—¿No hay más personas en la empresa? Todos deberían estar trabajando a estas horas.
—Hoy es sábado. Date prisa; mi esposa me está esperando.
—Sí, claro. ¿Por qué tanta prisa? Ya estoy volviendo, pero es mejor que vaya antes al hospital. Mírese la cara...
Li Sicheng se miró en el espejo retrovisor y vio la herida en su mejilla izquierda de, al menos, tres dedos de ancho. Le salía sangre y un trozo de piel le colgaba. Bueno, tenía un aspecto realmente terrible.
—De acuerdo, vayamos al hospital.
—Vale.
Fueron al hospital y le trataron la herida antes de volver al guardarropa de la empresa para cambiarse. Justo cuando se estaba cambiando, Li Sicheng descubrió las numerosas heridas que tenía por todo el cuerpo. Por eso le dolía todo. Maldita sea, él pensaba que podría acostarse con su mujer tras el primer trimestre. Ahora, ni siquiera se atrevía a quitarse la ropa. Si ella lo viera, se pondría preocupar muchísimo.
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