Las gotas chocaban con el pavimento, marcando el fin de su caída pero la bienvenida a la corriente o charco de agua que se formaba en las calles; toda la ciudad se encontraba en euforia dado que era la hora pico y los transeúntes se movían de manera agitada y acelerada por llegar a sus hogares, pero de entre todos estos ciudadanos un chico joven sobresalió dada la tranquilidad de su caminar y felicidad que reflejaba en su sonrisa. Su sonrisa cambiaría luego de su encuentro en el subterráneo y descubrir que hay gente con su misma situación pero con otros niveles de gravedad e influencia.