El corazón de Su Qianci tembló. Mirando el teléfono mientras sonaba, se sentía aturdida.
Tang Mengying, Li Sicheng…
Acercando la mano al teléfono, Su Qianci aún tenía dudas. De pronto, un dolor intenso en el corazón la resquebró. ¿Debería atender? No se atrevía. Tenía miedo de oír esos terribles sonidos de nuevo, los jadeos y los gemidos que le habían perseguido día y noche. ¿Debería colgar?
Pero, ¿y si las cosas habían cambiado? Muchas cosas habían sido distintas durante esta nueva vida. ¿Y si era una llamada distinta? Contesta... solo contesta. Ya había pasado por lo peor, ¿no era así? Cuando la llamada estaba a punto de cortarse, Su Qianci contestó.
—Hmmm… hermano Sicheng… por favor, más despacio... —era la voz de Tang Mengying mezclada con la fuerte respiración de un hombre y el sonido cuerpos chocando.
—Oh, hermano Sicheng...eso me encanta.
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