Leon era un verdadero genio, pero eso era todo. A los ojos de Olaro, solo un Archimago tenía las calificaciones para hablar con él como un igual.
La cara de Leon alternó entre el rojo y el blanco durante un rato hasta que finalmente se convirtió en una silenciosa mueca de desprecio.
«Los discípulos verdaderamente siguen a sus maestros...»
—Señor Olaro, usted es un poco excesivo... —Lin Yun frunció el ceño mientras miraba al intruso con frialdad.
—¿Excesivo? Si no me entregas la sangre del rey Wyvern hoy, te mostraré cómo se ve algo excesivo... —Tras decir eso, Olaro emitió unas fluctuaciones de maná asombrosas y, mientras su bastón se movía, esas fluctuaciones se convirtieron en grilletes de maná que se abalanzaron sobre Lin Yun como serpientes....
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