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Un día ala vez

En una tarde al final de la jornada, un hombre que acaba de terminar de trabajar se fumaba un cigarro como era su costumbre, ya sea que su día fuera bueno el cigarro lo tomaba como un premio bien merecido, pero si su día era malo lo agarraba y lo veía como un consuelo de un día duro, su trabajo era ordinario a los ojos de la gente, el traía un uniforme azul oscuro con una placa en el pecho que le hacía resaltar que formaba parte de la fuerza policíaca, el tenía un compañero de trabajó que rara vez se veía cabizbajo su personalidad bonachóna era incluso un poco molesta, pero sabía cuando decir un buen chiste y en momentos turbios solo miraba sin apartar la mirada y callaba, pero lejos de la verdad es que estos dos hombres casi hermanos de armas, habían pasado por más de mil tragedias la gente los conocía como policías corruptos a ambos ya que con el sueldo que un elemento de la fuerza gana no alcanzaría para las enormes casas que ambos tenían, pero así son las cosas aquí, uno no puede progresar sin que la gente piense que ya estas vendiendo el culo o drogas, en casa de Guillermo o memo para los amigos le esperaban dos hijos y una bella esposa lo cual era raro ya que memo tenia una cara algo intimidante además de no ser atractivo ambos niños en cuanto memo llegaba a casa lo recibían corriendo y con los brazos abiertos, en cambio a Hilario en su casa no le esperaba más que un perro de raza de los xoloesquinkle un perro que en apariencia era temible pero muy amigable con su amo y sus amigos, este no tenía esposa no porque no quisiera porque mujeres le caían como agua del cielo, pero este prefería una vida de soltero con amores varios, tenía una gran sonrisa que lo hacía ver muy agradable con un bigote muy estilo mexicano ala antigua.

-ya es hora de irnos- dijo memo con un tono extraño.

- si, creo que es mejor irnos- tratando de sonar forzado ya era casi hora de irse y ambos deberían descansar su trabajo no era fácil.

ambos apagaron su cigarro y se dirigían a casa ellos vivían muy cerca uno del otro lo cual ayudaba a que les dejaran la patrulla desde hace ya mucho tiempo, estaban más o menos a una hora de casa, relativamente por que el tráfico era muy pesado en esta ciudad, de camino a si casa ambos estaban callados y no decían ni una sola palabra ambos habían pasado una gran tragedia y no tenían ganas de conversar en lo absoluto, a medio camino una fuerte tormenta empezó a caer que hizo que el agua subiera más allá de lo normal, la basura de las calles habían ya tapado las cloacas lo cual impedía que se drenara, el agua subió tanto que el agua había alcanzado el motor de esta patrulla, lo cual había hecho que se apagara y no pueda volver a encender de nuevo, ambos bajaron y empezaron a empujar la unidad hasta dejarla en la orilla, sabiendo que nadie los ayudaría a altas horas de la noche dejaron el vehículo ahí.

- ¿que haces?- pregunto Hilario mientras el se bajaba sus cosas de la patrulla y comenzaba a caminar bajo la fuerte lluvia

-no es obvio, me voy a casa, no pienso quedarme a cuidar una patrulla que deberían cambiar hace ya media década atras- lo decía sin voltear mientras se alejaba.

-¡ carajos, memo espérame!- lo decía mientras también tomaba sus cosas y trataba de alcanzarlo - déjame pedir aunque sea un taxi, no camines así, hace mucho viento-

- no importa, quiero caminar algo de lluvia no me matará- lo decía así pero en el fondo de él, traía un dolor agudo que no podía soportar y caminar bajo una tormenta le daba la excusa perfecta para derramar esas lágrimas.

Hilario había notado que estaba llorando en silencio, entre los dos el era el más fuerte para contener sentimientos, aun así sabía que el estaba sufriendo y no quería romper su momento para desahogarse, más al fondo de ruido de esta estrepitosa tormenta un grito de una joven mujer sonó con tal fuerza que la piel se ponía de gallina al mirar con un poco de atención un hombre de áspecto corpulento robaba a una joven mujer, este la esculcaba los senos y entre el pantalón buscando alguna cartera, Hilario estaba apunto de correr para ayudar, pero memo lo agarro fuertemente de la ropa y le dijo con voz algo ronca.

-déjame lo ami-

memo camino solo un poco más rápido, y pronto vio al hombre frente a él, este no había notado que memo estaba frente a él y tan pronto lo noto saco un arma y trato de disparar, pero el arma le empezó a pesar tanto que pronto la dejó caer al suelo, las piernas empezaron a tembrarles y pronto estuvo de rodillas el pánico lo invadió y trató de uir arrastrándose con los brazos pero no llegó muy lejos antes de morir, memo solo no le aparto la mirada, una mirada como de la de un perro hambriento, este solo quería desahogar su ira y no hubo mejor opción que un malviviente que roba y ataca a los más indefensos, giro su cabeza para ver ala joven, esta tenía los ojos cerrados con una mirada de mucho dolor, memo miró un poco más detenido con la poca luz que los faros dejaban ver, para notar que la joven había sido apuñalada varias veces incluso aún tenía la navaja entre el abdomen.

-pobre niña- dijo memo con un tono un poco triste -¿te duele? -

- si... ayúdame... por...fa...- esta había hexalado por última vez-

-lo siento mucho mi niña, no puedo hacer nada por ti ya no tengo nada para salvarte y tu día final de todos modos estaba muy cerca- en su mano llevaba un par de cosas en una bolsa del super - veo que te gusta las donas y el arroz, pero lo que más noto es que llevas un más croquetas, me alegro, estarás bien, solo tienes que ser fuerte y te espera un vida mejor-

memo se levantó, acomodo un poco el cabello que le tapaba la cara y empezó a caminar de nuevo.

- ¿la hubieras salvado?- dijo Hilario con algo de incredulidad. - crei que solo ayudabas a los que te fueran a ser útiles-

- no todo en la vida es ser egoísta, aveces puedes ayudar sin esperar algo a cambio eso nos hace humanos, se llama ser generoso -

- por eso lo pregunto tu no lo eres-

caminaron ambos bajo la lluvia dejando todo atrás, desde una patrulla vieja hasta el cuerpo de una joven inocente y pedazo de porquería.

por la mañana.