—Eso no está bien —indicó Li Sicheng tocándole la nariz—. No te acerques mucho a esa mujer. Es una mala influencia.
Su Qianci se echó hacia atrás y sujetó la mano de él.
—No importa. Tú eres la buena influencia.
Halagado, puso un brazo alrededor de la cintura de ella y dijo:
—Están en Palace One. Vamos.
Palace One estaba en el centro de Kingstown, una de las propiedades de entretenimiento que pertenecían a la familia de Ou Ming. Cuando llegaron a la habitación privada número 888, Ou Ming tenía una mujer en sus brazos que cantaba karaoke con él. Era una vieja canción de Cheung Hok Yau. Era un clásico, y ambos cantaban muy bien. Sin embargo, Luo Zhan estaba sentado a un lado, como un idiota.
Al ver primero a Li Sicheng, Luo Zhan se entusiasmó. Después, al ver a su mujer siguiéndolo, colapsó de repente en el asiento.
Volviéndose loco, Luo Zhan gritó:
—¿Por qué he tenido que venir aquí? Ahhhh...
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