—Ve al laboratorio mañana. Te aseguro que nadie te causará problemas.
La dejó ir y la instruyó solemnemente: —Trataré de mantener mi distancia por este período para no provocarte ninguna distracción, pero realmente espero que reconsideres la cosa… entre nosotros. De cualquier forma, debo advertirte que no me daré por vencido fácilmente.
Xinghe se dio vuelta a mirarlo. Vio un pozo de emociones en sus ojos.
Odiaba verlas ahí, porque era muy mala manejando emociones complicadas...
Ese era su talón de Aquiles.
Antes de que pudiese dar otro paso, sintió que alguien tiraba de su muñeca. Se volvió para lanzarle a Mubai una mirada confundida.
—¿Algo más?
La mirada de Mubai se volvió normal. Era como si la confesión siquiera hubiese ocurrido.
Ordenó: —Entra al auto, te enviaré a casa.
—Eso no es necesario...
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