El estudiante Feng era muy astuto.
¿Qué estaba pasando?
¿Qué había de malo con este hotel en Tokyo?
¿Abrir la puerta sin el permiso del cliente?
Feng Shang, quien vestía sus pijamas, se quejó internamente. No esperaba que cuando alejara su mirada del baño y se diera la vuelta, vería al Todopoderoso Qin meter una mano en el bolsillo de su pantalón y caminar hacia él, jugando con la tarjeta de la habitación que no debería haber podido tener con su otra mano.
Feng Shang quedó expectante.
Había estado confiándose en la buena crianza de la familia Qin.
Antes de entrar a la habitación, ¿debería haber golpeado la puerta?
El sonido del agua en el baño aún era ruidoso, con el vapor ondulando pesadamente.
Fu Jiu tampoco sabía de la situación.
Desde el momento en el que Qin Mo entró a la habitación, las manos de Feng Shang se congelaron y actuó sumiso, como un ratón.
—¿Capitán…
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