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Mi nombre, mi maldición

La historia de Alexandra Snowy, la Señora del Imperio Red Moon, y su misteriosa muerte se extiende por un vasto territorio, los cuatro grandes imperios y los seis reinos dependientes, la curiosidad aqueja a todos quiénes escuchen la historia. En uno de los seis reinos dependientes, un reino de humanos, despierta gravemente herida una bebé de unas semanas de nacida, su cabello es blanco y sus cejas también pero sus ojos son tan negros como la noche, una vida que pende de un hilo para ella y una amable bruja que se apiada de su vida y empieza a cuidarla como si fuera su propia hija. Maureen Leclerk tenía una estrecha amistad con Alexandra Snowy y Charlotte Dimitry antes de accidentalmente usar un hechizo de reencarnación y acabar misteriosamente al otro lado del continente, sin memoria y convirtiéndose en una sombra de lo que una vez fue, su nombre es algo que no puede recordar y, por lo tanto, para ella es una maldición. Una bruja sin nombre es una existencia errante, Maureen nunca volvería a ser la misma y sus poderes serán incontrolables, será aislada del mundo creando a su alrededor un caparazón impenetrable, pero algún día tendrá que bajar su guardia contra el mundo para poder recuperar lo que alguna vez perdió. ¿Llegará a reencontrarse con sus viejas amigas?

alejandra_herrera · Fantasia
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16 Chs

Capítulo 8: Diez años después, discusión sobre matrimonio (parte 2)

Lukene y Elida miraron hacia la puerta, en el marco de la puerta estaba parado un joven de 16 años con piel color crema y cabello color rubio rojizo, sus facciones eran un poco infantiles y expresaba en su rostro una radiante sonrisa, sus iris color negro solo contenían inocencia y amabilidad, su apariencia era encantadora.

- Austin - Lukene sonrió suavemente al muchacho, sus ojos brillaban con amabilidad sincera.

- Lukene - Austin sonrió y se acercó para abrazar a su prima, se sentó junto a ella en el piano y suspiro pesadamente - Necesito consuelo... - Austin apoyo su cabeza en el hombro de Lukene.

- ¿Qué pasó? - Lukene dejo que Austin se apoyara en ella, no parecía importarle la íntima cercanía ya que después de todo eran primos y amigos muy cercanos.

- Soy pésimo en la magia verde - se quejó Austin lastimeramente.

- Eso no es sorpresa. Un hombre con acceso a los dones de una bruja, es como si el cielo se volviera verde y el mar se hiciera rojo - Elida frunció los labios al pensar en esto. Normalmente un hombre que naciera de una bruja no podía acceder a los poderes heredados de su madre, sólo podía transmitirlos a sus hijos; no fue el caso de Austin, él siendo hombre tuvo la gran fortuna de poder expresar físicamente sus dones, Jay no podía hacerlo y Juvenal tampoco, se decía que solo 4 entre 500 descendientes hombres de una bruja podían acceder a sus dones.

- Basta Elida - Lukene levantó su mirada hacia la chica - Deja que lo intente. Es su suerte poder usar sus dones de brujo. Solo necesita practicar.

Elida lo pensó por un momento, luego sonrió ampliamente y asintió:

- Tienes razón. Tal vez sea un fenómeno pero eso lo hace especial, muchos quisieran estar en su lugar, es verdad que solo necesita practicar.

- Bien dicho - Lukene sonrió suavemente y palmeó el brazo de Austin - Pesas mucho, se me está encalambrando el brazo...

- Perdón - Austin levantó la cabeza y sonrió un poco avergonzado - ¿Tocamos a dueto? - Austin estiró sus dedos y señaló el teclado del piano.

- Muy bien - Lukene asintió vigorosamente y se preparó para tocar una vez más. Unos segundos después una armoniosa canción se escuchó en toda la habitación.

***

Mansión Reeve

En una habitación espaciosa, un joven de 18 años estaba leyendo un libro sentado en el alféizar de la ventana. Sus facciones eran carismáticas y serenas, su rostro era en forma ovalada y tenía un puente nasal alto, sus labios eran delgados y formaban una suave sonrisa. Su piel era color crema y su cabello color castaño oscuro, sus ojos tenían forma de avellana y sus iris eran bicolor esmeralda con rayitas de color castaño. Su porte era elegante y carismático, su actitud no era indiferente pero tampoco era excesivamente amable.

- Vuelves de la casa del abuelo y te entierras en los libros - un hombre de 21 años se paró en el marco de la puerta y miró detenidamente al chico, sus apariencias eran parecidas, ambos tenían cabello castaño oscuro y sus facciones tenían muchas similitudes, la diferencia más notable entre ellos, aparte del color de sus ojos, era su actitud, John Reeve era un hombre sereno pero imponente, Martín Reeve era carismático y cortés. Uno parecía accesible, el otro era como una deidad para las personas por su dejo de indiferencia.

- Sólo ocupo mi tiempo - Martín se encogió de hombros y ni siquiera levantó la cabeza para mirar a su hermano mayor.

- Deberías salir un poco. El festival de otoño se acerca y ya conoces la tradición - John dijo esto mientras se recostaba en el marco de la puerta con una lánguida sonrisa.

- Mmm... sé cuál es la tradición. En cuanto a lo de salir, lo haré después - Martín levantó brevemente su cabeza para mirar a su hermano.

- ¿Sabes que mamá te está buscando una prometida? - John levantó sus cejas burlonamente.

- Lo sé... la dejo ser porque la respeto, pero no me casare si no hay amor de por medio - Martín sonrió fríamente.

- Eres tan idealista - John sacudió la cabeza y sonrió con resignación.

- ¿No estás feliz de estar comprometido con Lady Araceli Hauking?

- Es amable y hermosa, su porte es elegante y está bien educada. Además es una bruja blanca. Pero si debo ser sincero, no he convivido mucho con ella - John suspiró suavemente.

- Y no quieres tomar una decisión hasta conocerla adecuadamente - Martín sonrió irónicamente.

- Me conoces muy bien - John sonrió maliciosamente - He escuchado que Lady Lukene Hauking - Kingston se ha vuelto más hermosa con los años...

- ¿Qué tiene que ver conmigo?

- Ella todavía no está comprometida. Aunque muchos han dicho que no puede acceder a sus dones de bruja blanca, sus hijas probablemente sí sean brujas blancas.

- ¿A donde quieres llegar? - la mirada de Martín se oscureció y profundizó.

- Escuché a mamá mencionarla entre las candidatas. Solo te lo estoy avisando para que no te sorprendas - John se dio la vuelta y se alejó a grandes pasos.

Martin cerró el libro en sus manos y observó fijamente el paisaje fuera de la ventana.

- Lukene Hauking - Kingston...

Sin darse cuenta una suave sonrisa se formó en los labios de Martín, está sonrisa duro muy poco, después de un minuto él volvió a su actitud tranquila y cortés.