El hombre tatuado no era más que un vago de las calles, nunca había visto algo como esto y sus piernas inmediatamente se debilitaron. Huo Mian tomó esta oportunidad para ir junto a Zhixin y ayudarlo a pararse. Qin Chu apuntó el arma al hombre tatuado, su expresión más fría que nunca.
—¡Jefe! ¡Lo dispararon!
Los seguidores del hombre estaban asustados.
—¿Qué hacen ahí parados? ¡Llévenme al hospital!
El hombre tatuado y sus 7 seguidores huyeron, con el rabo entre las patas. Qin Chu no los siguió. Esto es porque ni bien llegaran al primer piso, Gao Ran estaría allí para recibirlos. En cuanto al sonido del disparo, Gao Ran sabría cómo lidiar con eso de manera apropiada.
—Zhixin, ¿te encuentras bien?
—Hermana, por favor ve a ver a Yue por mí.
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