—Algo está mal con este lugar —susurró Dietrich a mi lado—. Algo está verdaderamente mal y simplemente no sé cómo describirlo. —Se giró para mirarme y pude sentir la preocupación que se escondía detrás de sus ojos.
—Sé a qué te refieres. Este lugar parece tan vivo, pero se siente muerto por dentro. Es tan prístino y limpio que parece habitado cuando lo miras, pero todo el lugar parece malévolo, muerto y casi como si fuera a succionar mi alma si toco esa perilla —sacudí la cabeza para despejar los pensamientos de mi mente—. Realmente no quiero entrar ahí, pero sé que no tenemos otra opción.
—Tienes razón en eso —Dietrich asintió conmigo—. Necesitamos entrar. Tenemos que ver esto hasta el final. Eso es lo que prometimos hacer. Y mira el lado bueno, al menos tenemos el uno al otro. No estaremos solos ahí dentro. No tendremos que preocuparnos por dónde está el otro todo el tiempo.
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