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Capitulo 1: Universo en Peligro

El planeta Sagrado, considerado como el pilar fundamental del Universo Trece por ser el hogar de la gran Kaio-Shin Gea, responsable de la gestación de vida en dicho universo, atravesaba actualmente una de las principales crisis desde el inicio de los tiempos.

— Entonces… ¿es definitivo?—pregunto con gran preocupación una joven chica perteneciente a la raza Shin-Jin. De cabeza casi rapada, a excepción de la enorme y frondosa cabellera escarlata que se encontraba en el centro de su cabeza. Al más puro estilo mohicano.

—Me temo que si, Siuk—contesto la gran Kaio-Shin con una tristeza tan profunda, que hizo que el corazón de la joven Siuk, se acongojara en resonancia a esta respuesta.

—N…No puede ser, ¡a penas inicie mi preparación hace ciento setenta años! ¿Y mi sueño de servir a este universo ya se esfumara?

Gea observo con gran cariño a su discípula.

—Conozco tu corazón Siuk, sé que hubieras sido una gran Kaio-Shin, mucho mejor que yo (si me permites la modestia), pero lamentablemente no fui una buena maestra después de todo.

Siuk abrió los ojos alarmada ante aquella frase.

— ¡De ninguna manera Gran Kaio-Shin Gea! … no dudo ni por un instante en que no existe una mejor maestra en ninguno de los otros diecisiete universos restantes. Tengo el honor de ser instruida por la que es considerada por los demás, como la gran madre creadora, la Kaio-Shin mas prolifera de los dieciocho universos. Por favor, ¡no vuelva a decir tal barbaridad!

Gea esbozo una débil sonrisa.

—"Gran Madre Creadora"…agradezco tu devoción Siuk, pero es la verdad, la inminente destrucción de este universo es por mi culpa. Menudo fiasco resulte ser.

Siuk observo con impotencia a Gea. Era la primera vez que la jovial y amable creadora del universo trece mostraba una actitud total de abatimiento. La Gran Kaio-Shin era una mujer de temperamento sereno, pero tenaz. Su aspecto regordete le confería una apariencia bonachona y alegre. Su alargada melena blanca acentuaba ligeramente el tono grisáceo de su piel. Y sus ojos de esmeralda brillante, transmitían paz y calidez. Gea amaba a todos los seres de su universo como si fueran sus propios hijos. Por lo que Siuk, solo podía imaginar el amargo dolor que la Gran Kaio-Shin debería estar sintiendo en estos momentos.

"La Asamblea del Rey" recién acababa de finalizar, y los resultados no eran alentadores para el universo trece.

Cada diez siglos, las principales deidades de cada universo se reúnen en la dimensión real para presentar ante el Gran Rey Zeno, los avances obtenidos durante el periodo antes mencionado. Al final, Daishinkan, también conocido como el Gran Sacerdote, calcula el nivel de mortalidad de cada universo realizando así, un "Ranking" universal que determina la calidad de dicho universo, y por ende, el trabajo que las deidades han realizado. Los dos últimos con la peor nota obtenida, son eliminados por el Rey Zeno. A esta reunión se le conoce como "La Asamblea del Rey".

En la asamblea que tuvo lugar hace diez siglos, los universos diecinueve y veinte fueron eliminados por haber obtenido una tasa mediocre, mientras que el universo trece y el uno, eran alabados por su desarrollo sobresaliente. Aun así, fue el treceavo universo el que se ganó la admiración y simpatía del Rey Zeno, puesto que esta galaxia había alcanzado la cima del ranking, a pesar de tener una deficiencia que ninguno otro universo tiene: En este universo, no existe un dios de la destrucción.

Por una razón desconocida, el universo trece jamás ha tenido un Hakai-Shin, y tampoco es que hiciera falta según Gea, sin embargo, y aparentemente la ausencia de esta deidad finalmente les había pasado factura. Puesto que en la última revaluación de nivel de mortalidad, el universo trece no solamente perdió el liderato, sino que se hundió hasta el fondo del ranking, ante las miradas alegres y sorprendidas del resto de Kaio-Shin. Ahora solo era cuestión de tiempo para que el "esplendoroso" treceavo universo desaparezca ante la abrumadora voluntad del Rey Zeno.

— ¡Aun hay esperanza! —Anuncio súbitamente la joven aprendiz— Sin duda alguna, el motivo de nuestra caída se debe a la expansión de los demonios del frio, si es así, ¡solamente tiene que destruirlos Kaio-Shin Gea! ¡Sé que usted tiene el poder para hacerlo!

Gea vio con ternura el ánimo y la esperanza de su aprendiz.

—Me temo que ya es muy tarde para eso, Siuk. Es cierto que podría destruirlos si quisiera, pero Icell es virtualmente el ser más poderoso de este universo, ni yo podría hacerle frente a su poder. Por algo es la emperatriz de los demonios del frio.

— ¿Tan poderosa se ha vuelto?—pregunto Siuk con un dejo de temor en su voz.

—Sí, pero al menos, su reinado ya llegara a su final muy pronto—contesto Gea con gran amargura—junto con todos nosotros.

Gea contemplo el cielo verdoso de su planeta Sagrado. Podía ver todas las vidas de su enorme y basto universo. Seres que buscaban constantemente la felicidad, y que para encontrarla, luchaban día a día con esperanza.

Unas lágrimas se deslizaron discretamente por el regordete rostro de Gea. Puesto que aquellas vidas ignoraban el hecho de que les quedaban apenas unos minutos de vida. Todas esas alegrías, esperanzas y emociones dejarían de existir. Ella deseaba contarles a todos en su universo, que todo llegaría a su fin, y que por lo tanto deberían olvidar sus diferencias y disfrutar al máximo sus últimos alientos, sin embargo, la perspectiva de una inminente aniquilación causaría un frenesí inconmensurable, antes que la reconciliación. Así que Gea guardo silencio.

— ¿Desea tomar algo de té, Gran Kaio-Shin? —pregunto Siuk de manera solemne y con un tono de resignación a su fatal destino.

— ¿Ni siquiera en nuestro último día dejaras de llamarme así? Ya he perdido la noción de cuantas veces te he dicho que me llames simplemente Gea.

—Usted no solamente es la madre creadora de este universo, sino que también es mi maestra. Jamás podría tratarla como una igual.

En el instante que Gea iba a rebatirle a su aprendiz que ya no era digna de ser considerada como una Kaio-Shin, un aura de azul profundo se materializo en el verdoso cielo del planeta sagrado.

El corazón de Gea dio un vuelvo cuando vio que, en medio de aquella aura azulada, dos seres comenzaron a materializarse. Y sus ojos se abrieron en señal de terror, cuando constato que uno de esos seres era, ni más ni menos, que el Gran Sacerdote en persona.

—Saludos Gran Kaio-Shin Gea.

La regordeta deidad no fue capaz de contestar al saludo del Sacerdote. Había entrado en shock, puesto que el aniquilador de universos había llegado.