``` El día de su boda con su amor de la infancia, Natalie Ford recibió un regalo inesperado: un certificado de matrimonio. Declaraba que ya estaba casada con un completo extraño—Aiden Handrix. Mientras los invitados a la boda seguían burlándose e insultándola, su amante Ivan decidió abandonarla, optando por casarse con su media hermana Briena en su lugar. Para colmo de males, fue expulsada de su casa. Para probar su inocencia, Natalie Ford solo podía tomar un camino: tenía que encontrar a este misterioso Aiden Handrix y descubrir la verdad. Al día siguiente, había noticias populares en la televisión. Justine Harper, la heredera de la familia más rica de Bayford, regresaba a casa. Los ojos de Natalie se estrecharon al mirar la pantalla de la televisión. —¿Por qué este hombre se parece exactamente al hombre de la foto en mi certificado de matrimonio? En la búsqueda de desentrañar el misterio detrás de su supuesto matrimonio, decidió seguirlo y preguntarle personalmente. —¿Estás casado? —preguntó Natalie. —No. —¿Tienes un hermano gemelo? —insistió. —No. —¿Por casualidad has oído el nombre Aiden Handrix? —su tono se endureció. —No. —Entonces, ¿quién demonios eres? —demandó saber. —Tu hermano. —Espera, ¿qué? —sus ojos se abrieron de par en par. —Sí. Ahora empaca tus cosas y ven a casa conmigo —dijo él. ¿Primero obtuvo un marido de la nada y ahora un hermano con la misma cara? ¿Estaba dios creando clones y ofreciéndoselos con diferentes relaciones? ```
Después de un largo y apasionado beso en el espacio confinado del automóvil, Justin finalmente se apartó, mirándola fijamente.
Su rostro estaba sonrojado y ella jadeaba suavemente, intentando recuperar el aliento, sus ojos calmados pero aturdidos.
Con la respiración aún inestable, Justin acarició su mejilla sonrojada. —¿Estás calmada ahora?
Ella miró hacia otro lado, murmurando —Tu manera de calmarme es indignante— y se recorrió un poco hacia atrás.
—Mientras te ayude a liberarte de cualquier pensamiento problemático —respondió Justin con suavidad—. Cuando estás conmigo, quiero ser lo único en tu mente.
Natalie permaneció en silencio, sabiendo que discutir con él era inútil.
Tras un momento, Justin le sostuvo la mano suavemente y preguntó —¿Estabas asustada allí atrás?
Ella asintió ligeramente. —No quería que te metieras en problemas.
—¿Y si me hubiera metido en problemas? —él bromeó—. ¿Me habrías abandonado por estar durmiendo con esa mujer en estado drogado?
Apoie seus autores e tradutores favoritos em webnovel.com