348 Aunque los ratones visitaran mi casa, se irían llorando (Parte 2)

Leng Nuan se dio vuelta y miró a Lu Benlai. Sin molestarse en responderle, volteó y siguió guardando sus cosas.

Sin embargo, Lu Benlai era tan terco como una cucaracha. Sin desanimarse, continuó pinchando la espalda de Leng Nuan. —De verdad tengo dolor de estómago. No hay nada que pueda hacer cuando la naturaleza llama. Como humano, no me puedes abandonar así. Es sólo un paquete de pañuelos, de verdad vas a...

Antes de que Lu Benlai pudiera terminar su parte, un paquete de pañuelos cayó sobre su mesa. Estaba acompañado por la fría voz de Leng Nuan. —¿Puedes callarte?

Lu Benlai tomó el paquete de pañuelos mientras una sonrisa se extendía por su rostro. —Gracias.

Leng Nuan lo ignoró.

Sin embargo, Lu Benlai se mantuvo impávido, aunque estuviera siendo ignorado. Siguió parloteando insistentemente. —Oye, ¿cuánto cuesta un paquete de pañuelos? Te pagaré.

Todavía no había respuesta.