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LA PEQUEÑA BROMA DE ERIS

La Pequeña Broma de Eris

Una tarde cálida y soleada, Eris estaba vagando a través de la mansión después de su

entrenamiento autodidacta, preguntándose cómo pasaría el resto de su día libre. Tal vez

podría llevar a Ghislaine hacia la ciudad, incluso aunque ya había pasado la hora de almuerzo.

O tal vez debería ir a visitar a su Padre y dejar que la mime. Tanto él como Hilda eran

personas ocupadas, pero ella pensaba que sería genial que ellos jugaran con ella con más

frecuencia.

Mientras Eris se preguntaba qué hacer, ella vio a una persona en específico recostada

sobre una banca en el jardín. A juzgar por el libro sobre su pecho, él probablemente había

estado leyendo al aire libre. Sus ojos estaban cerrados, y roncaba suavemente.

"Ah, Rudeus," dijo Eris mientras caminaba hacia el chico. "Esto no es propio de ti."

Las quejas de Eris llegaron a oídos sordos. Ella miró hacia el rostro dormido de Rudeus,

sintiéndose horriblemente inquieta y por alguna razón jugando con sus dedos. Era raro verlo

dormir de esta forma. Él normalmente nunca bajaba la guardia. Ella recordaba lo que dijo

Phillip —que Rudeus estaba tenso porque su familia no estaba cerca.

"Jeje."

El corazón de Eris estaba lleno de malicia mientras miraba dormir a Rudeus. Él siempre

la despertaba de forma grosera cada vez que ella tomaba una siesta, ya sea sacudiendo su

cuerpo o haciendo cosquillas en su pecho y costados. Una vez, él incluso había levantado su

falda y sacado sus bragas.

¡Es hora de emparejar las cosas!

Una sonrisa iluminó el rostro de Eris mientras ella se acercaba a Rudeus.

Él se veía horriblemente contento mientras dormía. El corazón de Eris dolió un poco al

ver ese rostro angelical, pero ella no se retractó. Sin dudarlo, ella colocó sus manos sobre su

cinturón y lo sacó lo suficientemente lento como para no hacer ningún sonido. Luego ella

desabrochó sus pantalones, revelando su ropa interior simple.

Por alguna razón, Eris se descubrió a sí misma tragando saliva ante la vista.

Esta supuestamente solo era una broma —una forma de castigar a Rudeus por lo que él

le había hecho a ella— pero Eris tenía la sensación de que estaba haciendo algo muy

pervertido.

Aun así, Eris no se detuvo.

¡E-esto es culpa de Rudeus!

Ella colocó sus manos sobre los pantalones de Rudeus mientras su corazón latía como

loco dentro de su pecho. Ella los bajó lenta y cuidadosamente, como para no despertarlo.

La parte inferior del cuerpo de Rudeus yacía ahí. Su ropa interior blanca cubría sus

ligeramente musculosos muslos y caderas. Sin embargo, la mirada de Eris apuntaba

directamente hacia el pequeño bulto en medio de su ropa interior.

Eso era algo que Eris no tenía. Ella volvió a tragar saliva. Eris se estiró hacia su ropa

interior, de forma incluso más lenta que antes. Ella comenzó a bajarla con incluso más

cuidado, pero entonces…

Eris miró hacia arriba.

Un par de ojos miraban hacia ella.

Rudeus se sentó, mirando hacia Eris directamente a los ojos. "¿Eh? Eh… ¿qué estás—?

¡Ugh!"

Él no terminó su oración. Justo en ese momento, el puño de Eris golpeó su mandíbula

con una precisión aterradora, dejándolo inconsciente en el acto. Los ojos de Rudeus se

pusieron blancos, y él colapsó para terminar en su antigua posición.

"Eso estuvo cerca…"

En algún punto, el sudor frío había empapado la frente de Eris. Ella lo limpió, para luego

regresar cautelosamente su ropa interior a su estado original. A continuación, ella hizo lo

mismo con los pantalones.

Pero, primero, ella levantó su cabeza y miró a su alrededor con temor. Una vez que se

sintió confiada de que no había nadie cerca, ella colocó sus dedos sobre el cinto de su ropa

interior y miró dentro furtivamente.

Su respiración se volvió errática. Prácticamente salía vapor de su nariz. Ella volvió a

colocar el cinto en su lugar, subió sus pantalones, los apretó, y colocó el cinturón. Luego,

completamente roja, ella huyó de la escena tan rápido como le permitieron sus piernas.

Por un tiempo después de aquello, el rostro de Eris se pondría rojo cada vez que veía el

rostro de Rudeus, y utilizaría su puño instintivamente. Rudeus no tenía recuerdos de los

eventos que provocaron esta reacción, ya que Eris lo había noqueado antes de estar consciente

de lo que estaba pasando. Todo lo que él podía hacer era sacudir su cabeza y correr.