—Pero te deseo...
—No puedo detenerme...
Enzo le estaba dando una sorpresa tras otra. Estaba tan apasionado esta noche y no quería reprimir su ardiente deseo.
La sensación de los labios de Lanny aún perduraba en los suyos. El recuerdo de su baile erótico seguía repitiéndose en su mente, seduciendo cada nervio de su sistema.
Su aroma...
Su suavidad...
Su calor...
Su sabor...
No podía tener suficiente de ella. La quería más. Cuanto más se reprimía, más loco se volvía.
Enzo podía sentir la conexión innegable entre ellos. El contacto físico entre sus cuerpos logró despertar algo dentro de él.
Movió sus caderas, presionando su pene contra su coño, dejándole saber cuánto la necesitaba ahora mismo.
Se sentía tan extraño porque nunca perdía el control cuando se trataba de Alicia. Pero ahora, Lanny lo hacía querer perder el control. No quería detenerse.
—¿Me conoces? —Lanny cupo su cara, haciendo que él mirara su rostro.
Enzo asintió. —Sí.
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