*Gema*
Connor me dejó con la sensación de que me había sumergido un balde de agua fría en la cabeza.
¿Aeryn?
Cerré la puerta con llave y apoyé la nuca en ella. Nunca le había rezado tanto a la Diosa de la Luna como en las últimas horas, pero maldita sea, necesitaba su suerte.
***
Me paré en la orilla, con arena blanca entre los dedos de los pies, los ojos cerrados a la brisa de medianoche, respirando el agua salada. El chapoteo del mar arrulló mi corazón inquieto. El océano era mi lugar. Una loba solitaria y aburrida que anhelaba la libertad del resto del mundo.
Sentí una presencia detrás de mí. Me di la vuelta.
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