Dentro de la cueva bajo tierra, Linley se echó y descansó por un tiempo. Después de sentir que se había recuperado, se puso de pie. Esa situación, donde había sido atacado por más de cien dragones voladores, fue la más peligrosa que Linley había vivido. Prácticamente cada segundo, él temía por su vida. Después de escapar de esa calamidad con su vida, Linley finalmente se las había arreglado para tomar un respiro, pero en su corazón, también tenía un deseo ardiente. ¡El deseo de incrementar su poder!
En frente de esos dragones gigantes, él no era nada más que un juguete. Él no tenía la habilidad para resistir.
—Jefe, no podemos salir por arriba. La única opción es ir hacia abajo. A nuestro lado hay un camino amplio —dijo Bebe mentalmente a Linley mientras saltaba a sus hombros.
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