—¿Quién necesita un esposo inútil y una madre cuando tengo a un hombre perfecto a mi lado? —esa pregunta era como un sermón en el corazón de Chelsea, bañándola con la nueva verdad que le daría una vida mejor.
Chelsea rápidamente revisó su cuenta bancaria en su teléfono. Quería ver cuánto le había enviado Vicente.
En el momento en que revisó su depósito, sus ojos se agrandaron al instante. ¡Porque no esperaba ese enorme número para nada!
¡—Dios mío! ¿¡Treinta mil dólares!? —Chelsea nunca había visto tanto dinero en su cuenta bancaria durante tanto tiempo antes.
Por lo general, todo el dinero que ganaba se iba por el desagüe debido a todas las facturas que tenía que pagar cada mes.
Pero con un chasquido de dedos, Vicente de repente le dio treinta mil dólares sin pensarlo dos veces, ¡fue como un sueño hecho realidad!
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