Klein tenía un cierto grado de curiosidad sobre el resultado de esa exploración. No preguntó más al respecto, limitándose a pasar junto a la cabina de la capitana para bajar las escaleras.
Después de unos segundos, sintió que le picaba la garganta. No pudo evitar acercarse un puño a la boca y toser.
Klein no estaba sorprendido por eso, ya que era inevitable. Había llevado consigo la Botella de Veneno Biológico durante más de dos horas la noche anterior. Recién tarde en la noche y con la confirmación de que la Almirante de las Estrellas y la tripulación no tenían ninguna intención de atacarlo, movió el objeto místico a una maleta negra. Tristemente, terminó cayendo enfermo.
Por supuesto, la cantidad de tiempo que llevó consigo la Botella de Veneno Biológico no se consideraba larga. Su cuerpo no estaba debilitado, por lo que esta enfermedad no era nada grave. Simplemente sentía que sus amígdalas le dolían por estar inflamadas.
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