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Tenochtitlán (1521)
Fuego y sangre era lo que deslumbraba los restos del imperio. Los españoles se unieron a los tlaxcaltecas y demás pueblos oprimidos por el imperio mexica, pero esta es la historia que dejan saber a los no mágicos.
La verdad fue más sangrienta y brutal, ya que no solo era un imperio prehispánico normal; este era uno de los cinco imperios con ayuda divina en el panteón mesoamericano. Quetzalcóatl y Huitzilopochtli, dos de los dioses de las tierras prehispánicas, no gustaban cuando el panteón bíblico se adentraba en sus dominios, así que les dio poder a sus campeones.
Guerreros ascendidos y feroces surgieron para proteger el último bastión de adoración a los dioses, pero los españoles y aliados no estaban solos. Magos y paladines desertores vinieron con ellos en busca de gloria y tierras.
Bestias en forma humana, empoderadas por los dioses, se enfrentaban y despedazaban a sus enemigos. Los insaciables jaguares rasgaban la carne y extraían los corazones de los desventurados españoles para ofrecérselos a Huitzilopochtli. Los rapaces guerreros águila y colibrí surcaban el cielo y capturaban a los guerreros enemigos para darles una muerte al caer desde las alturas, o los degollaban velozmente. Los guerreros caimán arrastraban a los desprevenidos hacia el fondo de los ríos y, por último, los no gratos y repudiados muertos bíblicos revivían a la orden del inframundo por Mictlantecuhtli, con la misión de matar al enemigo.
La esperanza de los españoles y aliados se desgastaba durante los primeros días, hasta que los refuerzos británicos llegaron.
Magos y veteranos especialistas llegaban en busca de más magia y poder para sus casas, además de las riquezas prometidas.
Paladines guerreros de la Mesa Redonda del rey Arturo, uno de los últimos grupos de guerreros empoderados por magia de fortalecimiento y sanación, de 2 metros de altura, con armas y armaduras de aleación de uru nórdico.
Entre ellos estaba un joven mestizo de los dos grupos, Salazar Slytherin IV, hijo de una paladina y un mago descendiente de Salazar. Él nunca los conoció, a excepción de recuerdos y relatos de los barones de los paladines. Graduado de Hogwarts y entrenado por el maestro de la Sacra Orden del Corazón de León, él era lo mejor de lo mejor de ambos lados.
Fortalecimiento y capacidad de lanzamiento mágico avanzado eran las ventajas que tenía, además de la bendición de su ancestro Asclepio. Tras años de mejora y dolor, él podía regenerarse y curar cualquier cosa de su cuerpo; solo podía morir por decapitación, a partir de los 20 segundos.
Durante 2 días enteros luchó y ganó terreno, hasta que llegaron a Tenochtitlán para enfrentarse a Balán, el de las mil caras, un hombre con características de jaguar negro, de 2 metros de altura y una armadura emplumada representando a Quetzalcóatl. Sangre cubría el pelaje mientras miraba fijamente a Salazar.
Dos días de pelea continua enfrentaron a los titanes en lo que antes era una ciudad hermosa. La armadura de uru fue desgarrada y rota en pedazos, mientras que los colmillos y garras fueron quebrados. Ambos sangraban y estaban llenos de hematomas tras su batalla continua. Durante dos noches y tres días fue el pináculo de aguante de estos dos feroces guerreros, que no tenían más que su poder físico base y ambos puños. Sin embargo, lo que no tenía Balán eran técnicas y varios estilos de combate, y Salazar tenía muchos a su disposición.
A diferencia de Salazar, Balán solo sabía el estilo jaguar de su pueblo y algo similar al estilo chino de tigre, pero más tosco y brutal. No era comparable al estilo de puntos de presión y golpes internos que usaba Salazar. Balán cayó en la pirámide más grande de Tenochtitlán y, antes de morir, pidió un último deseo: dar su sangre y corazón a sus dioses y cuidar de su hija.
Cumpliendo su deseo, Salazar tomó la daga ceremonial de la piedra donde Balán descansa y, de un tajo, abrió su pecho y sacó su corazón. Balán quedaba y pedía un último favor a sus dioses, mientras sonreía a aquél que le dio una digna pelea y muerte.
Ese día murió uno de los guerreros más fuertes de la era mesoamericana, pero surgió el linaje de esos dos guerreros.
Tomó 2 meses localizar a los rezagados mexicas y, entre ellos, estaba Alitzel, hija de Balán. Cumpliendo la petición de uno de sus más difíciles adversarios, tomó bajo su ala a la mujer felina; después de un tiempo, en el norte, donde sería en la actualidad la frontera mexicano-tejana, el linaje de Balán y Salazar siguió hasta la actualidad.
Y aquí es donde estoy yo: el último decendiente de la línea principal de Salazar Slytherin IV y Balán, nacido en 1980, al inicio de la oleada de cómputo en México. El 19 de septiembre de 1983 fue la época de recesión económica, una época oscura. A mis 3 años, veía el declive que vivieron mis anteriores padres en 1985, tras perder a mis padres en el terremoto en Ciudad de México. Viví con mis abuelos en la hacienda escondida en una pequeña comunidad mágica. Experimenté varios eventos de la época, como la caída del Muro de Berlín y la caída de la Unión Soviética.
Simplemente, fue la vida de un reencarnado en México fue fácil. La vida en una hacienda fue físicamente demandante, más si contamos con criaturas mágicas de 2 metros de altura y pesadas. Entrenado en boxeo y el uso de un sable heredado del abuelo, fui creciendo en ese México del siglo XX. Experimenté las primeras consolas y computadoras y, como alguien del futuro, son un asco, a diferencia de algunas cosas buenas. La ingeniería y tecnología eran llamativas, y teniendo a una abuela catedrática salida de la UNAM enseñándome, como una esponja de conocimiento, terminé en un nivel decente de preparatoria a los 10 años.
Planeaba mi futuro sabiendo los sucesos del futuro que compartí con mis abuelos. Al principio me creyeron que estaba drogado por los hongos de la montaña o que estaba enloquecido con la maldición de mi padre, pero después de varios sucesos que mencioné, me crelleron y ayudaron... bueno, sí recibí una monumental cantidad de golpes... 100 metros y la abuela me dio... ella merece el oro olímpico en lanzamiento de chancla. Invertimos en varios sectores y, sabiendo los sucesos económicos y comerciales, la fortuna de la familia aumentó en medida y pasamos de una familia de recursos apretados a una próspera, siendo que es el dinero que dejó mi padre multiplicado por veinte.
Pero divago, después de todo tomé el apellido de mi madre por seguridad en los años en que nací, y quedó en mí como segundo apellido.
Soy Balán Rey y hoy, 20 de noviembre de 1990, cumplo 11 años y se supone que asistiría a la Academia de Chamanes y Brujos de Nuevo Tenochtitlán, pero al parecer esta lechuza enojada y abriente me dice que tengo que eliminar a voldi.
Aquí yo el aweonado y extraño chango mexicano y autor de escritura horrible kuro, seré sincero, alabado sea editor de texto del chatgpt, escribo del orto y al probar esa eremita creo que me irá mejor. En fin solo espesifco, todo lo escribo de mi cochina y loca mente, gpt actúa como mi editor y hasta el me regaña por mi ortografía de orto...
Puta madre una ia me regaño re gacho.