—Estoy bien.
Huo Mian lo saludo de lejos, luego se lavó los dientes y salió del baño. Caminó directo al sofá y se echó en él.
—¿Preparaste medicina china?
Qin Chu tenía un olfato agudo.
—Sí.
—¿Qué pasa? ¿No te sientes bien?
Qin Chu tocó su frente, pero no tenía fiebre.
—Fui a ver a un médico tradicional chino hoy. Dijo que tenía el útero frío y que sería difícil para mí embarazarme. Entonces pensé que con algo de medicina china acondicionaría mi cuerpo —dijo Huo Mian, casualmente.
—Puedes comer dátiles con azúcar morena y funciona igual. ¿Por qué bebiste medicina china?
—Es muy lento, necesito mejorarme lo más pronto posible —dijo Huo Mian, obstinada.
Con el corazón roto, Qin Chu la abrazó.
—Cariño, no seas así, de verdad. No te culpo, aún si nunca tenemos hijos, seré feliz así.
—Pero a mí me molesta, yo quiero un bebé—dijo Huo Mian, deprimida.
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