``` La historia de un hombre que trae la muerte y una chica que la niega. ---- En la montaña embrujada del reino, dicen que vivía una bruja. Ella nació princesa. Pero incluso antes de su nacimiento, el sacerdote la declaró maldita y exigió su muerte. Envenenaron a la madre para matar al bebé antes de que diese a luz, pero el bebé nació de la madre muerta —una niña maldita. Una y otra vez, intentaron matar al bebé pero ella milagrosamente sobrevivió cada intento. Dándose por vencidos, la abandonaron en la montaña embrujada para que muriera pero ella aún sobrevivió en esa tierra estéril —una bruja. —¿Por qué no muere? Años más tarde, la gente finalmente se hartó de la bruja y decidió quemar la montaña. Pero el Diablo llegó en su rescate y la llevó consigo de aquel lugar en llamas, porque morir no era su destino ni siquiera entonces. Draven Amaris. El Dragón Negro, que gobernaba sobre los seres sobrenaturales, el Diablo con quien nadie deseaba cruzarse en su camino. Odiaba a los humanos pero esta determinada chica humana lo atraía hacia ella cada vez que estaba en peligro. —¿Es realmente humana? Él se llevó a la humana con él y nombró a esta misteriosamente tenaz chica “Ember”, un pedazo de carbón ardiente en un fuego moribundo. Un alma manchada de venganza y la oscuridad del infierno, se levantaría de las cenizas y cumpliría su revancha. ------ Este es el segundo libro de la serie de Los Diablos y Las Brujas. El primer libro es - La hija de la bruja y el hijo del diablo. Ambos libros están conectados entre sí, pero puedes leerlos de manera independiente. ```
—¿F-Fuego? —murmuró Leeora, y ahora su corazón se comprimía mientras sus pensamientos iban hacia cierta persona—. Este fuego, ¿se extendió antes del apuñalamiento? ¿Después? ¿Esa persona tal vez perdió la razón? Quizás fue incitada... o, o tal vez no fue un fuego causado por magia. ¿Quizás el incendio fue por un accidente? Como, como una lámpara que se rompe? ¿O tal vez otra persona inició el fuego?
—...ese fuego es de magia, exige sangre, intenta quemar todo en su camino…
—¿Viste el rostro de la causa de ese fuego? —preguntó Leeora con cautela.
Con otra tos de sangre, Zelda se apartó de la bola de cristal, haciendo que el vidrio se oscureciera hasta parecer una órbita completamente negra. La habitación volvió a sumirse en la oscuridad, y solo se podían oír los sonidos de la bruja jadeando y tosiendo. Leeora inmediatamente extendió su mano a sus bolsillos y le entregó a la bruja la pequeña botella de elixir que había preparado—. Toma esto.
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