Elisa observó cómo Angélica daba un paso adelante, en el momento en que el cuchillo cayó y ella levantó la mano, y todas las paredes vibraron. Una grieta apareció en la superficie y al notarlo, Elisa rápidamente llevó su mano delante del vaso antes de que estallara en afilados fragmentos. Antes de que los fragmentos pudieran llegar a ella o a Ian, se incendiaron en el aire antes de convertirse en cenizas.
Elisa miró a su tía, quien ahora sonreía de oreja a oreja —Tú no eres un ser humano normal —dijo Elisa y su tía que una vez tuvo los pies en el suelo comenzó a flotar.
—¿Sorprendida? —Angélica sonrió con una sonrisa burlona—. Pobrecilla. Hubiera sido mejor para ti si hubieras muerto aquel día en el edificio de esclavos. Pero quién iba a decir que escaparías del incendio.
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