue servida. Ella se concentró en comer, sintiéndose aislada de todo el ruido que había alrededor de ella.
De repente, un hombre le bloqueó la vista y le dijo: —Lu Zhaoyang, ha pasado tanto tiempo, ven, ¡brindemos!
Ella levantó su copa, llena de jugo de naranja. —Tengo que manejar, así que por favor acepta esto en cambio.
—¡Vamos! Siempre puedes conseguir que alguien más te lleve a casa, ¿verdad?